La mayor crisis institucional de España, y Rajoy se fuma un puro

Si al final de todo esto, y a la vista de cómo se están sucediendo los acontecimientos nada es imposible, Cataluña consigue ser independiente, Mariano Rajoy pasará a la Historia por ser el presidente bajo cuyo mandato se rompió España y se aniquiló el modelo de Estado que los españoles nos dimos en 1978. Si yo fuera presidente del Gobierno, haría lo que fuera para evitar eso, o actuar o dimitir.

Pero no es el caso de Mariano Rajoy. 48 horas después de que se produjera la votación con apariencia de referéndum que ha satisfecho todas las aspiraciones de los independentistas, el presidente del Gobierno se ha limitado a reunirse con Pedro Sánchez y Albert Rivera, sin llegar a ninguna conclusión. Entre otras cosas porque ninguno de los dos quiere quemarse junto a Rajoy en la hoguera de una situación descontrolada.

La única opción posible para que PSOE y C’s asumieran una parte de responsabilidad sería nombrar un gobierno de concentración que no estuviera presidido por Mariano Rajoy, y cuyo fin sería aplicar primero el 155 para, a continuación y una vez calmadas las aguas en Cataluña, convocar elecciones autonómicas. Y no sólo autonómicas… El reto al que se enfrenta España requiere de unas elecciones generales.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»34026″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

Porque las elecciones autonómicas sólo serían un paso para que los propios ciudadanos catalanes decidieran qué líderes políticos son los encargaos de negociar el futuro de la relación entre Cataluña y España, la reforma de la Constitución y la reforma del modelo de Estado que nos dimos en 1978. Es evidente que nada de todo eso vale ya, y hay que pensar en un futuro distinto para todos, catalanes y españoles.

Si no es así, lo más probable es que el Parlament declare la independencia y que el Gobierno se vea en la tesitura de tener que aplicar el artículo 155, sólo, sin casi apoyos y con todo tipo de reproches, para que al final ni siquiera eso sea suficiente. Lo lógico hubiese sido hacerlo ya, al minuto siguiente de haber terminado la votación y una vez que Pigdemont anunciara los plazos para la declaración de independencia, pero Rajoy no se atreve.

Y este es el principal problema: el presidente tiene miedo a tomar una decisión que sabe que le va a pasar factura de una u otra manera. Pero si no se atreve, debería dejar la presidencia del Gobierno en manos de quién se atreva y sea capaz de lograr el consenso suficiente para apoyarla. Y tiene que ser ya, porque de lo contrario el camino emprendido ya por el independentismo catalán será irreversible.