El negocio del reciclaje de residuos electrónicos resucita el chip

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos se han convertido en un problema tan grande que tienen su propio acrónimo: RAEE. La legislación obliga tanto a usuarios como a administraciones a una correcta gestión de los mismos, lo que obliga a recurrir a los servicios de personal especializado en su manejo. En el lenguaje de los emprendedores, a esto se le denomina ‘oportunidad’. Porque tras esta realidad subyace un nicho de mercado con mucho jugo.

Los RAEE constituyen uno de los flujos de desechos de más rápido crecimiento, con cerca de 50 millones de toneladas de desperdicios al año, según los datos de Naciones Unidas. De toda esta masa de despojo, se recicla menos de un 40%. Sólo en el territorio de la UE, en 2020 se recogieron 10,3 kilos de RAEE por habitante. Estos residuos se han convertido en un obstáculo para los esfuerzos comunitarios por reducir la huella ecológica, lo que ha obligado a apretar el acelerador para darle encaje legal al problema.

El Real Decreto 110/2015, que traduce al ordenamiento jurídico español las disposiciones comunitarias, clasifica como RAEE los siguientes artículos: los aparatos de intercambio de temperatura; monitores, pantallas, y aparatos con pantallas de superficie superior a los 100 cm2; lámparas; grandes y pequeños electrodomésticos; paneles fotovoltaicos; y equipos de informática.

Actualmente, el porcentaje de reciclaje exigido alcanza el 85% de los residuos electrónicos. Ante esta situación, las empresas especializadas en la gestión de residuos se han alzado como una solución externalizada para cumplir con una normativa cada vez más estricta.

Estas empresas deben estar autorizadas por la administración competente para hacerse cargo de esta importante tarea. A nivel internacional, pueden citarse como referentes a Electronic Recyclers International, Inc., el mayor reciclador de productos electrónicos en Norteamerica y uno de los mayores del mundo, con sede en Fresno (California, EEUU); la sueca Stena o la alemana Aurubis.

En España, una gran parte del volumen es gestionado por los llamados Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), entidades constituidas por los fabricantes y distribuidores de aparatos electrónicos. Aunque también hay, no obstante, lugar para proyectos independientes.

DE LA VERDURA AL RECICLAJE EN ESPAÑA

En este contexto, aparece Movilex, que es una empresa familiar situada en el municipio de Lobón (Badajoz), cuyos orígenes no pueden estar más alejados del sector tecnológico: se dedicaba la producción y exportación de espárrago blanco. En 2006, la compañía inició un proceso de diversificación tras percatarse de la importancia que estaba cobrando el medioambiente en el desarrollo de las empresas; hasta que en 2009 se constituye como empresa especializada en la gestión de residuos peligrosos y no peligrosos de aparatos eléctricos y electrónicos y operadora de materias primas secundarias.

La compañía cuenta con más de 13 años de trayectoria, 147 empleados, más de 2.000 clientes y siete plantas repartidas por el territorio nacional; además de presencia también en Portugal, Uruguay y Panamá. Su facturación superó los 32 millones de euros en el último año.

«Nuestro principal reto es aumentar los niveles de reciclaje en España y poner en valor la reutilización de los productos refinados»

Luis García Torremocha, consejero delegado de Movilex

Hasta la fecha, ha conseguido gestionar más de 490.000 toneladas de residuos y ha llevado a cabo grandes proyectos como la gestión integral de los residuos generados en la obra de ampliación de exclusas del Canal de Panamá o los trabajos de reflote, traslado y desguace de más de 50 embarcaciones en el cementerio de buques que deben ser retiradas por la ampliación y mejora del Puerto de Montevideo.

El presidente y consejero delegado de Movilex, Luis García Torremocha, señala que el objetivo de la compañía «es proteger y preservar el medio ambiente a través de un reciclaje eficaz y sostenible de los residuos generados en la sociedad, asegurando el equilibrio del sistema tanto a nivel medioambiental como económico».

«Nuestro principal reto es aumentar los niveles de reciclaje en España y poner en valor la reutilización de los productos refinados, porque es una forma de concederles una nueva vida útil; al tiempo que concienciamos a la población sobre los beneficios de la economía circular».

ECONOMÍA CIRCULAR

El modelo de negocio de Movilex se basa en ser un operador de la minería urbana dentro de la economía circular: promueven el uso de los recursos procedentes de elementos al final de su vida útil y recuperan su presencia en la cadena de producción. De esta manera, no solo son generadores de riqueza, sino que, además, contribuyen a la conservación del entorno natural.

La compañía se basa en modelos de producción inversa, desarrollando las actividades bajo un sistema innovador de recogida, descontaminación y valorización de los residuos centrado en la trazabilidad controlada desde el proveedor del residuo hasta el cliente final. Actualmente, cuenta con dos líneas de negocio principales:

La primera es la recogida de los RAEE que generan las empresas. El servicio se documenta convenientemente para conocer la trazabilidad en todo momento y cumplir escrupulosamente con los requerimientos legislativos.

Para este servicio, cuentan con un equipo de 15 profesionales de la logística y con una red de acuerdos que les permiten llegar a todos los puntos del estado. Dentro de la estructura logística, destaca la amplia red de Centros de Almacenamientos Temporales (CAT) con los que cuentan, al igual que plantas de tratamiento. En estas últimas, han desarrollado líneas productivas, con procesos y procedimientos que garantizan el tratamiento integral de los residuos autorizados (férrico fragmentado, aluminio y plástico fragmentado), de los cuales generan materias primas como cobre, aluminio, plástico y hierro que dan lugar a equipos nuevos.

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En segundo lugar, encontramos la refinería, línea de negocio que se basa en el procesamiento de metales preciosos y no ferrosos extraídos de residuos como placas electrónicas, cables y radiadores que convierten en nuevas materias primas con mayor pureza (oro, plata, cobre y paladio) a través de la valorización de los mismos, consiguiendo así metales de mejor calidad, para posteriormente devolverles su vida útil y darles un nuevo uso.

Esta actividad, basada en la economía circular, tiene un gran impacto económico y medioambiental: estos metales preciosos son un recurso limitado, pero pueden reutilizarse para la fabricación de nuevos productos, lo que supone una reducción en los costos de fabricación al tiempo que se evita la sobreexplotación y el impacto ambiental de la minería.

A mayores, la compañía ofrece otros servicios basados en necesidades específicas como el desmantelamiento de instalaciones; desinstalaciones técnicas; servicios paralelos de testeo, toma de números de serie y remarketing, recuperación de piezas y componentes; y destrucción física de soportes digitales conteniendo información clasificada.

José Sánchez Mendoza
José Sánchez Mendoza
Periodista especializado en economía y mercados energéticos. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y máster en Periodismo por El Mundo y la Universidad San Pablo CEU, he trabajado en medios como El Mundo y El Economista, entre otros.