Una ola de antipatía amenaza con sepultar el único killer format de TVE, ‘Masterchef’

TVE va camino de firmar su peor año histórico en audiencias a pesar de que su anodino otoño ha estado animado por los liderazgos semanales de ‘Masterchef Celebrity’, que arrasó con 2,1 millones de espectadores y un 20,1% de share, lo que supone más que doblar la escuálida media de La 1.

La final del formato que vencieron Juanma Castaño y Miki Nadal congregó a 2,6 millones de espectadores y un 24,4% de share. Pero la ola de simpatías que ha recibido el concurso durante estos meses se ha tornado en negatividad en los últimos días.

Y es que parte de la sociedad, con cierto ventajismo, ha querido culpar a ‘Masterchef’ del suicidio de Verónica Forqué, como si la muerte voluntaria de un ser humano se debiera simplemente a la participación en un concurso.

Llama la atención esta repentina antipatía hacia un formato que probablemente no debiera estar en una televisión pública. Pero no por el tratamiento que le dieron a Forqué, sino porque este programa promueve la competitividad insana, tolera que unos jueces (un modelo para Vox) emitan sentencias humillantes y acepta que sus responsables hagan publicidad subliminal (hecho por el que TVE ha sido sancionada).

TORTAZO DE SHARE

Esta ola de rechazo contra ‘Masterchef’ ha contribuido a que el estreno de la novena entrega de su versión junior haya sido la menos vista de la historia con tan solo 1,2 millones de espectadores y un 9,9% de share.

Las críticas contra el formato han sido tan unánimes que ni el presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, salió en su defensa en la Comisión de control de RTVE del Congreso y Senado de esta semana.

El directivo aseguró sobre el tratamiento a Forqué que «aunque está claro que el programa no fue la única causa de sus problemas de salud mental, queda claro que esta mujer estaba pidiendo ayuda, nadie lo vio y el programa debería haber sido más cauto».

«La actuación del programa es criticable porque con sólo ver sus apariciones se nota que no estaba bien y tal vez el programa la estaba llevando al límite», añade Pérez Tornero.

PROBLEMAS PARA SHINE IBERIA

La productora del formato, Shine Iberia, que factura en torno a 13 millones de euros anuales por las tres versiones que realiza para TVE de ‘Masterchef’ (celebrities, anónimos y junior), ha tenido que salir en defensa del programa y aseguró que la actriz «afirmó en muchas ocasiones sentirse feliz y agradecida, al igual que lo hizo en los meses posteriores, tanto en público como en privado».

La compañía dirigida por Macarena Rey asegura que la relación con Forqué fue tan positiva que tras su abandono en ‘Masterchef’ acudió como invitada a ‘Masterchef Junior’ o ‘Maestros de la Costura’, que se emitirán próximamente. E incluso que estaban negociando el desarrollo de una serie «que estábamos creando con ella, su nuevo proyecto personal que nos ilusionaba a todos por igual», explican.

«En ‘Masterchef Celebrity’ el bienestar, la seguridad y el respeto por la privacidad de los concursantes es nuestra prioridad absoluta. Verónica decidió tanto comenzar como finalizar su participación en el programa cuando y como lo consideró, contando con nuestro continuo apoyo», añaden.

LLUVIA DE POLÉMICAS

El paso de Forqué por el formato no es la única polémica que ha salpicado al programa, que el pasado año vio como una concursante de su edición anónima, Saray, denunciaba que la habían utilizado como «gitana y transexual» para hacer show.

Comisiones Obreras explicó que Shine Iberia sabía que Saray «es una persona que debe ser cuidada y protegida dadas las especiales circunstancias que la conforman como persona». «Saray es mucho más que una perdiz puesta en un plato» y «es mucho más que una concursante a la que puedas maltratar y hacer de ese maltrato un objetivo para mejorar la audiencia», afirmaron.

También fue polémica la no inclusión de Willy Bárcenas como concursante de ‘Masterchef Celebrity’. El cantante aseguró que fue vetado por RTVE al ser hijo del extesorero del PP Luis Bárcenas, afirmando que se quedaba «con un regusto amargo en la boca, como el que dejan las desilusiones y la incomprensión. Hasta ayer era un concursante, uno más, y hoy soy alguien a quien no le permiten participar en un programa de cocina por un nombre y unos apellidos».

Willy aseguró que no iba «a renegar de mi familia y muchísimo menos voy a tirar por la borda todos estos años de esfuerzo en los que he conseguido, en la medida de lo posible, ser Guillermo, y nada más, con un grupo que hace música para la gente que solo y únicamente quiere música, para todos los que no saben de prejuicios ni hacen que esos mismos prejuicios sean su único medidor vital, los únicos ojos por los que quieren mirar».