40 años de coworking en España: de baja rentabilidad a época dorada

IG Markets

El mercado del coworking está viviendo un sueño en España. Las principales capitales ya cuentan con espacios flexibles, aunque la mayor parte se concentran en Madrid y Barcelona. Pero no siempre ha sido así. Desde que nacieron en nuestro país estos espacios con la crisis financiera de 2008, muchos han tenido que cerrar sus puertas por no ser rentables. Ahora, este mercado ha resurgido debido a la crisis sanitaria, que ha evidenciado la importancia de estos espacios para el desarrollo del tejido empresarial. Repasamos cómo ha evolucionado este sector a lo largo de estas cuatro décadas.

GOOGLE DIO FORMA AL CONCEPTO

Coworking es, literalmente, trabajar con varias personas en un mismo espacio compartiendo recursos y capacidades. Es otro de esos anglicismos que el mundo de la empresa nos pone sobre la mesa. Y aunque pueda parecer un concepto muy moderno, no es tan joven como lo pintan. Uno de los primeros espacios considerados como coworking fue fundado en Berlín en 1995. 

no es hasta que Google entra en escena que el coworking se pone de moda. En 2007 se empieza a considerar como tendencia y esto desencadena un gran número de búsquedas del concepto. No es hasta 2010 cuando se empieza a tener en cuenta en Europa. 

La empresa pionera de este nuevo modelo de trabajo en España es Lexington.  Aunque fue la crisis financiera de 2008 la culpable de la implantación de estos espacios en nuestro país, esta empresa inauguró el primer coworking en 1981 en Madrid, en el Paseo de la Castellana, 141. 

Los datos que encontramos del coworking si repasamos sus primeros años esconden una verdad embarazosa para el sector. Muchas oficinas que empezaron en 2014 no tuvieron otro remedio que cerrar en menos de un año. Según un informe de Comunidad Coworking, un 38% de estos espacios cerró su servicio en España durante 2016. De acuerdo a la encuesta global de Rentabilidad de Coworkings 2017, el 60% no son rentables. “Es cierto que el modelo de negocio de estas empresas es muy frágil”, señala David Vega, CEO de Lexington. Y es que, los gestores deben intentar tener costos fijos bajos, ya que la cantidad de espacios oscila y los beneficios no suelen ser constantes. La diferencia de beneficios de un coworking es directamente proporcional a su tamaño y a los servicios complementarios que ofrecen. El problema viene cuando reducir esos costes no es tarea fácil. El 40% que gasta un coworking se destina a cubrir el alquiler. Si la empresa no tiene el local en propiedad, es un porcentaje muy a tener en cuenta. Esto sin sumar costos operativos, mantenimiento, equipos o empleados, entre otros. 

“Los espacios flexibles están preparados para ser una alternativa sólida y con garantías frente al alquiler convencional”.

UN HORIZONTE PROMETEDOR

Desde que hace aproximadamente año y medio muchos trabajadores comenzaron a retomar su actividad laboral desde casa, la crisis sanitaria ha transformado muchos aspectos de la relación tradicional entre trabajo y oficina. Con la vuelta a la rutina muchos trabajadores han regresado a sus puestos de trabajo y otros no lo harán. O al menos no de la misma manera.

Estos espacios de trabajo, tras experimentar una importante caída en la ocupación en el transcurso de los meses más severos de la pandemia, han vuelto con fuerza y para quedarse. En septiembre, Lexington ya poseía una ocupación media del 80% en cada uno de sus espacios de coworking. Las previsiones de la compañía para finales de año es que la ocupación alcance el 90% y que las empresas que ahora se encuentran teletrabajando vuelvan a la oficina a través del formato híbrido, llegando así a superar el 60% en esta variante. “En esta vuelta, la modalidad híbrida se ha convertido en la fórmula de trabajo con más adeptos, un sistema que permite no solo ahorrar costes de espacio, gracias a la rotación de equipos, sino también mantener el equilibrio adecuado entre conciliación y productividad”.

Datos que se parecen a los sacados por el estudio sobre la seguridad en el trabajo llevado a cabo por B+SAFE, en el que se señala que el 62,2% de empleados y directivos entrevistados prefieren el modelo de trabajo híbrido para la vuelta a la oficina.

“La vuelta a la oficina ya es una realidad. Desde el pasado 1 de septiembre el regreso a nuestras ubicaciones ha sido más que notable, el sector de los espacios flexibles ha sabido estar a la altura, proponer nuevos servicios adaptados, y sobre todo, dar la flexibildiad que las empresas han necesitado en cada momento. Para nosotros es un orgullo comprobar de primera mano cómo ha crecido el sector en nuestro país, cómo se ha especializado y cómo hemos construído, entre todos, un modelo de negocio que aporta flexibilidad y seguridad financiera a las empresas y bienestar a los equipos de trabajo”.