Hubo un tiempo en el que las albóndigas, esas bolas moldeadas con carne picada, eran una receta reservada a las clases sociales más altas. Es una preparación con muchos siglos de historia, lo que demuestra que es un plato que nos gusta a todos, en cualquier región del mundo porque, claro está, cada cultura gastronómica tiene su propia versión. Con el transcurso de los años se convirtió en un recurso ideal para las familias menos pudientes, porque podían aprovechar sobras o mejorar el gusto de carnes de peor categoría. Evidentemente cuanto mejor sea la materia prima, mejor será el resultado, pero lo cierto es que las albóndigas están buenas de cualquier manera.
3PREPARACIÓN
Cortamos la miga de pan en dados y la ponemos en un bol con un poco de leche para que se empape. Después la escupimos un poco y reservamos. Por otro lado picamos la cebolla, también en dados y la rehogamos en una cazuela con un poco de aceite de oliva. Pelamos las zanahorias y las troceamos en dados y en cuanto la cebolla esté dorada, las incorporamos a la sartén Después ponemos una cucharada de harina y la cocinamos dándole unas vueltas con una cuchara de madera. Agregamos el vino blanco y dejamos que hierva brevemente antes de añadir la salsa de tomate junto con un poco de tomillo. Dejamos que se cocine unos 15 minutos.
Mientras tanto elaboraremos las albóndigas. Ponemos la carne en un bol y salpimentamos. Añadimos la miga de pan que habíamos reservado, el huevo, el queso en dados y el ajo muy picado. Mezclamos muy bien y comenzamos a darle forma, haciendo bolas de tamaño mediano para que se cocinen más fácilmente. Las pasamos por harina y las freímos en aceite de oliva. Una vez fritas las vamos pasando a una tartera y cuando estén todas vertemos la salsa por encima y espolvoreamos con perejil picado. Dejamos que se cocine todo durante unos 10 minutos a fuego medio, y ya estarían listas nuestras espectaculares albóndigas.
