Cómo hacer unas alitas de pollo para gozar sin engordar un gramo

Comer es uno de los grandes placeres de la vida. El inconveniente para muchas personas es tener que controlarse a diario para no excederse en las cantidades o en las grasas. Una mala alimentación, más allá de hacernos engordar, puede derivar en problemas de salud. La clave está en comer de todo y, muchas veces, en cómo cocinar los alimentos. Las alitas de pollo son uno de los productos más recurrentes en los hogares por su bajo coste, pero a la sartén no son más que un exquisito pollo con altos niveles de grasa. Sin embargo, hay otras formas de degustarlas que no solo son más sanas, sino que están muchos más ricas.

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LAS ALITAS, MEJOR EN ADOBO

Es importante, aunque no del todo necesario, tener las alitas en adobo al menos un par de horas. En un mortero machacamos ajo, añadimos aceite de oliva y perejil. Removemos bien. Después salpimentamos las alitas de pollo y las metemos en una bolsa o las volcamos sobre un bol. Lo importante es impregnarlas bien de esta mezcla y dejarlas un rato, para que absorban todo. Mientras, podemos picar la cebolla en tiras e introducirla, cruda, en una bandeja de horno donde posteriormente añadiremos las alitas. Después quedará el paso final (y no menos importante).

A. Puente
A. Puente
Licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Coordinador de actualidad en el Grupo MERCA2. Desarrollo de audiencias. Información económica de ámbito deportivo.