La banca atisba algo de luz al final del túnel. Sus maltrechas cuentas, penalizadas por las fuertes provisiones que exige la pandemia, recibirán un empujón adicional, según fuentes de mercado. El más obvio es que las necesidades financieras de las empresas provocarán un saldo positivo en el volumen de crédito, esto es más intereses cobrados. Pero todavía más importante (y desapercibido) será la ayuda de un viejo conocido en otros momentos de crisis por la banca europea y, en especial, la española: el carry trade, con Caixabank y Bankia a la cabeza. Una actividad que permitirá apuntalar la parte alta de la cuenta a través del Resultado de Operaciones Financieras.
El carry trade no es más que un movimiento financiero con en el que la banca pide dinero al BCE, que ha dispuesto barra libre, y lo utiliza para comprar deuda pública, normalmente periférica, y se apunta un importante beneficio. Al final, la operativa se puede ver como un regalo de dinero de los ciudadanos a los bancos, o un rescate encubierto, un hecho que provocó fuertes críticas durante la crisis anterior. No ya solo por transferencia, sino porque luego dichos fondos no llegaban a las empresas.
Ahora la historia se repite. «A medida que la economía se estabilice la preferencia por usar el carry trade se incrementará», señalan fuentes financieras. El elemento central sobre el que se articula todo es el bufet libre de dinero, llamado TLTRO III, por el que las entidades no solo pueden pedir todo el dinero que quieran, sino que encima el banco central les paga por ello. De hecho, en marzo revisó a la baja el tipo hasta el -1% para hacer frente al colapso que traía consigo el parón en la economía europea por el covid-19.
LAS ENTIDADES ESPAÑOLAS E ITALIANAS EN EL FOCO
Además, dichas fuentes apuntan a que serán las firmas españolas e italianas las más beneficiadas con esta operación. Por el lado de la rentabilidad, la operación de carry trade beneficiará más a las transalpinas, dado que sus bonos a tres años pagan cerca de 30 puntos básicos frente a los -26 puntos de España. Con ello, la ganancia segura, puesto que la deuda pública no exige colateral (no tiene riesgo, según el supervisor), es del 1,3% y del 0,74% del capital invertido, respectivamente.
Aunque, son las españolas las que poseen una mayor capacidad para expandir sus carteras de bonos gubernamentales. De hecho, apenas cuentan con 190.000 millones frente a los más de 460.000 que ya poseen las transalpinas, según los últimos datos. De hecho, Caixabank, BBVA, Banco Sabadell y Bankia llenaron sus carteras al máximo permitido (por porcentaje de activos) en la última subasta de TLTRO III que organizó el BCE. Por su parte, Banco Santander prefirió no comentar el volumen pedido.
CAIXABANK Y BANKIA, LAS MÁS BENEFICIADAS
«Creemos que la subscripción total refleja en parte las ambiciones de las entidades españolas de expandir sus carteras ALCO», señalan desde Bloomberg. Entre ellas, sobresale Caixabank como la firma con la asignación más alta (50.000 millones de euros) y también la que tiene menos que devolver de pasadas subastas (del programa TLTRO), lo que sugiere que «será la más beneficios obtenga» de ejecutar el carry trade, señalan los analistas.
Por su parte, también sobresale el beneficio que puede obtener de ello Bankia. No tanto por la cantidad, que son unos 23.000 millones, sino porque su porcentaje de rentabilidad puede ser superior al resto. Así, los analistas de Bloomberg confían en que si la entidad nacionalizada maniobra bien la situación, incluida la devolución del capital pendiente, podría mejorar sus cifras entre un 7% y un 9%. Un porcentaje que le coloca, junto a BPM, entre las más beneficiadas de Europa y por delante de Caixabank (que espera un 6%).
Un hecho que no deja de ser tan curioso como perturbador. Dado que los beneficios que obtenga Bankia saldrán del Estado español (de los ciudadanos españoles, más bien) que a su vez es (son) su gran propietario. También resalta, y esta es otra de las grandes críticas, es que una vez se pone en marcha los bancos dejan de tener apetito por el crédito y se lanzan ávidos a comprar deuda para apuntalar sus maltrechos resultados. Una actividad frenética que baja, todavía más, los tipos y termina penalizando al ahorrador que para encontrar rentabilidad tiene que optar por activos más arriesgados.
EL APETITO POR LA DEUDA SE DISPARA
El único requisito para acceder al dinero, además de tener una licencia bancaria, es devolverlo en un periodo de tres años. Por ello, los bonos de dos y tres años están considerados ideales para llevar a cabo la operación. Y, por esto también, la demanda de los mismos en las subastas de deuda de ambos países se ha multiplicado. Un hecho, que no ha pasado desapercibido tampoco para unos Gobiernos que necesitan imperiosamente de ese dinero.
Así, en España se han realizado hasta ocho subastas de bonos a tres años desde marzo, mientras que en 2019 apenas se llegó a cuatro. Además, la cantidad que se ha recaudado supera el 130%, con 12.812 millones frente a 5.340 millones, respecto al mismo periodo el año pasado. Por último, la demanda para adquirir este tipo de bonos también se ha disparado.
De hecho, la subasta del 5 de marzo, que captó 1.470 millones de euros, tuvo la menor demanda, con 3.145 millones, de todas las que se han realizado posteriormente. Así, en la última, celebrada el pasado 18 de junio, se recibieron ofertas por valor de 4.747 millones de euros, hasta un 50,9% más. Pero, para hacerse una idea mejor de cómo se ha incrementado la voracidad por la deuda española se puede comparar con la realizada hace un año. El 20 de junio de 2019, el Tesoro recibió ofertas tan solo de 2.210 millones, por lo que el crecimiento ha sido del 114%.