Carlos Sainz no es un piloto al uso. Forma parte de uno de esos que aparecen unas pocas veces entre tantos que prueban suerte en esto del automovilismo, pero que cuando lo hacen, sobresalen de manera deslumbrante. Esta vez lo hizo ganando el Dakar, su tercer Dakar, el cual éste de 2020 cambió las tierras sudamericanas para celebrarse en Arabia Saudí con escenario final en Qiddiya.
El escenario, tierra y más tierra, color crema, apenas un puñado de aficionados en una ciudad por construir de la que apenas existe el nombre todavía. De proyecto ya no le queda nada a Carlos Sainz, pero sí le queda futuro, a juzgar por cómo se ha adjudicado este título y todo lo que ha vivido. Pero entre estos éxitos, también le han tocado otros ciertos momentos amargos; desde Merca2.es repasamos la vida del piloto español.
1989-1990: el debut de Carlos Sainz en el Mundial y su primer campeonato
En el histórico año 1989 comienza la etapa mundialista de Carlos Sainz a bordo del Toyota Celica ST 165. Junto a Luis Moya mantendrán la posición de tercer coche equipo. Sus compañeros por aquel momento eran Juha Kankkunen y Kenneth Eriksson.
La marca nipona había confiado en las posibilidades de Carlos Sainz, pero nunca esperaban lo que terminó pasando. El primer año a bordo del Toyota fue un poco de transición. Más que nada, su objetivo era adquirir experiencia en citas mundiales.
No tardó demasiado: al año siguiente ya logró imponerse a todos y se hizo como Campeón del Mundo de Rallies, con la misma Toyota Celica, convirtiéndose en el primer piloto español en alzarse con el prestigioso mundial de coches, algo que hasta entonces parecía inalcanzable ante el dominio de pilotos nórdicos; por su parte, consiguió además coronarse en el campeonato de Asia-Pacífico de Rallies ese mismo año.
