viernes, 13 diciembre 2024

Monzón se examina en Prisa tras perder su batalla por ‘españolizarla’

Se acerca el final del curso y Javier Monzón prepara su examen del 3 de junio, fecha en la que presidirá su primera Junta de Accionistas de Prisa ante un accionariado escasamente proclive para sus intereses.

El presidente no ejecutivo del multimedia llega débil a la gran cita tras fracasar en su intentona de ‘españolizar’ la compañía a través de las empresas que le ascendieron al trono que perdió Juan Luis Cebrián y dejó caliente Manuel Polanco.

Monzón levantará la vista sobre sus papeles y se encontrará un accionariado sensiblemente diferente al que le aupó a finales del año pasado a presidente sin plenos poderes y con varias guerras de poder pendientes de resolver.

LA AMPLIACIÓN MÁS AMARGA PARA MONZÓN

La ampliación de capital por valor de 563 millones llevaba a cabo en 2018 para reequilibrar el patrimonio del grupo y la de inicios de año por valor de 200 millones para recomprar el 25% de Santillana ha terminado con un reparto accionarial escasamente ibérico.

Monzón
Javier Monzón, presidente no ejecutivo de PRISA.

Javier Monzón irrumpió en la compañía en 2017 tras la caída de Cebrián. Lo hizo como consejero dominical a la espera de tareas de mayor envergadura, y éstas llegaron a finales de año.

El directivo sabe que otros grandes del Ibex-35 deben estar en ambas ampliaciones si quería tener un cómodo futuro en la compañía. Pero el primer toro le asestó una cornada: Caixabank se desentendió de sus planes y también redujeron participación Telefónica, HSBC o los jeques catarís de Intearnational Media Group.

Los Polanco y el mexicano Roberto Alcántara (Occher) mantuvieron posiciones, como también lo hizo el Santander. La alegría para ellos fue que uno de sus consejeros de más renombre, el mexicano, Carlos Fernández, entrara con un 4%, y que el grupo inversor israelí Adar Capital lo hiciera con un 9%.

EL ‘VERDUGO’ DE CEBRIÁN BUSCA UNA NUEVA CABEZA

El resultado de la primera ampliación fue muy decepcionante para Monzón porque Amber Capital, fondo de inversión fundado por Joseph Oughourlian y Giles Freligne en 2005, se disparaba del 17% a más del 27%.

Y es que Oughourlian fue el látigo fustigador de los últimos años de Cebrián y se convirtió en su ‘verdugo’ tras una Junta de Accionistas que los enemigos del exdirector de El País tienen enmarcada por la colección de epítetos que sufrió el ego de uno de los hombres más poderosos de España en las últimas cuatro décadas.

«Nefasta gestión», «gestor que ha fracasado» y «el cáncer de esta compañía ha sido el exceso de personalismo» todavía resuenan en las paredes de una de las salas del Teatro Real de Madrid, sito en la emblemática Plaza de Oriente.

MIL Y UNA NOCHES EN DOHA

La segunda ampliación tampoco acabó bien para Monzón: sus ‘amigos’ israelís de Adar Capital se habían bajado por sorpresa del barco unos días antes de anunciarse la ampliación y dejaron de cogerle el teléfono.

Y sus viajes a Doha para mimar a los cataríes de IMG resultaron infructuosos. Los cataríes le sonreían para que creyese que iban a dispararse del 6,5% al 15%, cuando por debajo de la mesa vendían sus derechos de suscripción.

El sabotaje, todavía no está claro por interés de quién, le dejó tocado y los jeques perderán encantados a uno de sus dos representantes en el Consejo de Prisa. También cedieron peso en la última ampliación Telefónica, los Polanco y el HSBC.

Solo le quedó a Monzón el consuelo del Santander y los mexicanos Fernández y Alcántara mantienen su nivel de participación mientras Amber, dicen que puntal mediático de Pedro Sánchez, se disparaba por encima del 29.5%. Monzón, consciente del nuevo panorama, no tuvo más remedio que nombrar vicepresidente a Oughourlian con la intención de aparcar por unos meses la guerra.

LA REMUNERACIÓN DEL PRESIDENTE PUEDE MARCAR SU DESTINO

El presidente no ejecutivo quiso ganar tiempo con Amber, consciente de que el ‘free float’ de la compañía ha pasado entre las dos ampliaciones del 16% al 25%. La sombra de la OPA de Oughourlian está lejos de desvanecerse. Monzón medirá sus fuerzas el próximo lunes cuando se vote su remuneración.

Y es que la cifra que se embolsará, entre 300.000 y 500.000 anuales, es considerada excesiva entre algunos accionistas para un presidente no ejecutivo. Con un 25% del accionariado ‘fuera de control’, y principalmente en manos de fondos de inversión extranjeros, puede alcanzar una amarga victoria si los proxy advisor extreman las recomendaciones negativas sobre el capítulo de las remuneraciones.

Aunque el plato fuerte del día será el previsible discurso de Oughourlian, que ha apostado fuerte por Prisa y pretende que se priorice la rentabilidad del grupo sobre los presidencialismos dignos de Juan Luis Cebriány sus desayunos en Zarzuela.

Recuerden que PRISA presentó unas pérdidas de 269 millones de euros en 2018 tras sanear su balance y reducir su deuda neta un 35%, y en el primer trimestre se ha dejado más de 40 millones tras aprovisionar 51 a causa del penúltimo capítulo de la ‘guerra del fútbol’ contra Roures.


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