Botellas de agua, cremas, perfumes, tijeras… Estos objetos y otros similares son requisados en los aeropuertos de España y de toda Europa cuando son portados en el equipaje de mano y no facturados. Lo dice una normativa europea, que hace especial hincapié en los líquidos por su relación con los explosivos. Pero, ¿dónde van a parar todos estos artículos prohibidos a los pasajeros más despistados en los controles? ¿Quién se los queda?
La cadena de montaje es la siguiente. Según la normativa de seguridad aérea, antes de acceder a la zona de embarque, el equipaje de mano será escaneado. Si los agentes de seguridad –generalmente de una empresa privada– detectan alguna irregularidad, podrán inspeccionar el equipaje y retirar todos aquellos artículos que no cumplan con las normas, especialmente la de líquidos.
Agua y otras bebidas, sopas, jarabes; cremas, pastas (incluida la pasta de dientes), lociones y aceites; perfumes; gel de ducha; aerosoles u objetos punzantes, como unas tijeras, son susceptibles de ser retirados por el personal de seguridad. Los objetos van a parar a los contenedores habilitados en el puesto de control. O bien son tirados voluntariamente por el pasajero o bien son confiscados por la seguridad privada.
“Estos contenedores son precintados y/o retirados con la custodia de la Guardia Civil y/o vigilantes privados y luego son destruidos por un gestor autorizado”, explican fuentes de Aena. Es decir, el personal de seguridad no se queda con ellos ni tampoco se produce una subasta pública de los mismos desde el gestor aeroportuario.
De hecho, desde Aena no califican estos artículos como “requisados”, sino simplemente prohibidos. “De ahí que se habiliten dichos contenedores para depositarlos si el pasajero no es conocedor de estas normativas y no puede facturarlos o dejárselos a un acompañante”, indican. Muchos viajeros que optan por no facturar equipaje y viajar con el de mano desconoce las normativas.
El pasajero también tendrá que pasar por un control de seguridad a través de arcos detectores de metales, por lo que deberán vaciar sus bolsillos, y desprenderse de cualquier objeto metálico.
¿A dónde va a parar los objetos perdidos en los aeropuertos?
Normativa distinta es la que tienen los objetos perdidos en los aeropuertos españoles. “Los objetos olvidados se llevan a la oficina de objetos perdidos del aeropuerto, donde son etiquetados de forma adecuada indicando el día, lugar donde ha sido hallado, tipo de objeto y características del mismo, entre otras”, señalan desde Aena.
Pero aquí, el proceso es distinto dependiendo de la ciudad donde se encuentre el aeródromo. Por ejemplo, en aeropuertos como Adolfo Suárez Madrid-Barajas permanecen en dicha oficina por periodos cortos de tiempo –generalmente un mes– hasta que son retirados por el Ayuntamiento de Madrid, que es el responsable de su gestión.
En otros, permanecen en las oficinas por periodos que van desde los dos meses a los dos años, siguiendo las normativas vigentes en esa comunidad (que pueden ser municipales, regionales o nacionales). Pasado ese tiempo, son en algunos aeropuertos retirados por los ayuntamientos locales. En otros pueden ser cedidos sino son reclamados por nadie.
Todo al Ayuntamiento de Madrid
Todos los caminos llevan a Roma. Pero en el caso de los objetos perdidos en los transportes públicos de Madrid llegan al Ayuntamiento. Su Oficina de Objetos Perdidos gestiona la recepción y devolución de artículos olvidados en la capital que entregan particulares, taxistas, EMT, Metro de Madrid, Aena, Renfe y Correos.
Al igual que en los aeropuertos, los objetos permanecen un periodo de tiempo. En el caso de la EMT y Renfe entre dos y tres meses; en el AVE dos meses; y en Metro de Madrid un mes, aproximadamente. Recientemente, la Comunidad de Madrid abrió un nuevo centro gestión de objetos perdidos en la estación de Plaza de Castilla. Desde aquí gestionará alrededor de 35.000 objetos perdidos al año.
Muchos de los no reclamados, acabarán publicados en el Tablón de Edictos y en el Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de una relación genérica de los objetos depositados en la Oficina el mes anterior. El plazo máximo para retirar los objetos desde el consistorio es de dos años tras su publicación en el boletín. Excepto la documentación extranjera, que se remite al Ministerio del Interior transcurridos dos meses.
¿Qué ocurre con aquellos que no son recogidos por nadie? Al contrario que en Aena que se destruyen los prohibidos, aquí tienen otro fin. Pasan a propiedad municipal, pudiendo utilizarse por alguna dependencia municipal, enajenarse mediante subasta pública o donarse a entidades o instituciones sin ánimo de lucro.
Así es como funciona el sistema de gestión de los objetos prohibidos en los aeropuertos y de los olvidados en otros medios de transporte. Su fin: ser destruidos o subastados.