La reforma laboral resucita a Emmanuel Macron en medio de una gran impopularidad

La cobertura de los medios de comunicación ha sido clara durante semanas: cada vez más impopular, el presidente francés Emmanuel Macron se enfrenta a grandes protestas en el intento de reformar las leyes laborales del país. Sin embargo, este jueves quedó claro: Macron es fuerte y emerge como ganador de esta particular batalla.

Macron pasaba el verano mostrándose ante líderes extranjeros y peleándose con figuras locales por los recorte presupuestarios. Eso tuvo su costo en las encuestas. Algunas mostraban su popularidad por debajo del 40%, siendo menor a la de sus predecesores para este momento, pero tal y como señaló la última publicada en la revista Le Figaro, la base de Macron se mantiene firme a pesar de que los republicanos de centro derecha y los socialistas de centro izquierda ya no están en el panorama.

Esa dinámica era inevitable: los centristas tradicionales votaron principalmente por Macron para neutralizar las amenazas de la extrema derecha y la izquierda. El Presidente, fortalecido por una mayoría absoluta en el Parlamento, no necesitará de su apoyo hasta las próximas elecciones. En abril, ganó con apenas 24% de los votos en la primera vuelta.

Tampoco es que haya sido un verano perdido. Los ministros de Macro sostuvieron docenas de reuniones con dirigentes sindicales y representantes de organizaciones de empleadores para analizar los detalles de los decretos de la reforma laboral.

El texto es respaldado con entusiasmo por empresarios y dos de los cinco principales sindicatos franceses, incluyendo el más fuerte del sector privado, que no protestará en septiembre. El sindicato más radical, la CGT, una vez dominada por el Partido Comunista, seguirán con las manifestaciones, pero se desconoce su efecto dada la falta de apoyo.

Si un trabajador con 30 años es despedido injustificadamente se le otorgan 20 meses de salario en compensación

Desde este sindicato creen que la reforma es “una agresión confirmada contra el código laboral”. El secretario general de la CGT, Philippe Martinez, habló del “fin del contrato de trabajo”, pero en las 159 páginas de cambios no hay nada ominoso.

Entre los cambios, se baja el pago de la indemnización mínima cuando un trabajador es despedido sin causa justificada de seis a tres meses de salario para quienes han tenido un trabajo durante dos años. El límite aumenta conforme a la antigüedad hasta 20 meses de salario para quienes trabajan 30 años en una misma empresas. Las nuevas normas facilitan a las multinacionales el despido de trabajadores porque se les permite citar la situación económica mundial y no sólo las dificultades locales.

Los sindicatos franceses, que cuentan con menos del 8% de los empleados de la nación entre sus filas, no son una fuerza formidable numéricamente, sino por sus poderes estatutarios. Y entre las reformas se plantea que los empleadores puedan negociar términos de trabajo directamente con sus empleados, sin discutir con los sindicatos. Además, los acuerdos sembrarán precedentes si la mayoría de los trabajadores de una empresa lo respalda.

Los intentos previos de reformar el código laboral siempre se diluyeron hasta el punto de ser inútiles, pero no sucederá esta vez: Macron tiene el poder de impulsar los cambios por decreto y la oposición parlamentaria es muy débil para resistirse.

De todos modos, la esencia del sistema francés sigue siendo la protección de los trabajadores y el alto poder de negociación de los empleados. No hace que el empleo de Francia sea tan precario como el de los Estados Unidos, Reino Unido o los países de Europa oriental. Tampoco elimina el poder sindical.

Se trata, además, de una gran victoria política para Macron pese a que las encuestas muestran que pierde unos cuantos puntos de popularidad gracias a la retórica de la izquierda y las críticas de la derecha.

El desempleo se niega a moverse desde el año 2009 y oscila entre 9% y 10,6%

Pero ese es menos un problema para Macron que el efecto económico potencialmente abrumador de sus propuestas. Sus detractores, tanto de derecha como de izquierda, predicen que las reformas laborales no afectarán al desempleo, y quizá tengan razón.

Ahora mismo, Macron es ayudado por un viento económico que impulsa a toda la zona euro, pero las medidas planteadas pueden no ser tan potentes como para contrarrestar el efecto del fortalecimiento inevitable del euro sobre la competitividad de Francia. Si el desempleo se niega a moverse de su nivel actual, entre 9% y 10,6% desde 2009, la victoria de Macron será hueca.

Su propuesta es una mayor unificación europea y, por tanto, más convergencia con los países vecinos. Si eso no da resultados visibles, su reforma laboral es su apuesta más grande, y cada uno de sus planteamientos vienen de la canciller alemana Angela Merkel, la única líder europea que puede ayudar a Macron a acercar Europa.