Tomar la decisión de ser autónomo implica asumir un buen número de responsabilidades, pero también disfrutar de poder trabajar en algo que nos gusta y ser nuestros propios jefes. Dado que todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, con el trabajo por cuenta propia ocurre lo mismo. Dentro de las cosas menos positivas está la responsabilidad ilimitada del profesional.
Y no solo eso, desde el momento en que se pone un negocio en marcha hay que hacer frente a una serie de riesgos e imprevistos que están ahí: un accidente laboral de un empleado, un incendio, un robo, etc. A estos riesgos que son más o menos predecibles y contra los que el profesional se puede proteger, hay que sumar otros que no son tan fáciles de predecir. Lo hemos visto recientemente con la pandemia de Covid-19 que obligó a cerrar todos los negocios que no estaban calificados como esenciales.
De entre los múltiples riesgos que tienen que asumir los profesionales desde el mismo momento en que deciden poner en marcha un negocio, vamos a repasar los cuatro más frecuentes.
Riesgos derivados de la responsabilidad ilimitada del autónomo
Una de las grandes diferencias entre emprender a través de una sociedad mercantil y hacerlo como persona física es que, en el primer caso la responsabilidad del empresario queda limitada, porque es el patrimonio de la empresa el que responde en caso de que surja responsabilidad frente a terceros o haya deudas pendientes de pago.
Sin embargo, la responsabilidad del autónomo es ilimitada. Esto quiere decir que desde que empieza su actividad tendrá que responder de todas las deudas que se puedan derivar de su negocio con su patrimonio personal, e incluso con el de su pareja si está casado en régimen de bienes gananciales. Por eso, no cabe duda que esta responsabilidad ilimitada es uno de los grandes riesgos que asume el autónomo. De hecho, se intentó solucionar este problema hace algunos años con la figura del emprendedor de responsabilidad limitada, pero no ha tenido demasiado éxito.
Riesgos derivados de contar con empleados
Aunque muchos autónomos trabajan solos, cada vez es más habitual que tengan algún asalariado. Esto es bueno, porque implica que el negocio va lo suficientemente bien como para que sea necesario contar la ayuda de otras personas. Pero, por otro lado, también supone multiplicar los gastos del negocio y la aparición de nuevos riesgos.
Un autónomo con empleados debe adoptar todas las medidas de prevención de riesgos laborales que sean necesarias en función del trabajo realizado. Obviar la normativa en esta materia conlleva el riesgo de poder causar daños en la salud de los trabajadores y además recibir una sanción administrativa. Por otro lado, al tener empleados siempre existe el riesgo de que pasen a una situación de baja médica por contingencia profesional o no profesional. Aunque en estos casos la Seguridad Social se hace cargo del pago, esto implica una serie de costes asociados que también son un riesgo para la gestión del negocio.
Riesgos relacionados con el patrimonio del negocio del autónomo
Para poder llevar a cabo su actividad es normal que el autónomo tenga que hacer un desembolso en diferentes elementos como muebles, maquinaria, equipos informáticos y hasta locales u oficinas. Todo este patrimonio que forma parte de la actividad profesional también hace aumentar los riesgos, porque puede ser robado o incluso puede quedar inservible a causa de un accidente.
Cuando un autónomo compra un bien para su negocio establece un plan de amortización. Si compra una máquina por valor de 5.000 euros la amortizará en X tiempo. Pero, ¿qué ocurre si el bien desaparece antes de que se produzca la amortización? Algunos autónomos prefieren cubrir este riesgo a través de un seguro, pero todavía hay quien asume el riesgo y prefiere arriesgarse antes que asumir un gasto más.
Riesgos relacionados con los ingresos
Si algo debe tener bien claro todo aquel que se decida a empezar a trabajar como autónomo es que los ingresos nunca van a estar asegurados. Un asalariado sabe lo que va a cobrar cada mes, pero al profesional que trabaja por cuenta propia no le ocurre lo mismo. Puede que encadene algunos meses buenos, otros regulares y otros en los que sus ingresos sean muy bajos.
Esta inestabilidad en los ingresos es un riesgo importante, porque en ciertos casos puede llegar a limitar mucho a la hora de tomar decisiones. ¿Es buen momento para adquirir un nuevo vehículo para la empresa? ¿Me puedo permitir hacer un viaje? Incluso cuando sabe que tiene dinero suficiente, la mente del autónomo siempre está pensando en posibles eventualidades. De ahí que muchos profesionales sean también grandes ahorradores.
Muchos de los riesgos del autónomo se pueden cubrir
Está claro que los riesgos están ahí, pero hoy en día muchos de ellos se pueden evitar si se actúa con precaución e incluso se pueden asegurar. Esto tiene un coste extra, pero es cuando se materializa el riesgo cuando de verdad nos podemos sentir contentos de haber sido lo suficientemente previsores para asegurarlo o lamentarnos por no haberlo hecho.
En la mayoría de los casos los autónomos prefieren asegurar ciertos riesgos para evitarse un desembolso económico importante en caso de que los mismos lleguen a convertirse en una realidad. Algunos ejemplos son los seguros de responsabilidad civil para profesionales, los seguros para inmuebles o vehículos y hasta los seguros multirriesgo.
Más vale prevenir que curar
Lo que también es aconsejable en estos casos es actuar con precaución para evitar que los riesgos se puedan llegar a materializar. Esto no siempre está en la mano del autónomo, pero hay cosas que se pueden cambiar. Por ejemplo, si se adoptan todas las medidas de seguridad laboral y además hay un buen clima de trabajo, el número de bajas laborales será mucho menor.
Por otro lado, si se establece un buen sistema para garantizar que siempre habrá liquidez en el negocio, se reducen mucho los riesgos relacionados con los ingresos. Este tipo de medidas no evitan de todo el riesgo, pero reducen las posibilidades de que se produzcan e incluso su gravedad en caso de que llegue a producirse.