La existencia de Bahar parecía, en efecto, avanzar hacia el sosiego. Había ido eligiendo la soledad, el sacrificio y el silencio como forma de vida, había ido aprendiendo a escuchar su corazón, pero el destino tenía otros planes.
La serie Renacer, que inició como un relato de empoderamiento femenino, pasa ahora a estar inmersa en un verdadero torbellino de batallas legales, traiciones familiares y luchas de poder que van batallando con el temple de su protagonista. Lo que comenzó como un despertar femenino se ha transformado en un conflicto en toda regla, donde cada pequeña victoria es nuevamente efímera y cada pequeña revelación, un nuevo golpe.
LA GUERRA DE TIMUR

La revelación acerca de Timur en Renacer no solo desprenda a la familia, sino que provoca la erupción de un seísmo jurídico: cuando Umay, su hija, opta finalmente por no vivir con él, Bahar halla una ocasión para restituir lo que le pertenece; pero el derecho no siempre se encuentra del lado de quienes tienen la razón; y aunque la niña proclama su deseo, los órganos jurisdiccionales se desarrollan con la frialdad de una máquina automática.
Ya para entonces, Bahar se dispone a combatir y su casa —la casa que es la casa de su reconstrucción— se viene literalmente abajo; las goteras provocadas por la tormenta son una metáfora demasiado evidente: la estabilidad que tanto le costó alcanzar gotea entre sus dedos y, cuando el servicio de protección de la infancia viene a visitarla para analizar su adecuación como madre, la injusticia parece casi insoportable: ¿cómo probar la suficiencia emocional cuando el mundo parece conjurarse en tu contra?
Timur no es el único villano de la historia. Rengin, convertida ya en una sombra vengativa, pide que le devuelvan la hipoteca, una deuda que Bahar no puede pagar. El dinero, como en tantas otras ocasiones, es otra forma de controlar. En la convulsión, asoma la pregunta de hasta donde puede llegar Timur para ganar.
UNA ALIANZA TÓXICA

El embarazo de Seren y Uras debería ser al menos un faro en el contexto oscuro que las rodea, pero Efsun lo transforma en un ámbito de guerra. La madre de Seren, incapaz de aceptar que su hija se mantenga un paso alejado de ella, finge que apoya la decisión de la protagonista de continuar con el bebé y, aún más, celebra su boda. Pero tras la máscara de aceptación permanece un cálculo frío y miserabilista.
Efsun no actúa en solitario, vive en alianza con Rengin, dos mujeres, motorizadas por el odio hacia Bahar, añaden nuevas líneas de perversidad a la trama; así, juntas, establecen un sistema de mentiras que busca hacer caer a Seren de Uras y, por ende, de Bahar, figura materna que tanto necesita. ¿Puede la voluntad amorosa de Seren hacia Uras soportar la máquina de destrucción de su madre?
A la vez la influencer que llega al hospital de forma inesperada como nueva residente introduce una perturbación externa. Su figura confunde a todo el mundo; sobre todo Evren, que ya está lidiando con la crisis de su hermano Cem. En Renacer, nadie tiene el lujo de preocuparse por un solo problema.
LIDERAZGO Y LEALTAD EN RENACER

La salida de Sureyya del hospital en Renacer supone para el espectador el descubrimiento de que no solo se da una despedida, sino que también se abre un vacío en el poder. Con Reha a la vez como director interino, la pugna por ocupar la jefatura médica se convierte en un duelo entre Timur y Evren. Evren, el cual ha sufrido el tormento de ver a su hermano Cem herido por su propio puño, todavía no está del todo seguro de si está preparado para asumir el puesto que merece, dividido como se encuentra entre su carrera profesional y la vida de Cem.
El violento enfrentamiento de Cem en el centro de menores supone un catalizador. Evren no puede reproducir el quebradero de cabeza que ha venido arrastrando, el cual lo ha llevado a ocultar el hecho de que su sitio está junto a su hermano, cosa que hará, aunque suponga poner en riesgo sus sueños de grandeza profesional. Esto es: hasta qué punto ha de sacrificarse uno por la familia. La serie no da respuestas fáciles acerca de la inquietud que puede suponer esta pregunta, sí que ofrece, eso sí, una lectura trágica acerca de los límites que tiene el deber.
Virgil, en su último diálogo con Bahar, le solicita excuses y la anima a no abandonar la lucha por Evren. Resulta ser un escenario de redención para todos aquellos personajes que —hasta aquí— habían encarnado todo lo que hay de mezquino; pero a la vez su salida deja flotando en el aire una pregunta: ¿sobrevivirá la institución —y Bahar— a los anhelos de Timur y las maquinaciones de Rengin?