En verano, muchas ciudades se vacían de coches, pero otras, atraídas por el turismo, se colapsan hasta la exasperación. Para combatir esos embotellamientos, la DGT baraja propuestas destinadas a descongestionar vías, tanto en temporada alta como durante el resto del año. Sin embargo, algunas de esas ideas amenazan con convertirse en un esfuerzo colectivo que podría pasar factura en el bolsillo de los conductores.
Con medidas que van desde imponer cuotas a visitantes foráneos hasta restringir el acceso según ocupación, la prioridad de la DGT choca con la practicidad diaria. Porque, aunque aplaudamos menos atascos, no conviene olvidar que todo tiene un precio: ya no solo en tiempo, sino también en tarifas y limitaciones que pronto podrías sentir en tu cartera.
DGT: carriles de alta ocupación para todos

La DGT estudia aplicar la normativa europea de carriles VAO —vehículos de alta ocupación— a la circulación general, exigiendo al menos dos personas por coche en vías muy transitadas. Solo los vehículos con dos o más ocupantes circularían sin restricciones, mientras el resto quedaría fuera del carril.
En países como Francia, cámaras térmicas detectan cuántas personas viajan a bordo y sancionan las infracciones automáticamente. Ahora, la DGT valora instalar un sistema similar en carreteras clave, especialmente en la Comunidad de Madrid. El objetivo es claro reducir el número de coches en el tramo más sensible y mejorar la fluidez, aunque ello signifique invertir en tecnología y afrontar debates sobre privacidad.
Tasa turística: un euro que pesa

Siguiendo el modelo del Consell de Ibiza, que cobra 1 € a cada coche turista, la DGT contempla implantar tasas simbólicas en puntos críticos. Con un euro por vehículo no residente, se busca disuadir la llegada masiva de coches y mitigar los atascos estivales.
Pero en Baleares ya hablan de elevar esa cifra en Mallorca hasta los 35 150 €, dependiendo del tipo de vehículo y duración de la estancia. La medida, aún en estudio, podría convertirse en un nuevo peaje obligado para quienes visiten las islas durante la temporada alta, alterando la planificación de viajes y el presupuesto familiar.
Un coche por vivienda: límite polémico

En Baleares incluso planean restringir el registro de automóviles a un solo coche por vivienda, con excepciones para residentes y personas con movilidad reducida. Cada domicilio podría tener solo un vehículo registrado, un cambio radical que afectaría especialmente a familias con varios conductores.
Aunque busca rebajar el número de vehículos en calles estrechas, la medida despierta críticas: ¿qué harán quienes utilizan dos coches para trabajar y llevar a los hijos al colegio? El debate se extiende más allá de la isla, pues la DGT valora la opción: como experimento piloto en otras ciudades con problemas de tráfico crónico.
Cuotas en archipiélagos y destinos costeros

Más allá de Baleares, la DGT propone exportar este modelo de peajes y limitaciones a otros destinos con histórica saturación estival. Tarifas de acceso, CUPOS de entrada y restricciones de matrícula podrían convertirse en norma en los grandes núcleos turísticos.
Así, municipios costeros de la península contemplan imitar la estrategia pitiusa, regulando el flujo de visitantes motorizados. Se pretende conciliar turismo y calidad de vida local, aunque la adaptación normativa y administrativa conlleva costes y generaría esperas en las entradas un contrasentido para quien viaja buscando rapidez.
Modernización de señales y control digital

Para hacer efectivas estas restricciones, la DGT renovará señales obsoletas y añadirá pictogramas de nuevos medios de transporte y formas de compartir el coche. Con diseños más claros y adaptados a la movilidad actual, se facilitará la identificación de carriles VAO y zonas de peaje.
Esta puesta al día incluirá paneles digitales capaces de mostrar precios en tiempo real, avisos de ocupación y alertas sobre carreteras alternativas. El sistema busca mejorar la comunicación con el conductor, aunque exige inversión en infraestructuras y programas de información continua.
Impacto en el bolsillo del conductor

Todas estas propuestas persiguen un fin legítimo: menos atascos y menor contaminación. Sin embargo, su aplicación implicaría desembolsos constantes. Quién quiera evitar el atasco desembolsará más, ya sea en tasas, peajes o multas por incumplir restricciones.
Así, el coste del transporte privado podría escalar, impulsando el uso del transporte público o el coche compartido. Pero hasta que esos cambios se consoliden, el conductor individual pagará la novatada con aumentos en su presupuesto habitual, un dilema entre comodidad y economía.
Incentivos al vehículo compartido

Para compensar las nuevas cargas, la DGT piensa en bonificaciones: descuento de la tasa veraniega a coches con tres o más ocupantes, prioridad en carriles y aparcamientos preferentes. Fomentar el carpoling reduce el número de coches y alivia el ruido en las carreteras.
La medida fomentaría el uso de plataformas de coche compartido y acuerdos vecinales de transporte, creando redes que suplanten la conveniencia del vehículo propio… Quienes adopten el modelo podrían ahorrarse parte de las tasas, equilibrando la balanza entre restricción y beneficio.
Desafíos de la implantación tecnológica

Instalar cámaras térmicas y paneles digitales requiere fondos y tiempo de ejecución. Los sistemas deben probarse, calibrarse y mantenerse, lo que implica un coste operativo que la DGT debe contemplar.
Además, hay retos técnicos: la detección automática de ocupantes debe lidiar con climatología adversa, tapaduras de lunas y variaciones de temperatura. Cada error de lectura puede traducirse en sanciones injustas, generando desconfianza que la DGT debe gestionar con transparencia y pruebas de fiabilidad.
Debate y calendario de la DGT

Estas ideas están aún en fase de consulta y análisis. La Dirección prevé someterlas a debate público antes de la aprobación definitiva. Solo tras evaluar impacto social, económico y técnico decidirá qué medidas salen adelante y en qué plazos.
La legislación europea ofrece un marco, pero cada territorio adaptará las normas a sus realidades. Mientras, los conductores deben prepararse para cambios graduales: desde señalizaciones nuevas hasta la posible implantación de peajes e incentivos, un paquete completo de ajustes viales que llegará antes de lo que imaginan.

















































































