Autismo: las señales que avisan del trastorno

El autismo es un tipo de trastorno que te altera el habla y la comunicación e interés por otras personas. El entorno familiar más cercano es el primero que se debe dar cuenta de que algo anda mal. Cuando eres padre primerizo y no tienes otra experiencia previa en lo que es un comportamiento habitual puede ser que te cueste más detectarlo. Sin embargo, en el instante en el que el niño va a la guardería o está con otros pequeños, notas la diferencia en la evolución y forma de sociabilización del infante.

Si crees que tu pequeño, tenga la edad que tenga, puede sufrir autismo tienes que ir y hablarlo con el especialista para que esté atento y le realice las pruebas pertinentes. Los puntos que te voy a decir a continuación no son para que tú mismo des un diagnóstico. Son para que, si percibes algunos de ellos en tus hijos, acudas a que un especialista lo evalúe.

Incluso cuando el niño tiene cinco años puede ser diagnosticado con autismo, puede ser que durante el resto de los años ese trastorno haya pasado desapercibido.

Detección del autismo antes del año

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Antes del año es complicado darte cuenta de que al niño le sucede este tipo de trastorno. No obstante, hay algunas señales que pueden ayudarte a notar si tu pequeño sufre autismo.

Si el bebé no mira a la gente o no hace lo típico cuando la vas a coger de echarte los brazos. No sonríe cuando alguien le dice cosas o no interactúa con otras personas en juegos en los que hay que hacer algún gesto.

Algo característico de los niños autistas es no mostrar extrañeza ni alegría ni ninguna otra reacción cuando ya tienen nueve meses.

Hasta el año y medio

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Después del año es algo más sencillo notar si el niño padece autismo. Tiene menos contacto ocular con otras personas y evita las miradas. Signos inequívocos de sufrirlo es cuando lo llamas y no contesta a su nombre. No intenta pedir cosas que quiere ni las señala.

En el típico juego del “cucu-tras” que a todos los pequeños les encanta, a los que tienen este trastorno no les llama la atención en absoluto.

No hacen caso cuando les señalas algo y lo identificativo en ellos es la falta de interés por comunicarse o por simplemente intentar balbucear.

Hasta los dos años

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Con esta edad, lo lógico es que el pequeño interactúe con otros niños de su edad. Que señale las cosas que quiere o que miren cuando alguien lo hace. En el caso del autismo, no reaccionan de ninguna de las formas anteriores.

No juegan con figuras geométricas ni con los típicos cubos de formas y colores. Otra característica de este trauma es que no imitan a los mayores. Aprendemos por repetición y de forma visual.

Si el niño ha comenzado a hablar y de pronto deja de hacerlo es algo característico del autismo.

A partir de los tres años

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En los niños con autismo de esta edad es habitual que tengan un retraso comunicativo con respecto a otros. Van más retrasados en el lenguaje oral y no lo compensan con otras formas de comunicación.

Si hablan es normal que usen la segunda o tercera persona para referirse a ellos mismos y la entonación que le dan a las palabras o a las frases no es la normal.

Puedes sentirte frustrado, pero estos niños no demuestran la alegría como los otros. No sonríen con la misma facilidad o simplemente no lo hacen. Siguen sin imitar las cosas que ven, ni señalar lo que quieren, ni se sociabilizan con otros niños o adultos.

Después de los cinco años

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En este tiempo es posible que no te hayas dado cuenta de los detalles que te he comentado antes. Sin embargo, que no lo notes no significa que no sea posible.

En esa edad el autismo tiene ciertas características que no debes pasar por alto:

  • El lenguaje sigue siendo un síntoma del autismo. Los niños que lo padecen tienen una forma de hablar distinta o repiten varias veces la misma palabra en una frase.
  • Si el niño habla bien puede ser que lo haga demasiado y que, al contrario que en las veces anteriores, nunca deje de hablar. Los pequeños con este trastorno suelen hablar mucho, pero tan solo de temas que les interesan, aunque no vengan a cuento ni tengan que ver con lo que el resto habla.
  • Tienen más problemas a la hora de interactuar con otros niños de su edad y no saben jugar en grupo. No se fijan en la forma de vestir ni les llama la atención lo que a otros niños de su edad.
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  • No les gustan las fiestas de cumpleaños ni nada que requiera ser el centro de atención. Cuando se trata de relacionarse con adultos, los niños con autismo tienen dos extremos, o son demasiado posesivos o pasotas.
  • DETESTAN que ocupen su espacio físico o mental y tampoco que los toquen, reaccionan de forma exagerada ante estas situaciones.