Caprabo se ha convertido en un escudo de protección contra la pobreza. Tras la crisis sanitaria, los hogares afrontan una difícil situación con una inflación desbocada. La pobreza se ha extendido no sólo en Cataluña, sino también en resto de España hasta el punto que los bancos de alimentos están en alerta por la falta de género. Las colas ante los comedores sociales de 2020 y 2021 se repiten también en este 2022.
El número de hogares más desfavorecidos y familias sin recursos se ha disparado en los últimos meses y las perspectivas apuntan a un nuevo incremento. Sólo la Federación de Bancos de Alimentos en Cataluña atiende a más de 241.000 personas, un 20% respecto a las colas del hambre del Covid-19. Estos establecimientos atienden al 3% de la población total de Cataluña, pero las cifras empeorarán.
la participación ciudadana en acciones solidarias como esta sigue siendo más que necesaria
Según el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en Catalunya es del 25,9%. No obstante, las previsiones de la Federación Española de Bancos de Alimentos apuntan a un incremento del 20% de los demandantes en los bancos de alimentos para este año. Por este motivo, Caprabo recogerá micro donaciones, consistentes en «céntimos solidarios», entre los meses de noviembre y diciembre para apoyar esta labor social y luchar contra la pobreza.
EL CÉNTIMO SOLIDARIO DE CAPRABO
El dinero irá destinado también a Cáritas Catalunya y Cruz Roja, que ayudan a las personas en situación vulnerable para cubrir sus necesidades básicas de alimentación. Esta ayuda alcanzará a un total de 250 familias y dará cerca de 700.000 servicios en un año, más de 1.900 comidas diarias.
La recolecta se realiza en el momento del pago de la compra, sea física u online, por parte del cliente, mientras que serán los bancos de alimentos quienes distribuyan la comida y los bienes de primera necesidad. Asimismo, Cáritas se encarga de acciones con personas y familias en situación de vulnerabilidad, con el fin de poder darles acceso a una buena alimentación de forma digna.
La Cruz Roja, por su parte, trabaja para reducir los efectos que ha tenido en las familias la crisis después de la pandemia, del conflicto en Ucrania y del incremento generalizado de los costes de vida, adaptando su actividad humanitaria al acompañamiento y recuperación de los hogares más vulnerables. Con estos céntimos, Cruz Roja cubre también las necesidades básicas de alimentación de las familias en riesgo de pobreza.
Desde Caprabo se muestran muy conscientes de la importancia de revertir la situación de vulnerabilidad que están sufriendo muchas familias en todo el mundo. En este contexto, «necesitamos reforzar nuestro compromiso social y luchar juntos para que todas las personas puedan acceder a una alimentación digna», según ha asegurado Cristina Madrilley, del departamento de Responsabilidad Social Corporativa. A su juicio, «la participación ciudadana en acciones solidarias como esta sigue siendo más que necesaria».
TENSIÓN EN LOS BANCOS DE ALIMENTOS AYUDADOS POR CAPRABO
«Ante el actual impacto de la inflación en las familias más vulnerables, que las obliga a vivir casi al límite de la supervivencia, todas las iniciativas para contribuir a la mejora de su situación actual son pocas», ha enfatizado Francesc Roig, presidente de Cáritas Catalunya. No obstante, ha considerado que harán lo posible para frenar los efectos más inmediatos de esta crisis.
Desde Cruz Roja, han detectado que las familias están atravesando un momento de dificultad económica en «todo el territorio» debido a los estragos de la inflación y los altos precios energéticos. Josep Quitet, presidente de la onegé, ha activado su plan de urgencia para movilizar a la sociedad y paliar situaciones de desigualdad social que viven los hogares con menos recursos. A su juicio, la acción de Caprabo es prioritaria para realizar el llamamiento a la solidaridad colectiva.
El gran problema al que se enfrentan los bancos de alimentos es la guerra de Ucrania. Miles de refugiados se han instalado en España, mientras la solidaridad se han mantenido estable. De esta forma, la avalancha de peticiones ha secado los almacenes.
LAS FAMILIAS MENOS VULNERABLES MIRAN CADA EURO
Asimismo, también está influyendo la escalada de precios. Las familias disponen de un menor poder adquisitivo para realizar las compras y pagar las facturas. «Se está midiendo cada euro», han asegurado. Así, la solidaridad es cada vez más cara, un 12% más respecto al año pasado debido a que este es el incremento medio de los precios. Los aceites vegetales, tan necesarios para cocinar, se han disparado con fuerza, así como la harina y cereales, dos de los productos que más se depositan en las mesas de recogida.
De esta forma, ante esta falta de recursos, los propios bancos de alimentos han tenido que recortar la cesta de la compra para las familias más vulnerables. Es una situación crítica a la que se enfrentan, mientras la administración se niega a hablar de pobreza y negar la crisis.
La situación es aún peor que en la pandemia, puesto que durante la crisis sanitaria la solidaridad sí se incrementó con fuerza, pero ahora es un escenario más complejo. De hecho, en 2021, la recogida de alimentos cayó respecto a 2020. De seguir esta tendencia, la situación de los bancos de alimentos se verá muy tensionada.