Rescate en la City, éxodo industrial alemán y claudicación de la Bolsa

Comenzamos la semana con todas las miradas puestas en la City londinense, cuyo sector financiero ha hecho saltar todas las alarmas al constatarse que la nueva premier Lizz Truss pretendía seguir adelante con su bajada masiva de impuestos a cargo de más endeudamiento. Sin embargo, este mismo lunes el ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, ha anunciado que retira parcialmente el plan: primera derrota del nuevo Gobierno británico.

La intervención de emergencia (rescate) del Banco de Inglaterra no había servido para calmar a los mercados y ahora están en el punto de mira los fondos de pensiones. Si esa actuación de urgencia, los intereses de los gilts (bonos a diez años) habrían escalado hasta el 8%, cifras propias de país al borde de la suspensión de pagos. Ahora la libra se recupera, veremos durante cuánto tiempo.

«MOMENTO LEHMAN» EN LA CITY

En Reino Unido ya se habla sin tapujos de que hemos estado a las puertas de un «momento Lehman» que de el pistoletazo de salida a la crisis financiera que se produce siempre que una economía entre en recesión y los tipos de interés suben de forma abrupta, sobre todo si el endeudamiento es muy elevado.

Aunque el banco que está en las quinielas para iniciar este tsunami no es inglés, sino suizo. Tal como avanzamos la pasada semana el gigante Credit Suisse ha perdido la confianza de los inversores y su cotización en Bolsa baja mientras los seguros contra impago (CDS) suben como la espuma, algo que también preocupa a los analistas de la City.

credit suisse ha perdido la confianza de los inversores y los seguros contra impago (cds) suben como la espuma

Otro de los bancos que preocupan a los inversores es Deutsche Bank, que está sentado sobre una montaña de derivados cuya explosión provocaría un enorme contagio al resto del sistema financiero europeo. Y tal como van las cosas en Alemania no es extraño que el sector financiero tenga problemas, ya que se está produciendo una desindustrialización como consecuencia de la crisis energética. Ha comenzado el éxodo de empresas alemanas a Estados Unidos, país que las recibe con los brazos abiertos.

Los atentados contra los gasoductos Nord Stream alejan la posibilidad de que en el corto plazo un acuerdo con Rusia permitiera salvar a las grandes empresas germanas, entre las que ya comienzan a surgir voces criticando la política de alianzas internacionales del Gobierno de Olaf Scholz.

RECESIÓN EN ALEMANIA: CAÍDA DEL 7,9%

Sin el suministro de gas ruso los grandes institutos de análisis macroeconómico alemanes apuntan a un desplome del PIB de hasta el 7,9% el próximo año, con una inflación del 8,8% en el conjunto del ejercicio. Un desastre sin paliativos de una economía que, hasta ahora, era la locomotora de la Unión Europea (UE).

Con estos mimbres se está elaborando un cesto lleno de serpientes que cuando se abra pondrá de manifiesto que los errores en política monetaria, energética y geopolítica se pagan. Será entonces cuando desde los poderes públicos se nos repita el mantra de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y debemos ajustarnos el cinturón.

Hace unos días la agencia Reuters anunciaba cortes en los servicios de telecomunicaciones europeos por los problemas en el suministro energético y señalaba que «estamos estamos un poco mimados, tal vez en grandes partes de Europa, donde la electricidad es bastante estable y buena». Ya saben, los ciudadanos somos muy malos porque consumimos demasiado. 

reuters anuncia un gran apagón de los servicios de telecomunicaciones por los problemas de suministro eléctrico

Lo cierto es que estamos recogiendo los frutos envenenados de una política energética que ha llevado a la Unión Europea a las puertas del desastre, confiándolo todo a una tecnología, la de las renovables, que todavía no está madura y que necesita avances en materia de almacenamiento, las famosas baterías, que por el momento no permiten garantizar la estabilidad del suministro si otras fuentes de respaldo, como la nuclear, el gas o incluso el carbón. Repower EU, lo llaman.

NUEVOS PGE CON LAS TRAMPAS DE SIEMPRE

Y en España el Gobierno que está a punto de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado con los que espera terminar la legislatura prometiendo subidas de impuestos a los ricos, bajadas a los pobres y gasto público a mansalva para comprar votos. Nada nuevo bajo el sol pero que se produce en un momento en el que la economía mundial se prepara la recesión.

El nuevo cuadro macroeconómico que saldrá del despacho de Calviño apuntará a un crecimiento del PIB en el entorno del 2% para 2023 (no es broma), cifra que evidentemente no se cumplirá pero que permitirá hacer trampas con las previsiones de ingresos y así aprobar medidas de gasto adicionales de corte electoral. 

CALVIÑO REBAJARÁ LA PREVISIÓN DE CRECIMIENTO DEL PIB DE ESPAÑA EN 2023, FIJÁNDOLO CERCA DEL 2%

Esta estratagema es ya recurrente en España y la hacen gobiernos de todo color y pelaje. El mecanismo es relativamente sencillo, se manipula al alza la cifra de incremento del PIB inflando la demanda interna (consumo de hogares e inversión de empresas), lo cual a su vez arroja un repunte de los ingresos fiscales que permiten reducir el agujero de las cuentas públicas (el déficit).

Se trata de trilerismo presupuestario que Bruselas permite, aunque de vez en cuando nos pida ajustes y reformas que sólo se realizan cuando la prima de riesgo se dispara. ¿Ocurrirá antes de que vayamos a las urnas?

LA OPEP+ PREPARA OTRO RECORTE

También es noticia la OPEP+, cartel petrolero que dirigen Arabia Saudí y Rusia que el próximo miércoles celebra su reunión en Viena. Un encuentro que será presencial por primera vez desde que comenzó la pandemia y en el que está previsto que se apruebe otra reducción de la producción de crudo, repitiendo la jugada de septiembre para impulsar al alza el precio, que se encuentra en los 88 dólares el barril (el Brent, la referencia europea). 

La AIE espera una reducción de la demanda de petróleo global en 2023 por la recesión y los países productores responderán reduciendo el flujo. Es lo que sucede cuando un cartel controla el mercado, que no se le puede decir a qué precio vender un bien del que depende la economía planetaria (por mucho que los políticos se empeñen en decirnos que van a poner «topes» de precios). Los defensores de la “descarbonización”  suelen eludir que alrededor de las dos terceras partes de la demanda de energía primaria se cubre con hidrocarburos.

UNA VERDAD INCÓMODA: DOS TERCERAS PARTES DE LA DEMANDA DE ENERGÍA PRIMARIA SE COBRE CON HIDROCARBUROS

En cuanto a los mercados bursátiles, la sangría ha continuado en la última semana, en la que los inversores han terminado de claudicar tras un verano en el que la volatilidad ha sido la gran protagonista. Desde el 20 de junio el S&P 500 ha perdido un 5,3%, el Nasdaq un 4,1% y el Dow Jones un 6,6%. Los primeros índices registran su peor racha en un trimestre desde la crisis de 2008 y el tercero cierra con la peor evolución de los últimos siete años.

SANGRÍA BURSÁTIL EN 2022

JP Morgan ya apunta a que este año Wall Street puede entrar en el top ten de mercados bajistas de la historia porque, aunque no se han registrado jornadas de desplomes salvajes, los principales índices van, poco a poco, dejándose la piel por el camino.

En cuanto al Ibex, la subida del pasado viernes no logró maquillar un mes que ilustra la debilidad del parqué español, que ha cerrado su peor septiembre desde el año 2002. En el conjunto del trimestre ha perdido más de un 9% –casi el triple que el EuroStoxx– y ya son pocos los que auguran rebotes importantes en el corto plazo.

Las próximas subidas de tipos del BCE y la rebaja de las previsiones de crecimiento económico seguirán lastrando a los principales valores del selectivo, aunque algunos puedan beneficiarse del maná norteamericano gracias al plan de inversión pública de la Casa Blanca.

Veremos si tras las elecciones de midterm el Partido Demócrata se ve obligado a dar marcha atrás en este programa de gasto que en esencia es profundamente inflacionario, a pesar de que haya sido incluido en una Ley para luchar contra la inflación. Vivimos tiempos orwellianos en los que conceptos como la «neolengua» y el «doblepensar» (mantener dos opiniones contradictorias a la vez) se están convirtiendo en normas.