Marcha atrás de la banca central, China se frota las manos y hachazo fiscal en España

Comienza la semana sin conocer el desenlace de una invasión que, lejos de terminarse en unos pocos días, ha dado lugar a una nueva guerra civil en la que la OTAN y Rusia luchan como en los tiempos de la Guerra Fría, aunque en esta ocasión la organización atlantista haya decidido elegir la vía económica para acabar con el enemigo. El problema es que las sanciones afectan duramente a Europa (y a todo Occidente), sobre todo en materia energética, lo cual obligará a los ciudadanos del Viejo Continente a ajustarse el cinturón antes de lo esperado.

INTERVERVENCIÓN EN UCRANIA

En unas semanas o meses, cuando se escriba la historia de este 2022, muchos asegurarán que la recesión económica y la inflación fueron consecuencia de la intervención rusa en Ucrania, pero lo cierto es que los problemas ya existían y son el resultado de años de irresponsabilidad monetaria y fiscal, de ruptura de los principios del libre mercado y de capitalismo corporativo. Todo ello queda hoy oculto bajo los escombros de las bombas, en una guerra que servirá a los burócratas y a los empresarios que viven gracias a los privilegios estatales para pedir a las familias sacrificios y eludir su participación en la génesis del fin del ciclo económico.

Los bancos centrales ya se están planteando incluso aplazar las necesarias subidas de tipos para no anticipar una recesión que ya asoma por el horizonte. En el Banco Central Europeo (BCE) había muchas dudas antes de la acción militar de Putin y ahora en el consejo de gobierno se debate retrasar a 2023 o incluso 2024 la retirada de los mal llamados estímulos monetarios.

En cuanto a la Reserva Federal, las palabras de Jerome Powell limitando la subida de las tasas de referencia a un cuarto de punto en la próxima reunión del FOMC –que tendrá lugar el 14-15 de marzo– es considerado como una marcha atrás en su intención de contener la escalada de los precios, que están en niveles nunca vistos desde las crisis del petróleo de los años setenta del pasado siglo.

LOS BANCOS CENTRALES HAN CAÍDO EN SU PROPIA TRAMPA: DEBEN ELEGIR ENTRE CRECIMIENTO E INFLACIÓN EN MEDIO DE LA GUERRA

Finalmente los bancos centrales han caído en su propia trampa, ya que ahora se ven obligados a elegir entre crecimiento del PIB y control de precios en un momento en el que el terremoto geopolítico elimina el margen para actuar. El riesgo de que se produzca una hiperinflación es muy elevado, ya que como explicaba certeramente el economista austriaco Ludwig Von Mises, cuando la sociedad percibe que la inflación no es transitoria sino estructural, con unos poderes monetarios que están atados por la presión política, entonces la espiral se desata y los ciudadanos acaban repudiando su moneda.

En este caso, además, las sanciones aplicadas al Banco Central de Rusia, bloqueando el acceso a sus reservas en el extranjero, aporta un nuevo componente a una guerra de divisas que lleva años gestándose y que ahora comienza a dar la cara. Si los países que no están en la órbita de la OTAN deciden apostar por otras monedas para realizar sus intercambios esto puede amenazar la hegemonía del dólar. Sobre todo si esos estados son productores de hidrocarburos.

¿EL FIN DEL PETRODÓLAR?

Podemos estar asistiendo al principio del fin del sistema del petrodólar, algo que incluso admite el propio presidente de la Reserva Federal, al señalar que es posible que el dólar deje de ser la moneda de reserva por antonomasia y comparta su cetro con otra, como el yuan digital.

Y es precisamente China la que más puede ganar en este río revuelto, ya que a largo plazo su objetivo es colonizar económicamente los países de la Nueva Ruta de la Seda, un plan en el que la divisa ocupa un lugar fundamental. De esta guerra en el Este de Europa el gigante asiático puede salir muy fortalecido, sobre todo si tiene éxito en el papel de mediador que le ha otorgado la Unión Europea y consigue que Rusia se replantee su estrategia en Ucrania.

Si esto se produce, China dejará de ser el ‘poli malo’ y esto favorecerá no sólo a Xi Jin Ping, sino a aquellos gobernantes y empresarios occidentales que sienten envidia del sistema de capitalismo de Estado forjado en el país del dragón rojo y aspiran a emularlo en Occidente.

Mientras todo esto sucede en las altas esferas de la política y la economía en España somos más pedestres y poco imaginativos. Como ha sucedido siempre que se atisban nubarrones económicos en el horizonte nuestros gobernantes hacen populismo con una mano y con la otra preparan al Fisco para esquilmar aún más a los hogares y empresas, que siempre acaban pagando los desmanes de sus dirigentes.

SUBIDA FISCAL DE 35.000 MILLONES

El famoso Libro Blanco de la reforma fiscal elaborado por los «expertos» de la ministra de Hacienda incluye una batería de subidas de impuestos de 35.000 millones de euros. Falta conocer si se incluirán en los Presupuestos de 2023 o si el Gobierno esperará al año siguiente para que no le afecte en las urnas. El presidente del comité que ha diseñado el hachazo fiscal tiene las ideas claras: «es lamentable decir que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos». Juzguen ustedes mismos.

La estrategia para defender ante la opinión pública esta vuelta de tuerca fiscal es ya tradición: asegurar que es una obligación impuesta desde Europa para así poder recibir los famosos fondos del Next Generation EU. Lo mismo sucederá con el segundo paquete de la reforma de las pensiones diseñado para rebajar la factura anual de unas arcas de la Seguridad Social que tienen un agujero estructural, con una deuda que alcanza ya los 100.000 millones de euros.

La excusa medioambiental y la falsa premisa de que las subidas de impuestos son «para los ricos» impondrán un nuevo navajazo a las cuentas de hogares y pymes justo en un contexto de recesión inflacionaria. Vienen malos tiempos para la lírica.

NACIONALIZACIONES EN FRANCIA

En otros países, como en Francia, la idea es aprovechar la situación para iniciar una oleada de nacionalizaciones de empresas. La cercanía de la cita electoral y la constatación de que los préstamos para garantizar la liquidez durante las restricciones pandémicas no se van abonar han provocado que Macron se haya puesto el traje del general De Gaulle, pasando de defender el capitalismo cuando trabajaba en las filas de la banca Rothschild a defensor de la intervención para evitar que las empresas zombies cierren sus negocios acosados por las deudas. ¿Servirá de ejemplo para otros países de Europa?

Siempre que hay guerras y crisis económicas los Estados salen reforzados, lo cual es una paradoja si tenemos en cuenta que son precisamente esos Estados quienes las han provocado. Esta semana, más que nunca, abróchense los cinturones y procuren no levantarse de sus asientos.