En 2012, en plena debacle económica, los españoles se familiarizaron con un término económico básico, pero poco conocido popularmente: la prima de riesgo. Ahora, esos mismos ciudadanos están haciendo un nuevo descubrimiento con los llamados precios del carbono o derechos de emisión de CO2. La razón, como aquel entonces, es que la escalada del precio de ambos índices a niveles récord promovida por los especuladores tiene un fuerte efecto en sus bolsillos. En este caso, esa subida vertical está impulsando el precio de la luz también hasta máximos nunca vistos.
Así, los derechos de emisión de carbono europeos, conocidos como EUA, establecieron un nuevo precio récord al alcanzar los 58,16 euros por tonelada métrica, durante la intradia de la sesión celebrada el pasado 16 de agosto. La cifra supone el tercer pico histórico destacado en los últimos dos meses. A su vez, también supone multiplicar casi por cuatro el valor que tenía en marzo de 2020, cuando apenas supera los 15 euros. Detrás de este súbito incremento, que se lleva produciendo durante julio y agosto, están factores ya conocidos como los altos precios del gas.
Pero es el único. También estarían detrás de ese incremento el aumento de las emisiones, que dispara la demanda de derechos, o la aprobación del programa ‘Fit for 55’ por parte de la Comisión Europea. Un programa que tiene la intención de incrementar la reducción de emisiones, pero que también supondrá reducir a la baja el número de derechos en circulación, lo que implícitamente elevará su precio. Por último, hay un elemento más que pasa desapercibido, pero cuyo poder en los meses de verano se dispara: los especuladores.
BANCA DE INVERSIÓN O FONDOS, LOS ÚLTIMOS PARTICIPANTES EN EL MERCADO DEL CO2
El funcionamiento del mercado de carbono de la UE, el más grande del mundo, es extraño. De hecho, pese a que se creó en 2005 no fue hasta 2019 que comenzó a prosperar. La razón es que durante muchos años hubo un volumen excesivo de derechos que mantuvo los precios cercanos a cero. Un problema que se solucionó cuando la Comisión Europea absorbió una parte importante de los mismos hace dos años, lo que ha permitido que su cometido empiece a cumplirse. Aunque con ciertas deficiencias como se puede comprobar ahora.
LOS ESPECULADORES FINANCIERON HAN OBTENIDO MÁS RENTABILIDAD CON LOS DERECHOS DEL CO2 QUE CON EL S&P O CUALQUIER FONDO ESG
Así, se articula a través de las asignaciones que la Comisión subasta casi todos los días, unas asignaciones que se limitan en función de los objetivos de emisiones determinados políticamente. Por ello, cuando estás han sido más ambiciosas, como con el ‘Fit for 55’ el número de ellas tiende a reducirse. Los derechos emitidos los demanda, principalmente dos tipos de empresas: por un lado, los gigantes de la energía, que incluye también la calefacción, como puedan ser Iberdrola en España o RWE o Engie en Europa. Por otro lado, las firmas industriales, como las acereras ArcelorMittal o Acerinox, aunque éstas los reciben gratis, en su mayoría, para evitar la tentación de trasladarse al extranjero.
Eso ha sido así durante muchos años, pero en el último año ha surgido un nuevo participante: los especuladores financieros. Un grupo que incluye desde bancos de inversión, como Goldman Sachs y Morgan Stanley, a fondos de cobertura, como Lansdowne Partners y Northlander Advisors. Éstos no están obligados a tener derechos de emisión, como los anteriores, pero han aprendido que son una fuente de ganancias muy importante para sus cuentas, ya sea negociando en nombre de las empresas de servicios públicos o especulando en los mercados de futuros u opciones.
EL EFECTO DE LOS ESPECULADORES SE DISPARA EN VERANO
De hecho, los inversores o especuladores de los derechos de carbono han obtenido más rentabilidad que el índice S&P, que ahora está en máximos, o que los fondos destinados a la inversión ESG en lo que va de año, en los últimos 12 meses o, incluso, en los últimos tres años. Más allá de la rentabilidad, se trata de unos activos con cierto atractivo porque al ser un mercado creado artificialmente, también políticamente, no guarda excesiva relación con cualquier otro producto de inversión, lo que le convierte en una inversión perfecta para diversificar riesgos.
A pesar de las ventajas ya comentadas, los especuladores han aprendido algo más acerca del mercado EUA: que en los meses que hay poca negociación, como los de verano, pueden empujar los precios al alza para incrementar sus ganancias. De hecho, un informe de BloombergNef (BNEF), el portal especializado en energía del portal económico, señala que «la volatilidad [en el mercado] aumenta cuando el volumen de negociación es pequeño» a lo que añade que «los especuladores pueden aumentar la volatilidad y crear picos de precios si operan de manera oportunista». Como ha estado ocurriendo en julio y ahora en agosto.
Finalmente, concluye que «los movimientos de precios en el mercado de derechos de CO2 se han alineado con los cambios en las posiciones de los fondos de inversión (…) Esto sugiere que los especuladores pueden provocar grandes movimientos de precios«. Obviamente, esos movimientos son en sus beneficios. Aunque hay más, ya que, pese a que en los meses con poco volumen es más fácil crear esos picos artificiales, los analistas de BNEF estiman que el fenómeno se lleva produciendo desde el 2020, por lo que es previsible que se sigan produciendo entradas e incrementos de precios.
SE ESPERA UN FINAL DE AÑO DE INFARTO EN EL PRECIO DE LA LUZ
De hecho, las estimaciones que hacen sobre la evolución de los precios es que sigan batiendo récords al alza a medida que se acerca el final de año. Así, hay más de 84.000 órdenes de compra que se deben ejecutar, además que seguramente se harán, hasta el 31 de diciembre de 2021. Pero es probable que esa cifra se incremente notablemente. Al fin y al cabo, solo hasta septiembre ya hay cerca de 61.000 órdenes para adquirir derechos, lo que quiere decir que en los próximos meses se acentuará el número de operación de cara a finales de año.
Así, el precio estimado por los analistas se acerca a los 65 euros por tonelada métrica de cara a finales de año. Un nuevo precio récord que se sustenta por el impulso de los especuladores, la reducción de la oferta de derechos, el aumento de la demanda y los altos precios del gas. En concreto, el índice Title Transfer Facility que es la referencia para el gas europeo marcó valores no visto desde el 2013, pero apunta a que serán mayores en los próximos meses. Tanto por la incertidumbre en torno al gas ruso, como por la necesidad de almacenamiento en Europa o que muchos navíos que transportan el gas se están saltando Europa con dirección a Asia.
En definitiva, todo apunta a que los derechos de emisión seguirán con su espiral ascendente al menos hasta finales de año. Aunque nadie descarta que todavía puedan ser más altos en el primer trimestre del 2022, lo que pondría un grave problema para el bolsillo de los ciudadanos en mitad del frío invierno. Un desenlace desolador para muchos menos para la banca de inversión y los fondos de cobertura que se frotan las manos con lo que está por venir.