Con muy poco movimiento, sin su paseo diario y sin correr detrás de los nietos. Así han vivido el confinamiento muchas personas mayores, quienes ahora, más de dos meses después, pueden sufrir el síndrome biológico de fragilidad, estado fisiológico que se caracteriza por hacer mucho más vulnerables a quienes lo padecen y reduce sus posibilidades de recuperación ante enfermedades.
El jefe del servicio de Medicina Interna de Quirónsalud Tenerife, el doctor José Alejandro Medina, explica que pasar tanto tiempo sin ningún tipo de actividad física puede provocar la pérdida del 10% de la masa muscular y que en los ancianos esta debilidad, además de exponerles en mayor medida a sufrir fracturas, hace que la respuesta de su organismo a, por ejemplo, las infecciones, sea mucho más pobre.
El doctor Medina explica que en los casos más leves, la recuperación paulatina de las rutinas les ayuda a recuperar la forma física; pero en que en los cuadros más graves, que se corresponden con personas que tienen dificultad para levantarse de un sillón o que no son capaces de recorrer cuatro metros en menos de 10 segundos, es muy importante que un profesional en la materia le paute una serie de ejercicios para tratar de recuperar su autonomía y funcionalidad.
«Este entrenamiento tiene que ir siempre acompañado de una buena planificación nutricional basada en una hidratación adecuada y en alimentos nada procesados; sobre todo si tenemos en cuenta que la alimentación es otro de los aspectos que muchas personas han descuidado durante esta crisis sanitaria crisis sanitaria», apunta el médico internista de Quirónsalud.
En edad laboral
Las consecuencias negativas que el aumento del sedentarismo tiene sobre la salud no es exclusiva de los ancianos, también afecta a las personas en edad laboral cuya jornada ha perdido la delimitación horaria, lo que les obliga a estar permanentemente conectados. Esto ha hecho que mucha gente haya roto no solo sus horarios, sino también las rutinas positivas que mantenían antes de la pandemia, como hacer ejercicio varias veces a la semana. «Todo esto perjudica nuestra salud y aumenta las probabilidades de acumular daño vascular y/o en el aparato locomotor», apunta el especialista.
«Existe una relación dosis-respuesta entre el número de horas sentados y la morbi-mortalidad cardiovascular, lo que quiere decir que a más sedentarismo más se acumula el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, un ictus o isquemia en los miembros inferiores.», apunta el doctor Medina. «Nos hemos atrofiado, hemos perdido hábitos y reflejos y a la hora de recuperar la actividad tras el confinamiento, pueden aparecer problemas que antes no tenías, como una insuficiencia venosa crónica, o que seamos más propensos a sufrir lesiones como traumatismos, algunos de ellos peligrosos como son las fracturas de cadera en el anciano», asegura el especialista, por ello, es importante que la recuperación de nuestras rutinas y actividad física diaria se haga de forma gradual.