La Comunidad de Madrid y Vitoria movieron ficha el lunes para evitar la propagación del coronavirus. Dos de los lugares más afectados por la pandemia (tildada así por la OMS) optaron el lunes por imitar la medida italiana de cancelar momentáneamente las clases. En la capital, donde se han registrado más de medio millar de casos, Isabel Díaz Ayuso ha recomendado el teletrabajo a las compañías. Una libertad que, aunada a la posibilidad de contagio en la ciudad, ha desembocado en la fuga de muchas personas al pueblo.
“Se aconseja a las empresas que se realice teletrabajo y facilitar flexibilidad horaria para la conciliación familiar”, puede leerse en el escrito que emitió la Comunidad de Madrid. Una fórmula para tratar de que los padres puedan cuidar de sus hijos mientras realizan sus labores profesionales. Aunque muchos tendrán que recurrir a los abuelos, que casualmente son los más vulnerables al coronavirus.
El principal objetivo es evitar un masivo contagio de personas, debido a que los hospitales no podrían dar abasto. Cuanta menos gente acuda al trabajo, menos habrá en el transporte público y también se reducirán las posibilidades de ser afectado por el coronavirus dentro de las oficinas, habitualmente espacios reducidos con un gran número de personas.
El teletrabajo es una de las medidas más demandadas por los españoles y que escasas empresas llevan a cabo en contados días. Evitar el estrés de los atascos, el transporte público a hora punto y la comodidad de estar en casa. Son muchos los motivos que han llevado a miles de españoles a reclamar una medida que, sin embargo, ha tenido que esperar a la crisis del coronavirus para llevarse a cabo. Y muchos lo celebran para irse al pueblo.
Algunas empresas han propuesto días de prueba para comprobar el funcionamiento del sistema y después tomar una decisión. Otras tomarán medidas a partir de la próxima semana. Lo que está claro es que ha habido más movimiento que nunca. Y ya sean menos o más días, una gran parte de las compañías apuestan por el teletrabajo. Eso sí, siempre que se pueda. Lugares de cara al público o con programas específicos tendrán que asumir el riesgo. Pero los que no, se van al pueblo.
No es una decisión consensuada ni algo generalizado, pero el movimiento es claro. “¿Cuándo tiempo vamos a trabajar desde casa?” es ahora la pregunta más frecuente. Muchas personas aprovechan para regresar a su lugar de origen o para evadirse en el pueblo de los padres. Sin nada que ate a la ciudad, parece el momento idóneo para escaparse a los pueblos, donde la población por metro cuadrado se reduce además drásticamente y la posibilidad de contagiarse de coronavirus es mucho menor.