Fernando Savater decía que “es la certidumbre de la muerte lo que nos convierte en humanos”. ¿Qué nos aporta el hecho de saber que vamos a morir?

En todos los ámbitos de la vida, las personas construyen ilusiones que les permiten avanzar, porque quizás la vida no tiene sentido, pero el sentido es necesario para la vida. Utilizando la expresión del escritor e historiador Yuval Noah Harari, “el hombre es un animal que tiene la peculiaridad de ser capaz de crear ficciones y creérselas”. Y se ha demostrado que ese potencial para crear ficciones, esa dimensión que llamamos cultura, genera una capacidad de adaptación superior a la de otras especies. Nos permite avanzar a un ritmo muy acelerado, mucho más que si nos dejáramos llevar por la fuerza evolutiva natural. Por ejemplo: en la prehistoria, la edad media de vida era de 18-19 años, a mediados del siglo XIX era de 38-40 y ahora estamos ya en los 80 y tantos. O sea que en toda la historia se duplicó una sola vez, y en un siglo y pico se ha más que duplicado.

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«Ahora vivimos mucho más tiempo y todo esto plantea nuevos retos.»

La mayoría de fenómenos contemporáneos no se entienden si no se parte de este hecho. Es un cambio brutal en todos los ámbitos de la experiencia. Ahora vivimos mucho más tiempo y todo esto tiene consecuencias y plantea nuevos retos: en la creación de grandes urbes, en el sostenimiento de los equilibrios globales, en la propia experiencia personal, en los sistemas de asistencia social y también en el ámbito de la muerte.

¿Deberíamos pensar y hablar más sobre cómo queremos morir?

A mí, francamente, lo que hagan conmigo después de mi muerte me tiene sin cuidado. Otra cosa es el acompañamiento en los momentos finales, y más si tienes una muerte lenta. Aunque cada cual lo vive a su modo y no se pueden establecer leyes universales, es deseable que la persona se sienta acompañada, cuidada. Y si te sientes cómodo contigo mismo, si has hecho con tu vida lo que estaba a tu alcance, lo que te apetecía, probablemente lo vivirás mejor que la persona que se va muy cruzada. Para mí, morir dignamente es morir con el mínimo dolor y malestar posibles, y tener la complicidad y la empatía de la gente que quieres.

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