Los escándalos ponen en jaque al CEO de ING

El CEO de ING, Ralph Hamers, vive su peor momento al frente del banco holandés desde su nombramiento en 2013 debido a los escándalos judiciales, fallos informáticos y la pérdida de valor de las acciones en Bolsa.

El lema de Ralp Hamers era claro y preciso: “Disrupt yourself before a competitor does it first” (“Rompe antes de que un competidor lo haga primero”). Le llevó a liderar unos de los mayores bancos digitales de Europa. Sin embargo, las malas noticias se acumulan en los últimos meses.

El teórico liderazgo tecnológico ha quedado en entredicho después de los reiterados fallos informáticos que están sufriendo los clientes de ING en Bélgica, segundo mercado más importante para la entidad. Según informa Bloomberg, los clientes belgas se están viendo obligados a esperar horas o incluso días para simples transacciones debido a las caídas del sistema. En algunos casos, añade, los atrasos han impedido que empresas paguen las nóminas de sus empleados.

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La entidad está trabajando en la fusión de los sistemas informáticos de Bélgica con los de los Países Bajos, proceso que no finalizará hasta 2021, según ha informado el propio ING a Bloomberg News. El proyecto Orange Bridge ha movilizado a cerca de 5.000 empleados del banco y hasta el momento ha trasladado a más de 600.000 clientes a la nueva plataforma.

«Una transformación como esta no transcurre en un día y el modelo necesita algo de tiempo para madurar», ha comunicado el banco. «Y si bien ha habido presión en ciertos niveles de servicio internos, estos fueron todos aceptables y dentro de los límites de control», ha incidido en el comunicado.

ING: PROBLEMAS QUE INCIDEN EN SU COTIZACIÓN

Hamers, un ejecutivo que usa vaqueros y zapatillas, una atracción en las conferencias de tecnología financiera, declaró que algún día los bancos ya no necesitarían balances, simplemente pondrían en contacto a los servicios financieros con los clientes como hace Uber con conductores y pasajeros.

Esa imagen cool se derrumbó tras conocerse que ING permitió que usaran el banco para lavar dinero entre 2010 y 2016. Los fiscales holandeses, tras dos años de investigación criminal, determinaron que la entidad no ejecutó prácticas básicas contra el lavado de dinero, como examinar a nuevos clientes o actuar sobre indicaciones de actividades sospechosas.

ING ha cerrado el asunto con el acuerdo de pagar una multa de 775 millones de euros y tomar medidas para abordar las “deficiencias estructurales” de la compañía. Estos problemas han provocado una caída del 27% en el precio de las acciones en 2018.

ING

«La gente ahora tiene dudas y Hamers está en una posición vulnerable«, ha declarado Jos Versteeg, un analista que cubre la actualidad de ING en InsingerGilissen, un banco privado holandés. “Hamers está muy dedicado a ING y no creo que la junta lo sacrifique; muy pocas personas dentro de ING quieren que se vaya”, ha insistido a Bloomberg.

Por su parte, los accionistas de ING quieren dejar atrás todas estas cuestiones y mirar adelante. «Lo único que ING puede hacer para restaurar la confianza es presentar resultados«, ha declarado Joost de Graaf, gerente senior de cartera en Kempen Capital Management.

UN FUTURO FOCALIZADO EN LA TECNOLOGÍA

Estos problemas pueden tener su lado positivo para ING, si aprende la lección. «La gente ahora hace sus operaciones bancarias cuando están esperando el metro o su café en Starbucks; hay que repensar el banco para esa tecnología«, declaró Hamers en la conferencia Money 20/20 celebrada en julio en Amsterdam.

Su apuesta por la tecnología llevó a la entidad holandesa a ser pionera en el sector. Fue la primera en presentar un banco sin sucursales con su franquicia ING Direct y hoy opera on line en toda Europa y Australia. Además, en la actualidad es capaz de ofrecer préstamos de hasta 100.000 euros para pequeñas empresas en Francia, Italia y España en solo 10 minutos a través de algoritmos que analizan no solo los datos crediticios de los prestatarios, sino también sus publicaciones en Facebook y Twitter.