Los procesos electorales son un arma de doble filo para las compañías privadas. Sobre todo si son concesionarias del Estado o gran parte de su negocio depende de la contratación pública, o de procesos de licitación. Y en ese escenario están Iberdrola y Acciona tras las elecciones presidenciales en México. El país azteca, como todos, tiene que apostar al verde en materia energética. Pero también, como todos, el impulso que se ofrezca desde la administración pública será esencial.
Además, México tiene mucho que caminar en materia energética. Y es que hasta diciembre de 2013 la generación, transporte, distribución y comercialización de energía eléctrica estaba reservada exclusivamente al Gobierno Federal a través de la Comisión Federal de la Energía (CFE). De este modo, las únicas opciones de venta de energía renovable eran la Producción Independiente de Energía (centrales de generación eléctrica que venden su producción directamente a CFE) o los Contratos de Autoabastecimiento (centrales de generación eléctrica que venden su producción a un centro de carga que tiene algún porcentaje de propiedad sobre la planta de generación).
Finalmente, el 20 de diciembre de 2013 se publica una reforma constitucional que introduce cambios significativos en el modelo energético mexicano, provocando una apertura del mismo y aceptando una mayor participación privada. Además, la nueva Ley de la Industria Eléctrica (LIE), publicada el 11 de agosto de 2014, concreta, para el sector eléctrico, esos cambios sustanciales.
Bajo este contexto, según un informe de Bloomberg Intelligence (BI), México estaría ampliando sus objetivos de renovables y, debido a eso, las principales compañías del sector están con ganas de invertir. Ahora bien, según los analistas, la victoria de Andrés Manuel López Obrador podría traer una ligera desaceleración del proceso, algo que Enel, la francesa Engie y Acciona ven con cierto recelo.
MÉXICO, RETOS PARA IBERDROLA, ACCIONA… Y TODOS
López Obrador llega en un momento complejo. Recibirá un país con problemas económicos, la mayor ola de violencia en 80 años, una incierta renegociación de su principal acuerdo comercial, escándalos de corrupción y múltiples denuncias por violación a derechos humanos. Esto puede provocar que la última de sus preocupaciones sea la reactivación de las subastas para instalar energía renovable.
Lógicamente, la preocupación para las compañías que operan allí es distinta. Por ejemplo Iberdrola tiene 944 empleados en México y el pasado ejercicio obtuvo unas ventas en el país por valor de 2.617 millones de euros. Por eso, al igual que Acciona, lo que suceda es importante. Más si cabe para la energética que, en otros mercados, se encuentra con los problemas de sus centrales térmicas y el cierre de las mismas.
En estos momentos, según los analistas de Bloomberg, no se espera que haya un recorte en los procesos de subastas de renovables que hay abiertos. El anterior Gobierno de Peña Nieto dejó una hoja de ruta establecida bastante clara y, lo único que preocupa, es la juventud de un mercado eléctrico que lleva poco tiempo liberalizado. No obstante, López Obrador ha mostrado interés en reevaluar las políticas energéticas, por lo que en muy poco tiempo se conocerá si hay modificación en las importantes subastas de renovables que habrá en México. Y a buen seguro que a Acciona le interesa, puesto que los proyectos en México podrían representar aproximadamente el 7% de la capacidad instalada de la compañía.
Por lo que respecta a los objetivos de energías limpias en México, espera alcanzar un 35% de renovables en 2024, algo que los analistas dan por hecho y no creen que López Obrador haga cambios al respecto. Por ese motivo, el impulso a la eólica y solar necesita de capital extranjero, y ahí es donde Enel, SunPower, Engie, Iberdrola, JinkoSolar y Canadian Solar se la juegan.