En cierta ocasión un alto cargo del PP me confesaba en su despacho de Génova 13 que no comprendía cómo con todo lo que le estaba cayendo al PP y a Mariano Rajoy –estábamos en los minutos finales de la primera legislatura del actual presidente del Gobierno-, la única que se salvaba de ser carne de las tertulias y los programas satíricos de televisión era Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno.
En el libro ¡Es el cambio, estúpido! que escribimos Fernando Jáuregui y yo, ya contábamos como ese era uno de los motivos de mayores fricciones entre los ministros que conformaban aquel grupo que se llamó el G-5 –ampliado luego a G-8-, abiertamente enfrentado a la vicepresidenta. Lo cierto es que, en efecto, durante mucho tiempo –y todavía hoy- Sáenz de Santamaría goza de un trato especial en los medios de comunicación.
Y eso tiene una explicación: en los primero años de Gobierno de Rajoy, la vicepresidenta se encargó de buscarse dos apoyos mediáticos fundamentales. Uno era Mauricio Casals, el hombre de Planeta en Atresmedia. La vicepresidenta, saltándose probablemente todos los informes jurídicos en contra, autorizó la compra de La Sexta por parte del Grupo y además intervino para que esa compra estuviera convenientemente financiada.
El segundo apoyo se llamaba Juan Luis Cebrián. Con PRISA ocurría tres cuartos de lo mismo. El Grupo se encontraba en quiebra y la vice se encargó de que un grupo de entidades financieras le hicieran el favor de salvar económicamente lo que, de otro modo, habría acabado en quiebra. Eso hizo que un periódico tradicionalmente vinculado al PSOE y claramente de izquierdas en lo ideológico, se fuera poco a poco acercando al PP, o más que al PP, a Soraya.
Pero Mauricio Casals dejó de ser quien era el día que le imputaron por el ‘Caso Lezo’, y desde entonces en los programas más críticos de La Sexta con el Gobierno ya no se salva ni la vicepresidenta. La segunda muleta de Soraya, Juan Luis Cebrían, ha caído estos días por un golpe de mano del accionariado que no quiere ver como naufraga el buque de PRISA. Habrá que ver en que se traduce eso, pero de entrada sus dos principales apoyos para la sucesión de Rajoy, ya no están.