El Reino Unido asustado por la dureza de la UE en las negociaciones

Flavia Krause-Jackson para Bloomberg

Philip Hammond, canciller del Reino Unido, ha explicado que tiene intención de liberar más dinero para que el Reino Unido se prepare para un  “no acuerdo” sobre el Brexit. Hammond señala que será necesario si no hay señales claras de progreso en las conversaciones con la Unión Europea a principios de 2018.

«Habrá áreas en las que necesitemos gastar dinero en el próximo año, si no podemos avanzar de manera estable y segura hacia un acuerdo de transición», ha señalado el canciller este miércoles ante el comité de tesorería del parlamento.

Las palabras de Hammond recalcan la actitud de ambas parte. Él mismo había rechazado está posibilidad, ahora sugiere que el Reino Unido necesitará disponer de efectivo.

«No creo que debamos hacer gastos potencialmente inútiles hasta el último momento, que no quede más remedio de hacerlo», ha argumentado. «Estaremos listos, pero no lo gastaremos antes de lo necesario».

Hammond ha añadido, en referencia al desafío hecho por los negociadores de la UE: «Algunos me están instando a gastar dinero para mostrar a la UE que nos referimos a negocios. Creo que la UE sabe que nos referimos a los negocios».

El canciller ha continuado con su discurso, diciendo que el gobierno necesitaba prepararse para «la posibilidad de una ruptura no amistosa en las negociaciones, donde no solo tenemos la falta de cooperación y el peor escenario, sino que incluso una situación en la que la gente no necesariamente actúa en sus propios intereses económicos». Es posible, ha añadido, que esto podría significar que los datos no puedan moverse legalmente entre el Reino Unido y la UE.

Mucho en juego

La situación es clara, el Reino Unido debe abandonar la UE en marzo de 2019, con o sin un acuerdo.

A pesar de la insinuación de la primera ministra, Theresa May, en Florencia, el clima se ha movido hacía un escenario de ruptura no amistosa. Lo que significaría un peligroso juego de alto riesgo con Bruselas.

Las conversación han tornado a un sabor agridulce , ayudado por May al argumentar que el balón estaba en el tejado de la UE y Bruselas. Sin embargo, la UE todavía tiene que decidir si permitirá que en las negociaciones se incluyan el período de transición de dos años que la el Reino Unido pide para dar a las empresas una mayor tranquilidad.

Hammond ha dicho que en Europa había un «alto grado de consenso, y eso es algo sensato». Pero el canciller también enfatizó que el valor de un acuerdo de transición está disminuyendo con el paso del tiempo, describiéndolo como «un activo tóxico».

Para algunos negocios, ha argumentado, la certeza sobre el resultado era más importante que la naturaleza misma del acuerdo.

«En muchos sectores industriales, los contratos de la cadena de suministro normalmente operan a tres años, y como esos contratos se renuevan, las empresas necesitan saber cuál será el entorno para el comercio transfronterizo y las cadenas de suministro transfronterizas», ha explicado.

Hammond ha expresado también sus dudas sobre la estructura de las conversaciones, donde la discusión de muchos temas está fuera de límites hasta se acuerden preguntas iniciales.

«Particularmente en relación con el presupuesto y con relación a Irlanda, sólo podemos llegar a una solución definitiva en el contexto de saber cuál será nuestra relación futura porque está intrínsecamente unida a las respuestas de las preguntas de la fase uno», ha concluido.