Repsol tiene un ‘Plan B’ frente al colapso renovable en España

El horizonte verde de Repsol, espera reducir sus emisiones de CO2 en un 20% en la próxima década, podría chocar con un escollo inesperado: la eterna burocracia española. Los analistas han acogido el nuevo plan de emisiones cero con agrado pese a que en muchos casos le consideran «demasiado optimista». Dichos expertos, han advertido de que las metas a más corto plazo, en concreto para 2025, podrían no cumplirse dado el colapso que vive el sector renovable español. Una situación que ha obligado a la petrolera que preside Antonio Brufau a buscar alternativas al despliegue de energías limpias en España, que era su esquema central, para no incurrir en gastos millonarios que costarían las compensaciones de carbono necesarias.

La ambición de la compañía no ha sido pequeña. El anuncio, que se hizo hace algo más de una semana, significaba convertirse en la primera petrolera (al menos de un volumen grade) cuyo objetivo es el mantenerse neutro en emisiones de CO2. Además, Repsol se comprometía frente al mercado de llevarlo a cabo bajo los criterios cerrados en la COP 21 de París. Dichos acuerdos dieron una vuelta de tuerca más al concepto sostenible y cero emisiones, puesto que hablaban de tres escenarios (las denominadas scope 1, 2 and 3 emissions) que no solo miden las que emite la propia empresa en su funcionamiento, sino que también las que producen sus clientes. En resumen, que la petrolera debe asumir también las generadas por cada litro de gasolina o diésel (también lubricantes y otros productos) que vende.

El grueso central del radical plan de transformación de la compañía, que dará a conocer más en profundidad a mediados de 2020, se sustenta sobre las energías limpias. Así, uno de los primeros esbozos que ha dibujado la compañía ha sido el de un mayor impulso en renovables para 2025. Repsol se ha propuesto pasar de los 4.500 MW, que contemplaba en su anterior plan estratégico, a alcanzar los 7.500, hasta un 66% más. Una cifra que estaría en la línea de sus grandes pares europeos. Con ello, lograría cumplir con el objetivo de reducir para dicho año las emisiones de CO2 en un 10% (incluidas como se ha dicho antes las de sus clientes) para dicho año. En la actualidad, cuenta con unos 2.700 MW de nuevos proyectos eólicos y solares en desarrollo o ya aprobados, por lo que todavía quedaría un tercio del trabajo actual.

El problema es que su desarrollo podría convertirse en un calvario. En la actualidad, la avalancha de peticiones para engancharse a la red de proyectos renovables ha superado la propia capacidad del regulador, la CNMC, y del gestor de redes eléctricas, Red Eléctrica. De hecho, es la principal causa por la que España no cumplirá con los objetivos renovables marcados para 2020, según señalan fuentes del sector. Hasta el punto, de que incluso las propias eléctricas que copan la mayor parte del mercado están maniobrando, con el apoyo del Gobierno y la oposición de Competencia, para quedarse con los puntos de enganche a la red de las centrales de carbón o nucleares que van a cerrarse en los próximos años.

REPSOL LLEVARÁ SUS RENOVABLES AL EXTRANJERO

El colapso anterior, que podría retrasar la puesta a punto de muchas instalaciones, ha obligado a Repsol a diseñar una extensa batería de medidas que le permitan alcanzar los objetivos a corto plazo. Entre ellas, se pueden dividir entre aquellas adoptadas a priori y otras a posteriori. Entre las primeras, la principal es la de salir al extranjero para aumentar su oferta renovable. En principio, se trata de una decisión enfocada a la internacionalización y diversificación de riesgo para generar una mayor seguridad, aunque fuentes del sector no descartan que este muy relacionada con el actual cuello de burbuja que vive el sector.

En ese plano de reducción real de emisiones, el segundo es más bien compensación, también estaría la gestión de carteras upstream (que engloba el área de exploración y producción de petróleo y gas). La idea sería la de modular el mix producido se pueden reducir las emisiones. En este sentido, la compañía española aprovecha que el gas natural, que tiene un contenido de CO2 más bajo que otros combustibles, ya representa un 65% de las reservas de firma energética. Aunque no es la única, ya que también se está planteando hasta duplicar la venta de biocombustibles.

UN COSTE DE CIENTOS DE MILLONES EN COMPENSACIONES

Por otro lado, se sitúan las propuestas de la compañía para paliar las emisiones ya emitidas. Repsol aboga por aumentar las inversiones en proyectos de economía circular u actividades como la reforestación. De hecho, esta última se está poniendo de moda entre las firmas más contaminantes como es el caso de RWE. Además, se implantará uno de los últimos desarrollos en la lucha contra el CO2: la de su captura y eliminación del aire. En realidad, la tecnología siempre ha estado ahí, se utilizaba en submarinos o transbordadores espaciales para que sus pasajeros no murieran, pero era excesivamente cara.

De hecho, poner en marcha sistemas a gran escala supondría un coste de entre 94 y 232 dólares por cada tonelada, cifras más abultadas de lo que pagan las empresas en compensaciones (una especie de seguros para emitir CO2). Éste último punto es al que Repsol acudiría, comprar dichos seguros, dado que su coste podría dispararse. Las cifras que estimó Bloomberg, aunque después fueron matizadas, es que dada la compleja situación española y lo ambicioso del proyecto de Repsol la factura podría alcanzar los 700 millones de euros. Aunque obviamente, la idea de la compañía es que las anteriores medidas sean suficientes sin tener que incurrir en más gastos.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2