El programa ‘Espejo Público’ de Antena 3 se ha convertido en el escenario de un enfrentamiento inesperado y tenso entre Gonzalo Miró y Susanna Griso, tras la polémica generada por la restauración de la venerada Macarena de Sevilla. La imagen, que es un símbolo religioso muy querido, ha sido intervenida en varias ocasiones, lo que ha provocado una oleada de críticas entre sus devotos. La presentadora no dudó en hacer un comentario sarcástico sobre el cambio del rostro de la virgen, destacando que en solo una semana esta había mostrado hasta cuatro caras distintas debido a tres intervenciones. «Esto ni un cirujano plástico», comentó, poniendo énfasis en que la mirada, las pestañas y el brillo del rostro habían cambiado considerablemente, provocando que la indignación entre los sevillanos fuera palpable y expresada en varias declaraciones al programa.
Susanna Griso vive un momento incómodo

La reacción en plató fue intensa. Al mostrar los testimonios de los seguidores de la Macarena, muchos de ellos denunciaron que la imagen estaba “desfigurada” y exigieron explicaciones a la hermandad que autorizó la restauración. La indignación era tal que algunos aseguraban que desde ese momento no levantaban cabeza, un sentimiento que Susanna Griso observaba con sorpresa. Gonzalo Miró, por su parte, apostilló que estaban “a lágrima tendida”, reflejando el dramatismo de la situación. La periodista Susana Díaz, que se encontraba en el plató, defendió con vehemencia la devoción de la gente hacia la imagen y explicó que para muchos esta restauración era mucho más que un cambio estético, pues tocaba una parte muy íntima de su fe y sus creencias, lo que justificaba su profundo malestar. Para añadir más peso a la noticia, el programa estableció conexión con una reportera en Sevilla, donde varios devotos indignados se habían congregado frente al templo, esperando que la Macarena recuperara su rostro original.
El momento más tenso llegó cuando Susanna Griso, en un intento por generar debate, puso en una posición difícil a Gonzalo Miró durante una conexión con dos beatas sevillanas. La presentadora le preguntó directamente si él creía que la imagen había cambiado tanto como afirmaban los devotos, señalando que él había declarado que no veía tanta diferencia. La respuesta de Gonzalo fue inmediata y contundente: “No, no, no. Joder, menuda clavada. Eres una sinvergüenza. Menuda clavada”. Quiso dejar claro que sus palabras habían sido tergiversadas y que lo que realmente había dicho era que, aunque reconocía que el rostro había cambiado especialmente por el color, no percibía todas las diferencias que se estaban resaltando. Este intercambio encendió aún más el debate, con Susana Díaz rebatiente: “Gonzalo, ¿no lo estás viendo? Son dos imágenes que parecen distintas”.
El golpe en la mesa de Gonzalo Miró

La discusión entre Gonzalo Miró y Susanna Griso no solo reflejó la polémica sobre la restauración, sino también la tensión que puede surgir en directo cuando las opiniones chocan. Mientras algunos defendían la emotividad y la devoción de los fieles, otros intentaban analizar con objetividad los cambios en la imagen sin dejarse llevar por la pasión. Este choque de perspectivas abrió un debate más amplio sobre cómo se deben abordar temas tan sensibles en televisión, y sobre la delgada línea entre informar y respetar las creencias populares. La emisión dejó claro que, en temas de fe, las emociones están a flor de piel y que cualquier intervención, por pequeña que parezca, puede desencadenar una tormenta de reacciones encontradas.
La polémica suscitada por la restauración de la Macarena ha puesto sobre la mesa un debate que va más allá del simple aspecto estético, pues evidencia la profunda conexión emocional y cultural que muchos españoles mantienen con sus símbolos religiosos. La figura de la Virgen de la Macarena es un emblema no solo para Sevilla, sino para toda España, y su transformación ha generado un sentimiento de pérdida entre sus fieles, que se sienten traicionados por una intervención que, a su juicio, ha desvirtuado la esencia misma de la imagen. Esta situación ha obligado a las autoridades religiosas a salir al paso, intentando calmar los ánimos y explicar los motivos técnicos detrás de la restauración, aunque sin lograr apaciguar completamente la indignación popular.
Por otro lado, el encontronazo en directo entre Gonzalo Miró y Susanna Griso ha puesto de relieve las dificultades que enfrentan los programas de televisión al manejar temas tan sensibles, donde la pasión y la objetividad chocan constantemente. Mientras Griso defendía el punto de vista más crítico y cercano a la opinión mayoritaria, Miró intentaba matizar su postura y evitar caer en la exageración, lo que provocó un choque verbal que capturó la atención de la audiencia. Este episodio es un claro reflejo de cómo la televisión actual se convierte en un espacio de confrontación donde las emociones y los argumentos deben coexistir, y donde cada palabra puede desatar una reacción inesperada, especialmente cuando se trata de temas vinculados a la identidad cultural y religiosa.