El aceite de oliva virgen extra es un pilar fundamental en la despensa y la cultura española, un invitado habitual en nuestras mesas que trasciende su mero papel culinario. Pocos alimentos pueden presumir de una historia tan rica y, a pesar de su omnipresencia en nuestra dieta, sigue guardando secretos fascinantes que la ciencia moderna se encarga de desvelar poco a poco, confirmando intuiciones que quizás nuestros antepasados ya percibían. Este oro líquido, más allá de sus conocidas virtudes para la salud cardiovascular o sus propiedades antioxidantes, esconde un componente con efectos sorprendentes que merece ser conocido y valorado en su justa medida.
Hablamos del Oleocantal, un compuesto fenólico natural presente exclusivamente en el aceite de oliva virgen y virgen extra, responsable de esa sensación picante o rasposa que notamos en la garganta al degustar un buen aceite de calidad. Esta particularidad sensorial, lejos de ser un defecto, es en realidad la firma de un ‘superpoder’ antiinflamatorio que ha captado la atención de investigadores de todo el mundo. Los estudios han revelado una similitud funcional asombrosa entre el Oleocantal y un fármaco tan común como el ibuprofeno, abriendo una nueva perspectiva sobre los beneficios de incluir este alimento milenario en nuestro día a día, no solo por tradición o sabor, sino por su potencial impacto directo en nuestra salud.
EL TESORO ESCONDIDO EN EL ORO LÍQUIDO: DESCUBRIENDO EL OLEOCANTAL

El Oleocantal es un nombre que quizás no resulte familiar para la mayoría, pero representa una de las joyas bioquímicas que se encuentran en el zumo natural de la aceituna. Se trata de un polifenol, específicamente un secoiridoide, que se forma durante el proceso de extracción del aceite en frío y, cuya concentración varía significativamente según la variedad de la aceituna, el momento de la cosecha y las técnicas de producción empleadas para obtener el preciado líquido. Su presencia es un indicador de calidad y frescura, y es precisamente este compuesto el que confiere al aceite ese característico toque picante y amargo que los catadores expertos valoran tan positivamente.
El descubrimiento de sus propiedades antiinflamatorias fue casi una serendipia, fruto de la observación de científicos que notaron una similitud entre la irritación que provoca el Oleocantal en la garganta y la que produce el ibuprofeno líquido. Esta simple observación sensorial llevó a investigar más a fondo, descubriendo que, a nivel molecular, el Oleocantal actúa de forma muy parecida al conocido antiinflamatorio no esteroideo (AINE). Este hallazgo, publicado por primera vez en la prestigiosa revista Nature en 2005, marcó un antes y un después en la percepción científica del aceite de oliva
virgen extra, elevándolo de simple alimento a potencial agente terapéutico natural.
IBUPROFENO NATURAL: LA CIENCIA DETRÁS DE LA ANALOGÍA ANTIINFLAMATORIA

La conexión entre el Oleocantal y el ibuprofeno no es meramente anecdótica; radica en su mecanismo de acción compartido sobre unas enzimas clave en el proceso inflamatorio. Ambos compuestos tienen la capacidad de inhibir las enzimas ciclooxigenasas, conocidas como COX-1 y COX-2, que son responsables de la producción de prostaglandinas, unas sustancias que juegan un papel crucial en la inflamación, el dolor y la fiebre. Al bloquear estas enzimas, tanto el ibuprofeno como el Oleocantal reducen la respuesta inflamatoria del organismo, aunque lo hagan a través de estructuras químicas diferentes y, por supuesto, en contextos muy distintos: uno es un fármaco sintético y el otro un componente natural del aceite de oliva
.
Es importante matizar la comparación en términos de potencia y dosis para evitar malentendidos y no generar falsas expectativas sobre el aceite de oliva
. La cantidad de Oleocantal presente en una dosis diaria recomendada de aceite de oliva virgen extra (unas pocas cucharadas) ejerce un efecto antiinflamatorio mucho más modesto que una dosis terapéutica estándar de ibuprofeno, pero su valor reside en el consumo regular y prolongado dentro de una dieta saludable. Mientras que el ibuprofeno se utiliza para aliviar síntomas agudos de forma puntual, el Oleocantal del aceite de oliva contribuiría a una modulación constante y a largo plazo de la inflamación de bajo grado, un factor implicado en numerosas enfermedades crónicas.
MÁS ALLÁ DEL ALIÑO: BENEFICIOS PARA LA SALUD A LARGO PLAZO

La capacidad antiinflamatoria del Oleocantal, sumada a la acción de otros compuestos beneficiosos presentes en el aceite de oliva
virgen extra como el hidroxitirosol o la oleuropeína, dibuja un panorama muy favorable para la salud general cuando se consume regularmente. La inflamación crónica de bajo grado es un enemigo silencioso que subyace en el desarrollo de muchas patologías prevalentes en la sociedad actual, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer y las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Incorporar alimentos con propiedades antiinflamatorias naturales, como un buen aceite de oliva
, forma parte de las estrategias dietéticas recomendadas para prevenir o mitigar el impacto de estas dolencias.
No obstante, es crucial subrayar que no todos los aceites de oliva son iguales en cuanto a su contenido en Oleocantal y otros fenoles beneficiosos. Para aprovechar estas propiedades, es imprescindible optar por aceite de oliva
virgen extra (AOVE), obtenido mediante procedimientos mecánicos y en frío, que preservan la integridad de estos compuestos termolábiles y sensibles a la oxidación. Los aceites refinados, etiquetados simplemente como «aceite de oliva» (que suelen ser mezcla de refinado y algo de virgen) o los aceites de orujo, han perdido la gran mayoría de estos componentes bioactivos durante los procesos industriales de refinamiento químico y térmico, por lo que su perfil saludable es notablemente inferior al del AOVE. La calidad, en este caso, marca una diferencia sustancial.
¿CUÁNTO Y CÓMO? LA DOSIS DIARIA DE BIENESTAR MEDITERRÁNEO

Integrar el poder antiinflamatorio del Oleocantal en la rutina diaria es tan sencillo como adoptar el hábito de consumir aceite de oliva
virgen extra de calidad de forma regular. Los estudios sugieren que un consumo diario de entre 25 y 50 mililitros (aproximadamente de dos a cuatro cucharadas soperas) podría ser suficiente para obtener beneficios significativos para la salud a largo plazo, siempre en el marco de una dieta equilibrada como la mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, pescado y cereales integrales. Para maximizar la ingesta de Oleocantal y otros compuestos fenólicos, se recomienda consumir el aceite de oliva
preferentemente en crudo, utilizándolo para aliñar ensaladas, añadir a tostadas, verduras cocidas o sopas justo antes de servir.
Es fundamental entender que el aceite de oliva
virgen extra, a pesar de sus demostradas virtudes, es un alimento y no un medicamento. Sus efectos beneficiosos se observan en el contexto de un estilo de vida saludable y un consumo continuado, contribuyendo a la prevención y al bienestar general, pero no debe considerarse un sustituto de tratamientos médicos prescritos para condiciones inflamatorias específicas ni una cura milagrosa. La clave está en la constancia y en la elección de un producto de alta calidad, apreciando el aceite de oliva
no solo por su sabor excepcional sino también como un aliado natural para mantener a raya la inflamación silenciosa.
EL PICOR QUE CURA: IDENTIFICANDO UN ACEITE RICO EN OLEOCANTAL

Una de las formas más directas que tiene el consumidor para intuir si un aceite de oliva
virgen extra es potencialmente rico en Oleocantal es prestar atención a sus características sensoriales, concretamente al picor. Esa sensación punzante que se percibe en la parte posterior de la garganta al tragar el aceite, similar a una ligera tos o carraspera, es la manifestación organoléptica de la presencia de Oleocantal. Cuanto más intenso y persistente sea este atributo picante, mayor suele ser la concentración de este valioso compuesto antiinflamatorio en el aceite de oliva
, un indicativo de que estamos ante un producto fresco, probablemente de cosecha temprana y elaborado con variedades de aceituna que lo producen en mayor cantidad, como la Picual, Cornicabra u Hojiblanca.
Por lo tanto, la próxima vez que deguste un buen aceite de oliva
virgen extra y note ese característico picor final, no lo interprete como algo negativo. Celébrelo como una señal de calidad y de la presencia de este ‘superpoder’ natural que la ciencia ha confirmado, una prueba palpable de que está consumiendo un alimento funcional excepcional que va mucho más allá de ser una simple grasa culinaria. Valorar y buscar activamente aceites con estas características no solo enriquecerá su paladar, sino que también podría estar invirtiendo, cucharada a cucharada, en su salud a largo plazo, aprovechando uno de los secretos mejor guardados del Mediterráneo.