Lladró nunca volverá a ser Lladró

Han pasado sesenta y tres años desde que los hermanos Juan, José y Vicente Lladró elaboraran su primera pieza de porcelana en su casa de Almácera, en Valencia. En aquel entonces nada hacía presagiar el éxito que iban a tener esas figuritas, que poco a poco iban a ir dando la vuelta al mundo hasta convertirse en uno de los máximos exponentes de la cerámica y la porcelana españolas.

Tanto es así que las piezas de Lladró llegaron a estar presentes en 123 países, contar con tiendas en las zonas más exclusivas de las principales capitales del mundo y tener más de 2.200 empleados. Ahora, poco queda de todo aquello. Tan sólo hay 700 trabajadores, y de los más de 180 millones de euros anuales de facturación que llegaron a conseguir, sólo entran 35 millones (a cierre de 2015).

hermanos-lladroEl origen de los problemas económicos se remonta a 2001. En aquel año caen las Torres Gemelas en los atentados del 11-S. El mundo empieza a cambiar y arranca uno de los momentos más críticos de la historia. El aumento del precio del euro frente al dólar complica sobremanera las exportaciones de la compañía, haciendo que las pérdidas llegaran a los, casi, 6 millones de euros en 2002.

Números rojos en los que también influyeron erróneas decisiones a la hora de aperturar nuevas tiendas. De hecho, en ese año se abrieron 9 tiendas (pasó de 12 a 21) entrando, por ejemplo, en París con una inversión de casi medio millón de euros.

Un fondo de inversión se ha hecho con el control de la empresa por un importe aun sin determinar

Un año más tarde los números negros volvían, pero no gracias a las porcelanas (que eran más del 50% del volumen del negocio), sino a la rama inmobiliaria del grupo.

Pero no sólo la expansión, el dólar y la coyuntura internacional hicieron tambalearse el imperio. También otras inversiones (aunque nunca lo reconocerán) algo más estrambóticas como los más de 11 millones de euros que pusieron en el desarrollo de Terra Mítica.

De hecho, ese mismo año (2003) se lleva a cabo la primera remodelación del accionariado empresarial. Los hermanos dieron paso al relevo generacional en el Consejo, aunque quienes conocen bien la familia, aseguran que nunca dejaron de mandar. Incluso el propio José Lladró, en una entrevista en El País años más tarde, reconocía los problemas internos. “En la familia Lladró no hemos sabido escoger un líder por soberbia” eran sus palabras, y hacía autocrítica al reconocer que “a veces había habido demasiado egoísmo”.

Los problemas familiares

Fueron años muy convulsos. Problemas propios de una empresa familiar, en el que unas ramas quieren andar el camino en una dirección y otros en la otra. La propia hija de José lo vivió en su propias carnes antes de fallecer. Rosa lideró Lladró en la década de los 90 hasta que fue apartada por sus tíos y primos.

Se dedicó entonces a la producción vinícola bajo la denominación Duque de Lladró, lo que le costó enfrentarse al resto de la familia en los tribunales que terminó perdiendo. Así que en 2007 decidió salir del accionariado pese a que el resto de los accionistas se oponían. Llegó, incluso, a plantear la salida a bolsa de la firma.

imagen-sin-tituloEse mismo año llegó el cisma. Se dividió la sociedad y Juan se ocupó de la rama de porcelana, José y Vicente se repartieron el inmobiliario y el agrícola. Era el momento del cisma total, de la ruptura de la unidad que tanto había pedido la madre de los hermanos. Sin embargo, era imposible seguir adelante. Y mientras Lladró veía cómo sus dueños se pegaban, los chinos se forraban a costa de las imitaciones de sus figuras a bajo coste. Así que, en realidad, las ventas no remontaban, los bancos apremiaban a la devolución de los préstamos… Y los números rojos seguían en la cuenta de resultados.

Intrigas, traiciones, malas decisiones…Un cóctel explosivo que terminó haciendo su efecto en una de las familias más ricas del país. No son muy conocidos, pero su fortuna (según Forbes) asciende a los 500 millones de euros. De hecho, cuentan con una SICAV (West River) que cuenta con un patrimonio de más de seis millones de euros.

Las figuras de Lladró son apreciadas en el mercado americano y en Japón. España es su tercer mercado

De hecho, no sería hasta 2015 cuando la familia volvió a unirse con la entrada de José y Vicente en el consejo de administración. Sin embargo, lejos de pacificarse la situación, fue todo lo contrario. Incluso con dos cambios en la presidencia de la compañía en pocos meses. Sin embargo, los primeros contactos con fondos de inversión ya estaban encima de la mesa.

Y así ha sido cómo, en poco más de un año, una de las marcas bandera de la cerámica española ha pasado a manos del fondo PHI Industrial que, desde esta semana, se convierte en la propietaria de la firma. Su intención, aseguran, es dar viabilidad a la empresa y mantenerla a flote en los próximos años. Veremos qué ocurre con ella y, sobre todo, en qué manos acaba a partir de ahora.