Un año de guerra comercial… ¿y hasta cuándo?

A Donald Trump se le acaban las balas con las que atacar al gigante asiático, y lo sabe porque las consecuencias de sus actos tendrán (y están empezando a tener) repercusión en la economía americana.

Durante este año el presidente ha estado inmerso en una constante campaña electoral para lograr repetir otros cuatro años en el despacho oval en 2020. Pero sabe que el desarrollo tecnológico independiente de China no tiene freno y cada vez es más rápido.

En resumen, al aplicar aranceles a los productos chinos, lo que está haciendo es obligar a las empresas americanas a repercutir el incremento del coste en el precio, por lo tanto el consumidor local deberá pagar más por lo mismo. Pero es más grave, las compañías para mejorar sus márgenes realizarán (y ya están realizando) recortes de personal. Además, el impacto de los aranceles afecta a todos los productos de los sectores energéticos, electrónicos, del automóvil e incluso el aeroespacial. Sectores clave en Estados Unidos.

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Trump tuvo que recular sobre el veto a Huawei, al darse cuenta que empresas clave del país (recordemos Google, QualComm, Intel y Micron) perderían un cliente muy importante y que el efecto esperado habría sido todo lo contrario al previsto. Al saber que la compañía china busca otros socios en Europa, Japón y Corea del Sur.

Podemos imaginar el caso contrario, China vetando a compañías americanas la posibilidad de hacer negocios con empresas locales. Esto sería un desastre dado que muchas de estas compañías (prácticamente todas) tienen un modelo de negocio con base a una estructura de costes “chinos” o “más baratos”. Si esto llegara a suceder, los recortes laborales serían catastróficos.

China lleva muchos años contratando personal cualificado para dejar de ser (o además de ser, mejor dicho) la fábrica del mundo, para ser líder también en el desarrollo de tecnología y de ideas en general. La tecnología 5G es el nuevo caballo de Troya de China, que le permitirá incluso adquirir inmunidad a cualquier sanción económica futura. Si además la propia Administración del país tiene un plan de apoyo económico para este desarrollo económico, fortalecerá al entramado industrial y tecnológico del país para competir en igualdad (o incluso con ventaja) con sus semejantes internacionales.

De hecho, China ha mejorado las relaciones internacionales, permitiendo que capital extranjero entre en el país, ayudando a financiar los proyectos locales que tendrán su réplica a nivel internacional pero siendo muy restrictivo con todo lo relacionado con la propiedad intelectual y el espionaje industrial. Esto es de mayor importancia porque implica que China no dependerá ni necesitará invertir en Estados Unidos para desarrollar su propia tecnología. Este es el punto clave. Que China no necesite nada de Estados Unidos.

Incluso en el ámbito de la agricultura, que se sepa Estado Unidos es el principal exportador de soja a China, pero esto no parece preocuparle al gigante asiático, ¿por qué?

Recordemos estas siglas: BRICS. Esta agrupación de países llevan años desarrollando un plan colaborativo mediante el cual las deficiencias individuales son compensadas de manera colectiva. Brasil incrementará sus exportaciones de productos provenientes de la agricultura, Rusia proveerá de la seguridad y el escudo militar además de un gran territorio sin explotar, India será (ya es) la fábrica del mundo, dado que en muchos sectores, sobre todo el textil, la mano de obra es más barata que la de China, el gigante Asiático aportará la tecnología de su ecosistema y establecerá las relaciones internacionales más importantes, y Sudáfrica, de reciente incorporación a este grupo (desde 2011), será el punto de entrada al continente africano,  aún sin explotar y con un potencial de crecimiento (y creación de clase media) aún más elevado que el de China.

Por lo tanto, Trump sabe que ha perdido la guerra comercial, pero no puede decirlo porque supondría la derrota en las próximas elecciones, mientras la gente no se dé cuenta, mejor no decir nada. Hasta entonces, veremos un tono más moderado y menos bélico. 

Darío García, analista de XTB