La DGT ha vuelto a poner el foco en un gesto muy cotidiano: dejar el coche en ese hueco donde “no molestas a nadie” porque siempre se ha hecho así. En muchos casos, ese espacio está protegido por una señal específica de prohibido estacionar vinculada a un vado o a un acceso permanente. Cuando la placa está correctamente instalada, la infracción se considera grave y la sanción estándar alcanza los 200 euros.
En paralelo, muchos consistorios están renovando las señales antiguas y aclarando mejor qué trozos de bordillo son realmente “intocables”. Esto está sorprendiendo a conductores que llevaban años utilizando el mismo hueco sin consecuencias. Al recibir la multa, la sensación suele ser de injusticia o confusión, pero la norma llevaba tiempo ahí.
POR QUÉ ESE HUECO YA NO ES “INOCENTE”
Durante años, aparcar unos minutos frente a un garaje del barrio ha sido casi una costumbre tolerada, especialmente en calles estrechas o saturadas. Sin embargo, el aumento de vehículos y la presión sobre el estacionamiento han llevado a los propietarios de cocheras a reclamar más. Cuando existe placa de vado o señal de prohibido estacionar, la administración recuerda que ese bordillo no es un “comodín” para nadie, aunque parezca vacío todo el día.
Además, detrás de muchas de estas plazas “de siempre” hay servicios esenciales que necesitan entrar y salir sin obstáculos, como ambulancias, vehículos de reparto o cocheras comunitarias. El problema aparece cuando un coche mal colocado obliga a maniobras arriesgadas o directamente bloquea la salida. En ese escenario, los agentes ya no miran hacia otro lado y la sanción de 200 euros llega sin demasiada contemplación.
CÓMO ES LA NUEVA SEÑAL QUE SE VE EN MUCHOS PORTALES
En numerosos municipios se están instalando o renovando placas de vado y señales de estacionamiento prohibido asociadas a accesos privados, con diseños más claros y visibles. Suelen incluir el pictograma azul y rojo de prohibido estacionar, la referencia a la ordenanza municipal y, en ocasiones, el número de licencia. Aunque el formato pueda cambiar según la ciudad, el mensaje es sencillo: no se puede ocupar ese espacio con el coche, ni un rato ni “solo cinco minutos”.
A esta señalización vertical se suman marcas en el bordillo o en el pavimento, como líneas amarillas continuas junto a la acera. Muchos conductores se fijan solo en la pintura y creen que, si está algo borrada, ya no tiene validez, pero la autorización suele seguir activa mientras la placa esté vigente. Esa combinación de cartel y marca viaria convierte el hueco en una zona especialmente vigilada por Policía Local y agentes de movilidad.
LO QUE DICE LA LEY SOBRE APARCAR FRENTE A GARAJES
El Reglamento General de Circulación prohíbe expresamente estacionar en zonas señalizadas con prohibición de aparcar, como las asociadas a la señal R-308 en sus diferentes variantes. Esa señal se utiliza para reservar espacios, entre otros usos, a la entrada de garajes o accesos que necesitan permanecer libres las 24 horas. Cuando la placa está autorizada por el ayuntamiento, no se trata de una “recomendación”, sino de una obligación legal para cualquier conductor.
Incluso cuando no existe placa de vado, aparcar bloqueando una salida de vehículos puede considerarse una obstrucción a la circulación. En esos casos también pueden imponerse sanciones económicas y, según la situación, llegar a movilizar a la grúa. Muchos conductores se sorprenden porque pensaban que, sin cartel, todo estaba permitido, pero los agentes valoran si se está impidiendo el uso normal de la vía o el acceso a una propiedad.
LA DGT ACLARA QUÉ ESTÁ PROHIBIDO
En sus campañas informativas, la DGT insiste en que no respetar las señales de estacionamiento prohibido vinculadas a vados, reservas o accesos constituye una infracción grave, con multas frecuentes de 200 euros. Aunque la gestión concreta depende de cada ayuntamiento, el criterio general es similar en toda España. La clave está en que se trata de espacios pensados para garantizar la entrada y salida segura de vehículos, no para aliviar la falta de aparcamiento del barrio.
La DGT también recuerda que la sanción se puede imponer aunque el conductor se haya ausentado solo unos minutos y no se haya producido un bloqueo “visible”. Basta con que el vehículo esté estacionado en un lugar señalizado o reservado para que la denuncia sea válida. En algunos casos, además de la multa, se procede a la retirada del coche, con el coste extra de la grúa y del depósito municipal.
MULTAS DE 200 EUROS QUE LLEGAN SIN AVISO
Una de las quejas más repetidas por los conductores es que nadie les avisó de que ya no podían usar ese hueco “de toda la vida”. Sin embargo, desde el momento en que se instala la señal o se otorga el vado, la norma se considera comunicada a todos los usuarios de la vía. A partir de ahí, si un agente pasa y detecta el coche mal aparcado, no está obligado a esperar al propietario ni a dejar una advertencia previa.
Las sanciones por este tipo de infracciones rondan de forma habitual los 200 euros, con la posibilidad de reducción por pronto pago si se abonan en plazo. Lo normal es que no lleven retirada de puntos, pero el importe duele, sobre todo cuando se suma a los gastos de grúa y estancia si hubo inmovilización. Todo por un gesto que muchas personas siguen viendo como algo “inofensivo” y que, en realidad, puede salir muy caro.
CÓMO EVITAR SUSTOS Y CONVIVIR MEJOR EN EL BARRIO
La forma más sencilla de evitar multas es cambiar el chip y dejar de usar como comodín cualquier hueco frente a un garaje, portal o rampa, por muy tentador que resulte en horas pico. Conviene acostumbrarse a buscar siempre la señal: si ves el disco rojo y azul, una placa de vado o una línea amarilla continua, mejor seguir de largo. A la larga, esos minutos extra caminando compensan mucho más que una sanción inesperada.
También ayuda hablar con los vecinos y con los propietarios de cocheras para entender por qué necesitan tener ese espacio libre. Muchos cuentan situaciones de emergencias, golpes al maniobrar o discusiones constantes por coches mal aparcados. Asumir que el bordillo no es “de nadie” sino parte de la vía pública, regulada por normas comunes, reduce conflictos y mejora la convivencia. Y, de paso, evita que ese hueco “de siempre” se convierta en una factura de 200 euros.











