La noche de Madrid vuelve a brillar con el segundo episodio de Mariliendre, una serie que no solo divierte, sino que rasga por dentro al espectador. Con la dirección creativa a cargo de los Javis, y la ficción musical en Atresplayer Premium.
Una muestra de que la serie ya consolida una propuesta arriesgada y humana a partir de un capítulo que se despliega a partir de los fantasmas del pasado y de los claroscuros de la identidad. Si la premiare dejó claro que estábamos ante otra cosa, el segundo capítulo deja claro que la serie no teme adentrarse en los espacios incómodos y necesarios.
2LA BANDA SONORA DE MARILIENDRE

Si hay algo que hace a Mariliendre diferente de las otras ficciones es precisamente el uso de la música como un elemento de transporte emocional; es decir, no se busca exactamente incluir canciones pegadizas que nos permitan recordar una época o un grupo de canciones, sino que se trata de hacer de ellas una posibilidad más de exprimir el propio alma de los personajes de la serie de forma igualmente inherente a su desarrollo.
Cada uno de los temas escogidos por los creadores de la serie —desde los grandes hits de principios de los 2000 a las versiones personalizadas— es un latido más de la historia. Este domingo, Atresmúsica lanzó el disco Mariliendre Capítulo 2 que incluye seis canciones interpretadas por el elenco de la serie. De esta manera, voces como las de Bea Fernández o la propia Blanca Martínez Rodrigo no solo recuerdan, sino que vuelven a activar otros significados de temas de antaño.
Así, en uno de los momentos culminantes del episodio, aquel que habla de reconciliaciones, una de esas canciones supuestamente felices, se puede convertir en un puñal por el corazón de Meri. La música del Mariliendre es un personaje más, no una mera ornamentación; la nostalgia por los tiempos perdidos que encarna es también la Amargura de saber que eso no volverá. Los Javis demuestran, una vez más, que saben jugar con la cultura pop para enunciar universales: el amor, la pérdida o la búsqueda de la identidad.
La selección musical no es gratuita en este capítulo; la música potencia lo que hay dentro, el subtexto. Cuando Meri baila en soledad en su casa, la música convierte un momento íntimo en un grito de soledad y de rabia. La música actúa como un narrador omnisciente que va guiando al espectador a lo largo de los diferentes estados de ánimo de los personajes sin necesidad de los textos.
La serie se sirve también del silencio, de esos momentos en los que la ausencia de música es tan elocuente como la presencia de cualquier otra canción. La revelación de la doble vida de Manolo, por ejemplo, se mueve en el vacío sonoro que ensancha la llegada del descubrimiento.