En Sueños de libertad, la experiencia vital es un entrelazamiento constante de fugaces momentos, donde la libertad y el miedo se entrelazan en la danza del momento. Desde ese universo fáctico de las pasiones y las decisiones, los personajes de nuestra historia se desplazan entre sueños frustrados y nuevas oportunidades.
La plenitud de Luz en el dispensario contrasta con la angustia de Begoña, Damián busca la ocasión de una redención y Digna hace frente a una decisión que puede cambiar su futuro. Cada uno lleva consigo el peso de los secretos, algunos liberados, alguno aún oculto, pero todos los secretos tienen el poder de cambiar la forma de vivir de cada uno.
3NUEVOS COMIENZOS EN SUEÑOS DE LIBERTAD

La familia de los Merino tiene una noticia que les ilumina sus días: Gema y Joaquín están un paso más cerca de ser padres porque Don Agustín les ha intervenido. La reunión con las religiosas de la congregación es una luz dentro de tantas sombras, una promesa de futuro. Pero a pesar de la alegría subsiste la pregunta: ¿están preparados para lo que se avecina?
Marta y Fina, en su refugio en el centro del bosque, viven días de calma, pero la inquietud de Marta no deja de ser manifiesta. Cuando por fin Marta confiesa la verdad sobre Ángel Ruiz, sobre la fábrica y el trabajo que no hace, el aire en los alrededores de sus cuerpos se enfría, lo que nos hace recordar que hasta los amores más firmes crujen de vez en cuando.
Y llega el momento en el que la noticia que todos esperaban llega a sus oídos: Andrés recibe novedades del tribunal eclesiástico sobre su anulación. María, siempre atenta, empieza a mover los silencios y empieza a prepararse para la tormenta que se avecina. Pero no todo es oscuridad. Tras unos días de reflexión, Digna toma decisión que podría cambiar para siempre su vida; se atreverá a dar el paso con Don Pedro, pase lo que pase.
Gema y Joaquín se enganchan a su sueño a golpe de talón y rasguño. Las religiosas podrían ser su última esperanza, pero saben que, en este pueblo, nada es sencillo como parece. Y en medio de todo, María sigue tejiendo su red, acercándose a Raúl, manipulando a Julia, observando cada movimiento de Andrés. Ella no cree en finales felices. Ella cree en ganar. Y esta vez no tiene ninguna intención de perder.