El amor de la vida del Real Madrid de baloncesto, la Copa de Europa, le devolvió lo que le quitó en la Final Four de Atenas en 1993. Y es que los blancos habían sufrido una descorazonadora derrota ante el Limoges francés del maestro Bozidar Maljkovic en la competición fetiche de los merengues: la Liga Europea, la antigua Copa de Europa, actual Euroliga. Los pupilos de Clifford Luyk dejaron a los franceses en 36 puntos en un partido disputado unos días antes de San Valentín en 1994 en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, el WiZink Center actual. Esa temporada el Madrid ganó el título en la Liga ACB. Teka patrocinaba al Real Madrid entonces.
El Madrid tenía los ojos inyectados en sangre. Los blancos recordaban la derrota ante el Limoges, que jugaba al ‘antibaloncesto’, un arte en el que Bozidar Maljkovic, el eterno enemigo del que fuera entrenador del Barcelona Aíto García Reneses, era sublime. Los merengues vivieron la etapa del baloncesto alegre de Clifford Luyk, con Sabonis como estandarte, pero en la Final Four de Atenas de 1993, a la que llegaron como favoritos después de un recital en cuartos ante la Knorr Bolonia de Danilovic, sucumbieron ante el Limoges en semifinales. No supieron por donde ‘echarle el guante’. Se fueron a casa después de perder en la consolación ante el Paok de Salónica.
LA REVANCHA DEL REAL MADRID
Pero llegó la revancha La temporada 93-94. Y fue en la misma competición. Era un equipo de fantasía, con Arlauckas y Sabonis como estandartes, pero el bastión fue la defensa. El Madrid dejó en 20 puntos en la primera parte a los franceses, que en la segunda anotaron otros 16. Patético lo del Limoges. «Su último suspiro lo dio con un engañoso empate a 15 puntos, ya que a partir de ese. momento desapareció de la pista de una forma in creíble’ y cayó en un bache demoledor», indicó ‘El Mundo Deportivo’ en una crónica sobre el partido.
Agregó este diario que la defensa francesa ya no molestó a Sabonis, que hasta aquel momento estaba bastante incómodo, pero los tiradores comenzaron a acertar y ni siquiera la zona de Maljkovic sirvió para frenar el vendaval blanco, que finalizó su actuación realizando jugadas de fantasía.
«Lamentable, pero lo cierto es que los extranjeros del Limoges (Michael Voung y Dennis Young) fracasaron de forma estrepitosa, pues el primero consiguió 4 puntos; cometió 5 faltas y sus porcentajes fueron un desastre”. Así resumió el diario ‘El Mundo Deportivo’, poco sospechoso de tener una línea cercana al Real Madrid, la actuación de españoles y franceses en el choque. Joe Arlauckas y Sabonis hicieron entre los dos 50 puntos. El estadounidense anotó 26 y ‘Sabas’, 24.
El Madrid ganó 81-36 y los blancos se las prometieron muy felices, pero la Liga Europea la ganó Obradovic de nuevo, esta vez con el Joventut de Badalona. Le devolvió lo que le había quitado en 1993 en la Final Four de Estabul, la que siempre se recordará por el triple descomunal de Sasha Djordjevic en el último segundo.
El Madrid ganó 81-36 y los blancos se las prometieron muy felices, pero la Liga Europea la ganó Obradovic de nuevo, esta vez con el Joventut de Badalona
La temporada 93-94 el Madrid ganó la Liga ACB de calle, ridiculizando al Barcelona con un 3-0 en la final al mejor de cinco. Pero la obsesión era la Liga Europea y ficharon al astro, al hechicero de la competición. El Madrid pensó que el antídoto era Zeljko Obradovic, que venía de ganar dos Ligas Europeas seguidas; una con el Partizán de Belgrado de Sasha Djordjevic; otra, la segunda, con el Joventut de Badalona de Jordi Villacampa.
EL ANTÍDOTO OBRADOVIC
Obradovic sabía jugar con todos los modelos, pero en el Real Madrid tenía una carta decisiva que condicionaba el juego: Arvydas Sabonis, el pívot lituano con mano de seda y visión de juego de base de la NBA. Por ello, apostó por baloncesto control, partidos a pocos puntos, agotando la posesión y balón a Sabonis para que se la juegue bajo canasta o cerca del aro. No era lo más atractivo, pero era lo que Obradovic quería y sus jugadores lo ejecutaban.
Obradovic sabía jugar con todos los modelos, pero en el Madrid tenía una carta decisiva que condicionaba el juego: Arvydas Sabonis, el pívot lituano con mano de seda y visión de juego NBA
Los blancos llegaron a la Final Four de Zaragoza (1995), vencieron al Limoges (62-49) y al Olympiacos (73-61) y levantaron de nuevo su trofeo fetiche. Lo hizo Chechu Biriukov,