Putin se ríe de las sanciones de la UE gracias a China

Mientras los europeos estamos temblando ante los catastróficos augurios de los políticos para este invierno, Rusia y China hacen el negocio del siglo con el gas, riéndose de las sanciones de la Unión Europea. Putin sigue tensando la cuerda y jugando con las exportaciones de gas, viendo desde su privilegiada posición a los 27 devanarse los sesos para evitar el caos energético.

Mientras tanto, el gigante asiático aprovecha la coyuntura para comprar gas barato a Rusia, y revenderlo, solapadamente, bastante caro a Europa. Los responsables de la UE lo saben, pero hacen la vista gorda ante la necesidad imperiosa de almacenar el 80% de reservas antes del invierno.

Según los propios datos de la aduana China, durante el primer semestre de 2022 este país compró a Rusia 2,35 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL). De esta forma, el país presidido por Putin se posiciona como el cuarto mayor proveedor de GNL de China. Pero la economía del gigante asiático no demanda tanto gas como está comprando, por lo que la dependencia del gas de los europeos genera a la economía china un negocio redondo.

el ‘cuento chino’ de la lucha contra el cambio climático: frente a los esfuerzos de la UE por cuidar el medio ambiente, China, Rusia, Marruecos o India arrasan con todo

De esta forma, Putin ha encontrado al aliado perfecto para sortear las sanciones de la Unión Europea y, además, él mismo le facilita el negocio. Primero le vende a buen precio su gas (ganando más incluso que antes de la guerra por la continua subida de precio), luego corta el flujo de esta commodity a algunos países (estos días a Alemania por unos sospechosos trabajos de mantenimiento en el Nord Stream 1) y así le deja vía libre a China para que venda ese mismo gas a los países europeos que salen al mercado desesperados para llenar sus depósitos de cara al invierno.

Dicho de otra manera, la Unión Europea se castiga así misma sin comprar el barato gas ruso, que nos llega por gasoducto, para acabar pagando una fortuna a China por ese mismo gas en forma de GNL. Pero los políticos europeos siempre podrán decir que están asfixiando con sus medidas a la economía rusa, aunque la realidad sea la contraria, ya que nunca había llegado tanto dinero a las arcas rusas por la venta de sus commodoties y hasta el rublo se ha revalorizado.

EL GAS, EL ARMA DE PUTIN CONTRA EUROPA

La situación es kafkiana. Gazprom registra unos ingresos impresionantes, nunca vistos hasta ahora, gracias a la venta de hidrocarburos, y el 50% de este gigante energético está en manos del gobierno ruso. La consecuencia es que Rusia gana más dinero que nunca vendiendo su gas, justo lo contrario de lo que pretendían las sanciones de la UE, porque después utiliza estos ingresos para sufragar la guerra contra Ucrania, incluso se permite el lujo de llevar meses quemando gas cerca de la frontera con Finlandia.

Según los datos de la inteligencia estadounidense, Rusia está quemando gas por valor de 10 millones de dólares cada día en la planta Portovaya de Gazprom, lo que, por un lado es una demostración de prepotencia de Vladimir Putin y, por otro lado, es un catástrofe medioambiental, pues se están emitiendo a la atmósfera casi 10.000 toneladas de dióxido de carbono cada día.

Alguien debería explicar el ‘cuento chino’ de la lucha contra el cambio climático, porque mientras la UE hace esfuerzos económicos y sociales por cuidar el medio ambiente, países como como China, Rusia, Marruecos o India campan a sus anchas arrasando con todo. ¿Alguien se ha tomado la molestia de calcular el impacto de la guerra de Ucrania en el medio ambiente? ¿Y el impacto de los barcos metaneros que transportan el gas? ¿Queremos salvar el planeta o prevalece el postureo frente a las retos ambientales?

EL GOBIERNO DE SÁNCHEZ, A CONTRACORRIENTE

¿Y qué pasa con España? Pues que el Gobierno sigue a contracorriente. Cuando todos los países hacen esfuerzos supremos para reducir sus compras ‘directas’ de gas a Rusia, España las aumenta. Según los datos oficiales ofrecidos por Enagás, -aunque desde el Ejecutivo haya quien los quiera desprestigiar-, en el mes de febrero, cuando empezó la invasión de Ucrania, España importó desde Rusia 2.174 GWh de gas, mientras que en el mes de julio se alcanzaron los 5.317 GWh.

A comienzos del mes de abril, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera afirmaba: «Sabemos que la compra de gas a Rusia está generando ingresos que mantiene viva económicamente esa invasión», y ahora calla ante los datos demoledores publicados por Enagás.

Los problemas con las energías renovables de este verano (menos productivas por razones climáticas), el problema creado por Pedro Sánchez con Argelia e incluso las exportaciones de electricidad (más barata por el tope del gas) a Francia, han hecho que se compre más gas a Rusia cuando el objetivo declarado era el contrario.

De esta forma, mientras que en febrero, el gas ruso representaba solo el 5,7% de todo el gas que España compraba, a mitad del verano alcanzaba ni más ni menos que el 14,5%, casi el triple. Lo dicho, Putin se parte de risa con cada sanción y con cada declaración de unos políticos a los que tiene en sus manos. 

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.