La alarma por recesión suena en EE UU: la curva de tipos se invierte

IG Markets

La recesión es casi un hecho, pero hasta ahora no había alarma ni la segunda peor caída en un primer semestre en toda la historia del S&P 500, ni tampoco el frenazo del mercado inmobiliario, ni mucho menos la disparada inflación galopante, que ha espoleado los tipos de interés de la Reserva Federal de EE UU han rugido con tanta fuerza. El principal indicador adelantado se activa: la curva de tipos de la deuda soberana de Estados Unidos se ha invertido.

Este indicador sirve para adelantar la entrada en recesión en la primera potencia mundial. Si bien, su patrón no es ley ni mucho menos una profecía, el movimiento invertido de la curva de tipos sí ha clavado las recesiones de los últimos 50 años, incluyendo las últimas cinco de la era moderna, desde la de mediados de los ’90 a la de la crisis de 2018, pasando por el estallido de las burbujas tecnológica (2000) e inmobiliaria (2008). El indicador muestra como los bonos de corto plazo, a tres meses, se disparan respecto a los bonos a dos años y diez años. Y es que, el inversor que compra deuda estadounidense con vistas a recuperar el capital en octubre obtiene un interés más elevado que hacerlo a dos y diez años. Por tanto, la deuda de más corto plazo conlleva más riesgo para su tenedor. Signo de que las cosas no irán nada bien a partir de otoño.

LA CURVA DE TIPOS NO ES EL ORÁCULO, PERO SÍ ES VALIOSA

A pesar de cumplir en las últimas cinco recesiones en Estados Unidos, este indicador no es una bola de cristal ni tampoco una verdad absoluta en el mercado. Tan sólo muestra el grado de incertidumbre y riesgo de recesión a corto plazo. Por norma general, los bonos a mayor plazo de inversión ofrecen un interés más elevado. De esta forma, la curva muestra un movimiento ascendente. Sin embargo, es ahora cuando se está invirtiendo, distorsionando los valores, y mostrando una realidad repleta de nubarrones.

El poder predictivo de este indicador es muy fiable: No ha fallado ni una recesión en 50 años

El poder predictivo de este indicador es tan fiable que el mercado lo toma a pies juntillas. No obstante, siempre puede haber excepciones. Si bien, la economía estadounidense está a tan sólo un trimestre de confirmar la recesión, y en este mes de julio, con las subidas del precio del dólar, todo apunta a un parón económico que allanaría la entrada en este escenario de cara a la salida del verano.

A dos años vista, el interés del bono alcanza el 3,23% frente al 3,03% del bono a diez años. Una situación que se agrava a tres meses. Y es que, hace uno, la deuda a una década vista se situó dos puntos por encima respecto a los dos años. El discurso de los bancos centrales se repetía como un mantra. «La inflación será transitoria«, aseguraron tanto la FED como el Banco Central Europeo.

LA FED Y EL BCE ERRARON EL DIAGNÓSTICO Y SU INACCIÓN ES RECESIÓN

Ahora, con el ritmo de subida de precios más elevado de las últimas cuatro décadas se han adoptado medidas dolorosas, que supondrán un frenazo económico. El incremento del precio de las divisas daña el consumo –el 70% del PIB de Estados Unidos-, encarece el crédito, deja en una situación crítica a empresas ávidas de financiación y merma aún más el deteriorado mercado hipotecario, donde los alquileres se disparan y aún así es más barato que pedir una hipoteca. Este mismo fenómeno se está reproduciendo en el Viejo Continente, especialmente en las grandes ciudades y áreas metropolitanas, donde la oferta escasea, pero la demanda prosigue al alza.

Jerome Powell presidente de la Fed Merca2.es

Tras meses de inacción y la pérdida de un tiempo precioso, la FED ha constatado que los precios no bajan por la propia fuerza del mercado. Y es que, sigue habiendo liquidez a espuertas tras más de una década de financiación gratuita. Lejos de caer, la voracidad de los precios ha tensionado todo el mercado. Ahora, la FED situará el precio del dólar en el 2,5%, una escalada vertiginosa que contrasta con el 0% que se registraba el pasado mes de marzo. Este hecho ha reventado el mercado de deuda e invertido la curva. De hecho, la subida de tipos de interés en una situación anómala podría ser la verdadera causante de esta recesión.

LA FED BUSCA AHORA UNA ECONOMÍA EN RECESIÓN: ¿Y SI SE PASA DE FRENADA?

El problema y temor de los inversores es que el banco central se pase de frenada. ¿Y si la inflación cae de forma brusca? ¿En qué situación estarán los tipos de interés para entonces? Estas son los verdaderos motivos por los que asusta aún más la situación. Si la FED dispara los tipos y los precios caen con brusquedad habrá un desequilibrio no sólo monetario, sino que golpeará a todos los sectores -incluyendo a la banca- sin piedad. Algunas voces consideran que la situación de Japón en 1995 será un jardín de rosas en comparación a este escenario. Japón estuvo 15 años viviendo en una deflación constante, donde los precios caían sin cesar dado que los consumidores no se atrevían a desprenderse del efectivo.

Otras voces apuntan que la inflación continuará desbocada por la presión de Rusia a Europa y advierten de la estanflación -subida de precios constante y recesión-. Otros economistas no se creen ninguno de los relatos y creen que la recesión será puntual y los precios caerán de forma progresiva hasta 2024. Este es el escenario que contempla especialmente el BCE. Sin embargo, la misma institución aseguró que no subiría los tipos de interés hasta 2023 y lo ha hecho este jueves, al 0,5%, el doble de lo estimado.

UNA SITUACIÓN COMPLEJA TRAS UNA DÉCADA DE DINERO FÁCIL

Sea como fuere, la situación es compleja y no se puede comparar a una recesión normal, como las vividas últimamente, debido al factor de la inflación. Quizá la solución pase por una purga tras años de dinero fácil, dividendos estratosféricos y recompras de acciones tras una crisis inmobiliaria que duró seis años.

Por el momento, otros indicadores apuntan también a una recesión, si bien es muy complicado predecir su duración y profundidad. Tan sólo se pueden observar estos dos factores a posteriori, con los datos de cierre de empresas y destrucción de empleo. Estos son indicadores atrasados, y por ahora no reflejan la verdadera situación del mercado.

Otros factores, como el gasto o la velocidad del dinero, muestran una clara desaceleración. La ventas minoristas, según los últimos datos, muestran una caída del 0,3% en mayo. En abril, además, el dato decepcionó al crecer menos de lo estimado. La confianza del consumidor de la Universidad de Michigan se ha situado en los niveles más bajos de los últimos 70 años, es decir, en los tiempos de 1950, en plena y dura posguerra, y justo en el inicio de la guerra fría.

LOS INDICADORES MUESTRAN AL MENOS UNA DESACELERACIÓN

En cuanto al mercado inmobiliario, la situación es crítica. La demanda de viviendas comienza a retirarse y no hay apenas visados de nueva construcción. Asimismo, el mercado está tan seco que las grandes del sector, como Compass, Redfin y departamentos inmobiliarios de la banca, han procedido al despido de miles de personas. La nueva concesión de crédito se hunde un 23% en la primera potencia del mundo, alcanzando el nivel más bajo desde 2019, con tan sólo 63.000 millones de dólares.

Todo ello, con una fuerte caída de las materias primas, incluyendo el petróleo. El cobre, por ejemplo, se desploma un 20%, hasta situarse en mínimos de finales de 2020, con una pandemia y sus respectivas restricciones mediante, con un dólar imparable y en máximos de hace 20 años.

EVITAR ENDEUDARSE PARA AFRONTAR LA RECESIÓN

Además, hay que añadir que las empresas continúan endeudadas con la facilidad del dinero de la última década. En este momento, será muy complicado obtener no sólo el dinero, sino la confianza de los inversores. Y es que, ahora los dividendos y recompra de acciones ya no son válidos para invertir en una u otra compañía. Ahora mandan los números, el negocio.

Las zombis tendrán vetado el mercado, justo lo contrario de lo que sucedió con las constantes bajadas de tipos de interés realizadas desde 2012. Lo mismo ocurre con las familias, muchas de ellas en la búsqueda de financiación para viajar después de dos años sin poder hacerlo. Pero quizá ahora sea el momento de parar y pensar si merece la pena endeudarse para darse un caro capricho.