Vodafone y MásMóvil encaran una fusión larga, muy compleja y con luchas de poder

Por fin se hizo la luz. El consejero delegado del Grupo Vodafone, Nick Read, ha dejado claro esta semana que la filial española está en posición de fusionarse, comprar, vender o lo que se desarrolle en el marco de la operación de consolidación junto a MásMóvil. Estas declaraciones han coincidido en el tiempo con unas filtraciones a la prensa sobre el interés de los dueños del operador amarillo en explorar opciones corporativas junto a los rojos. Ahora empieza un baile que será lento y complicado, sobre todo a nivel regulatorio.

Las casualidades no entienden de calendarios, pero siempre se citan en la misma fecha. Y así ha sido como esta primera semana de febrero se ha formalizado que Vodafone España y MásMóvil tienen absoluta libertad para explorar una posible unión. El más claro ha sido el CEO a nivel de grupo de los rojos, que en la conferencia con analistas tras la presentación de resultados de su tercer trimestre fiscal ha señalado que todas las posibilidades están abiertas. Y todas, es todas.

Desde una unión entre iguales a una participación mayoritaria, o, incluso, aceptar ser la empresa minoritaria. Lo que se desconoce, aunque Nick Read ha expuesto esa opción, es si se crearía una nueva sociedad, cómo sería el desarrollo comercial de las marcas, y, aunque sea un nuevo varapalo para los empleados, cómo serían los ajustes laborales que siempre trae consigo un proceso de consolidación.

Lo único claro es que será un proceso largo, complejo y en el que ninguno querrá ceder más de la cuenta. Cuestión de principios. Sobre la primera circunstancia, cabe reseñar que el proceso como tal lleva abierto más de año. Pese a que, justo hace un ejercicio, desde ambas compañías desmintieron el proceso, la realidad es que lo hubo. Reuniones al más alto nivel e, incluso, acciones de comprobación sobre cómo serían los encajes y las sinergias entre los activos de ambas compañías.

La negociación se prolongará durante varios meses debido a los múltiples flecos sueltos

Ante esa nueva intentona, el tiempo de negociación también será largo. Entre otras cuestiones porque beneficia a uno de los actores implicados. A tenor de los resultados de los últimos tres meses, Vodafone muestra un comportamiento comercial muy pírrico. Apenas gana clientes con su marca ‘low cost’ Lowi, y en el algunos segmentos no consigue retener clientes. Esta situación empodera a MásMóvil en la negociación, puesto que su dinámica comercial de momento sigue en positivo. Pero no es el único motivo. Los fondos dueños del operador amarillo deben ver el encaje; en Reino Unido también tendrán que tomar una decisión definitiva. Encajar los números no será sencillo.

En cuanto a la complejidad de la operación de consolidación, todos los ojos apuntan a las autoridades regulatorias, tanto en Europa como España. Y es que los números, debido al brutal crecimiento de MásMóvil en los últimos años, podrían dar como resultado a una compañía de un tamaño preocupante para la competencia. De este modo, y pese a que Bruselas ha manifestado su despreocupación porque los mercados pasen de cuatro a tres operadores, mientras se mantenga dicha competencia, la realidad tienen un difícil encaje.

La unión de rojos y amarillos dejaría una empresa con 22 millones de líneas móviles. Casi la mitad del mercado (56 millones de líneas). Por lo que respecta en la banda ancha fija, la cifra superaría los 5 millones de clientes, y apenas se quedaría a 700.000 clientes de Telefónica España, pero muy por encima del tercer operador en ese caso, Orange, que tiene 3,8 millones de abonados fijos.

Y el problema sería que los ‘remedies’ no valdrían, puesto que -en este caso- la infraestructura fija de MásMóvil está ligada a los acuerdos de Orange; mientras que lo más valioso de Vodafone son sus 7 millones de accesos de cable (HFC) comprados a Ono que, realmente, ahora mismo son un castigo más que un activo. De esta manera, cuantos más meses pasen y el operador amarillo siga creciendo, les puede valer en su estrategia de negociación entre iguales con la compañía dirigida por Colman Deegan, pero en Barquillo 5 será un problema.

MÁSMÓVIL POR ENCIMA DE VODAFONE

En todo este movimiento, no resulta menos importante la figura de Meinrad Spenger, que pese a no ser el dueño de la empresa en estos momentos, a buen seguro que todavía recuerda aquellas voces que hace un lustro ponían en duda su capacidad de crecimiento. Sobre todo antes de las compras de Yoigo y Pepephone.

De esta manera, el austriaco hará valer la fuerza de su compañía para que la unión entre iguales sea la opción no prioritaria. Algo, por su parte, que Vodafone tampoco puede ceder de forma tan sencilla, puesto que tiene otros mercados en los que negociar estas situaciones, y no puede cundir el ejemplo de quedar como socio minoritarios en los diferentes procesos de consolidación que se vayan dando.

En todo caso, se prevé un proceso complicado. Nada que ver con las operaciones del propio Vodafone con Ono, o la que tuvo lugar en su momento de Orange con Jazztel. Ahora hay muchos más clientes, más empleados y, un asunto que no es menor, la división de la cartera de clientes en un gran puñado de marcas, casi todas de MásMóvil. Asimismo, en el proceso de consolidación de esta ocasión, hay acuerdos mayoristas con terceros, caso del operador amarillo; o compartición de redes, entre rojos y naranjas. Esto será otro problema que añadir a la duración de la negociación y su complejidad.

Raúl Masa
Raúl Masa
Ex Coordinador de redacción y redactor de empresas y economía; especializado en telecomunicaciones, tecnología y energía.
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