Orange se compromete a triplicar su ahorro de costes para 2023

La inquietud ha vuelto a Orange España tras meses de cierta calma. «Hemos regresado a finales de 2020», reconocen algunos trabajadores de la compañía a MERCA2. En aquel entonces, la plantilla miraba con recelo la llegada de Jean-Francois Fallacher como consejero delegado de la filial española. Tanto porque se producía entre tambores de ERE como por su papel de ejecutor en su periplo en Polonia. Ahora, su intención de cerrar algunas tiendas propias de la firma y las promesas de la cúpula de profundizar en la reducción de costes perturban a los empleados españoles.

El punto de partida para esa nueva inquietud se produjo el pasado 26 de octubre. Así, durante la presentación de las cuentas trimestrales Fallacher dejó caer una pequeña bomba ante los periodistas. El ejecutivo galo señaló que el grupo irá cerrando las tiendas más pequeñas «que no sean rentables», como un proceso de «racionalización». Aunque poco después matizó sus declaraciones al señalar que será «cuidadoso y cauteloso», ya que es un «canal muy importante» y destacó que no hay un plan o una gran reestructuración sobre la mesa como ha ocurrido con Vodafone.

Pero esa promesa no implica que no se vayan a producir salidas. De hecho, es el escenario más normal en el que trabajan ahora los sindicatos. Desde UGT Orange explican que la jugada puede ser más al detalle, al fin y al cabo, para que se active un procedimiento de ERE se deben producir más de 30 despidos en 90 días. La idea, según explica el secretario general de UGT Orange, José María Alcalá, es que «se produzcan cierres puntuales mes a mes que no supongan tantas salidas de golpe». Con ello, se evita la palabra ERE y una negociación.

«UN JARRO DE AGUA FRÍA»

Al fin y al cabo, la plantilla adscrita a las tiendas físicas de Orange, que está dentro de Orange España Distribución, se mueve entre las 200 y 250 personas. Y, además, el perfil mayoritario es el de trabajadores jóvenes, por lo que difícilmente pueden beneficiarse del programa de prejubilaciones que ha ejecutado la firma francesa. Aun así, desde UGT advierten de que el pasado ERE solo se hizo para la matriz del grupo, Orange España, por lo que el grupo podría presentar otro para los empleados que forman parte de la filial de distribución.

Aun así, los sindicatos coinciden en dos aspectos cruciales: el primero es que no se van a cerrar todas las tiendas. Algunas quedarán como megaespacios en los que se interactúe más con el cliente. Una experiencia que por ejemplo ya están llevando a cabo la banca como en el caso de Caixabank o Banco Santander. Por otro lado, que el cierre de los locales más pequeños, y menos rentables, no debería implicar salidas, sino que se debería apostar por el reciclaje de trabajadores, ya sea para seguir en esos establecimientos más grandes o como parte de la digitalización del grupo.

A pesar de todo, parecen coincidir en que el tema no se debía haber tratado así. Incluso, algunos han dejado caer la palabra «traición». Y es que los representantes de los trabajadores reconocen a MERCA2 que anteriormente habían hablado con la dirección y se les había asegurado que «no habrían más salidas, aparte de las anunciadas en el ERE». En definitiva, «un jarro de agua fría» para una plantilla que había logrado serenarse, tras cerrar el ERE y lograr dos años de gracia.

ORANGE SE COMPROMETE A ENTREGAR 1.000 M€ DE AHORROS PARA 2023

De hecho, esa es la única cláusula a la que se aferran sindicatos y trabajadores. Con el acuerdo del ERE se llegó también a un pacto para que la compañía no pueda externalizar servicios en un año, ni ejecutar un nuevo plan de salidas. Pero el periodo de gracia finaliza en primavera de 2023. Y entonces lo que era un «esperábamos estar un tiempo prolongado sin tener que enfrentarnos a un nuevo ajuste de plantilla» se ha convertido en un «no sabemos que pasará (…) a partir de esos dos años todo dependerá de cómo evolucione la situación económica del país o el sector».

Además, desde la cúpula directiva del grupo ya se ha advertido que en 2023 debería lograrse el ahorro de 1.000 millones previsto, lo que supone multiplicar por tres el actual. «En la trayectoria de reducción de costes estamos absolutamente en línea con lo que dijimos en comunicaciones anteriores. La cifra entregada en 2020 fue de menos de 100 millones. Para 2021 el ahorro será de entre 200 y 250 millones (…) el objetivo de 1.000 millones se entregará en 2023», advirtió el director financiero del grupo a los analistas, Ramón Fernández.

En principio, los sindicatos españoles consideran que el ajuste de este pasado verano debería ser suficiente. De hecho, todavía quedan por ejecutar muchas salidas del ERE. El 17 de diciembre saldrá un pequeño grupo de trabajadores y el grueso restante, principalmente prejubilaciones, se harán el 28 de febrero de 2022, por lo que esos ahorros llegarán para entonces. Además, el grupo tiene previsto ejecutar un plan similar al del territorio español en Francia el año que viene. Un plan de salidas articulado especialmente a través de prejubilaciones.

LAS OPERADORAS «APRIETAN» A LOS REGULADORES CONTRA EL ‘LOW COST’

Pero quizás no sea suficiente. Como ha puesto de relieve las últimas palabras de Fallacher acerca del futuro de muchas tiendas propias españolas. Además, el grupo tiene margen, puesto que el periodo de gracia acabaría en primavera de 2023 y la promesa cumple en diciembre de ese mismo año. “Todo dependerá de cómo nos sigan apretando en el sector low cost”, señalan desde UGT como uno de los puntos clave para determinar el futuro de la plantilla en España.

Por desgracia, parece que esa tensión competitiva de tirar los precios está lejos de acabar. De hecho, Digi, una de las firmas más agresivas del sector, no para de crecer y robar clientes con su estrategia. MásMóvil ha encontrado un nuevo pulmón financiero, con la entrada de los fondos y la absorción de Euskaltel, para aguantar una ofensiva de bajos precios durante los próximos años. Mientras, Vodafone ha recortado, de nuevo, su estructura de costes en el país para competir en un ambiente hostil. Además, Orange todavía debe decidir qué hacer con el fútbol, dado que de ello depende una parte importante de sus márgenes.

En definitiva, demasiados frentes abiertos y muy pocas certezas. Desde Orange señalan que junto a Telefónica llevan batallando y «apretando» a los reguladores para frenar esas prácticas o, al menos, sacar rédito de que son ellos los que invierten en infraestructuras. Mientras, el resto se aprovechan para tumbar los precios obligando, según ellos mismos, a seguir recortando sus plantillas. El 2023 parece ahora más sombrío de lo que podría parecerlo hace un par de meses, pero seguramente para finales de 2022 esa sombra sea todavía más oscura.