La crisis del gas convierte a la biomasa en ‘trending’ del invierno

«La biomasa es la versión sofisticada de la leña de toda la vida», tal y como la define Juan Jesús Ramos, técnico de la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom). Una gráfica definición que contrasta con otras realidades que también acompañan a esta fuente de energía de origen forestal. Tradicionalmente la biomasa se ha percibido como la hermana pobre de las renovables, la menos glamurosa de las fuentes naturales, pese a ser almacenable y gestionable, cualidades que no tienen otras. De hecho, ha tenido que llegar la peor crisis del gas para devolver a los biocombustibles como el pellet o la astilla a su destacado lugar en el mix energético para la generación de calor.

El aprovechamiento de recursos autóctonos producidos localmente reduce la dependencia energética exterior. La biomasa para calefacción ofrece una solución sostenible, eficiente, neutra en emisiones de CO2 y a precio estable. En definitiva, la gestión sostenible de los bosques españoles ofrece una alternativa real al gas argelino o ruso, mucho más caro y contaminante.

Tanto es así que, el precio de la energía generada con biomasa nacional se mantiene estable desde 2012, al contrario que el de la energía procedente de combustibles fósiles importados, sujeto a vaivenes geopolíticos. Otro dato: una familia puede ahorrar entre un 40% y un 70% en su factura energética anual si cambia hoy su caldera de gasóleo por un sistema moderno con pellet o astilla.

La biomasa aporta en este momento el 14% de toda la calefacción de España

Mientras Europa tiembla ante la inminente llegada del invierno y los precios de la energía obtenida a partir de combustibles fósiles baten récords a diario sin que nadie sepa cómo contenerlos, políticos, consumidores y expertos buscan alternativas contrarreloj para evitar que sus ciudadanos pasen frío o se arruinen al encender la calefacción.

Y a priori no es necesario irse muy lejos para encontrar soluciones, al menos para la generación de calefacción y agua caliente. «España tiene la fortuna de contar con enormes recursos energéticos renovables, como el sol y el viento, que todo el mundo reconoce, y también la biomasa, que aporta en este momento el 14% de toda la calefacción en nuestro país. De hecho, hablamos de la principal fuente de energía renovable para este uso», afirma el presidente de Avebiom, Javier Díaz.

El precio del litro de gasóleo de calefacción ha pasado de 0,515 € hace justo un año a 0,855 €/l en los últimos días de octubre de 2021. Una subida del 66% en tan solo un año, que resultará difícil de sobrellevar a muchas familias.

Por el contrario, los precios de los biocombustibles sólidos para uso doméstico se mantienen en unos rangos muy contenidos a lo largo de los años, como muestra el Índice de Precios de la Biomasa que se elabora, de forma trimestral, desde 2012.

Así, por ejemplo, el pellet distribuido a granel en camión cisterna tiene un precio hoy de 256,62 €/tonelada, mientras que hace un año era de 255,77 €/ton. En el caso de la astilla forestal acondicionada para uso doméstico, el precio es aún más competitivo para el usuario, con una media histórica de 110 €/ton, incluido el transporte.

Tal y como señalan desde la asociación, la cuenta es fácil de hacer: 2 kilógramos de pellet contienen la misma energía que 1 litro de gasóleo, por lo que una familia que consuma 3.000 litros de gasóleo al año, ahorraría más de 1.000 euros si lo sustituyese por pellets. El ahorro sería aún mayor si el cambio es a astilla, cuya equivalencia energética es de 2,5 kg de astilla por litro de gasóleo: esta familia recortaría más de 1.700 euros en su factura anual.

Por su parte, la OCU ha elaborado recientemente una comparativa entre sistemas de calefacción para una vivienda de 90 m2 en una región fría. Se sitúan en cabeza con claridad los equipos de pellets, seguidos de las bombas de calor y el gas natural.

En la actualidad, la industria de la bioenergía dispone de calderas y estufas para uso doméstico de elevadas prestaciones y eficiencia, automatizadas y con emisiones prácticamente nulas. Esta innovación, sumada a la publicidad indirecta que le ha llegado por efecto de los disparados precios del gas y la pugna internacional por los buques metaneros ante el cierre del gasoducto del Magreb-Europa será provechada por el sector de la biomasa para sacar pecho.

Su principal rival, el gas fósil, ha puesto de moda la bioenergía, que acapara titulares de medios generalistas que antes no habían reparado en esta fuente de energía pese a las bondades medioambientales y económicas que reporta su valorización energética, que se deriva de la correcta gestión y conservación de los bosques: prevención de incendios forestales y dinamización de la España vaciada, amén de su menor coste para calefacción en comparación con combustibles fósiles como el gasóleo y el gas natural o la electricidad.

Esto, junto con la estandarización de los biocombustibles a escala mundial son las claves para que el parque europeo de equipos de biomasa supere ya los 7 millones de unidades. La biomasa aporta más del 80% de toda la energía renovable en la UE, más que la suma de lo que aportan la solar, la eólica y la hidráulica juntas.

«En cuanto al gas natural, un combustible fósil que se ha colado en nuestras casas gracias a excelentes campañas de marketing, la volatilidad de su precio -se ha incrementado más de un 250% en lo que va de año-, y la preocupación continua sobre la seguridad del suministro derivada de su procedencia geográfica, no nos parecen buenos argumentos para seguir apostando por su uso», afirma Díaz.

HOGARES AL CALOR DE LA BIOMASA

En la actualidad, según las estimaciones realizadas por el Observatorio de la Biomasa de Avebiom, el parque nacional de equipos de calefacción alimentados con biocombustibles sólidos superará las 440.000 unidades a final de año.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé que entre 2020 y 2030, España puede aumentar la contribución de la biomasa para generar calor en 400 ktep (equivalente al consumo actual en calefacción y ACS de 710.500 hogares españoles), lo que requiere la movilización de 1,2 millones de toneladas de biomasa más.

«En verdad, el objetivo del PNIEC nos parece poco ambicioso y, de hecho, según el proyecto Agrobioheat las cifras podrían triplicarse si se movilizasen biomasas de origen agrícola como las podas de frutales, la paja de cereal o el hueso de aceituna, entre otras», concluye Díaz.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.