Que no funciona para lo que fue diseñado. Que es un fraude a los consumidores. Que perjudica a los alimentos típicos de la dieta mediterránea. Que permite enmascarar componentes poco saludables de los alimentos. Estos son algunos de los argumentos que han presentado científicos y distintas asociaciones para intentar frenar la implantación del sistema de etiquetado NutriScore en España. La adopción de este sistema está prevista para finales de este año. Aunque por el momento, será de carácter voluntario. Esto hasta que en 2022, la Comisión Europea determine cuál será el modelo de etiquetado nutricional (FOP) armonizado que se adoptará en toda Europa. Mientras tanto, en España crece la oposición al Nutri-Score, el modelo defendido por el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Los opositores no solo denuncian las lagunas del sistema. También le recriminan al ministro no haber considerado otras alternativas más adaptadas para España como el sistema NutrInform Battery, desarrollado por Italia.
Entre quienes se oponen a la decisión de Garzón, se encuentra el ministro de Agricultura, Luis Planas. Recientemente, Planas advirtió que “nada que dañe a la dieta mediterránea puede ser aprobado por el Gobierno de España”. En ese sentido, el ministro recordó también que, pese a compartir intereses geopolíticos con Francia, país de origen del NutriScore, España no comparte los mismos intereses en materia alimentaria. Un argumento que también sostienen los opositores al NutriScore, quienes consideran que España debe priorizar la implantación de un sistema que defienda las costumbres culinarias y la dieta española. Sobre todo, teniendo en cuenta que ese sistema ya existe. Se trata del NutrInform Battery, un etiquetado desarrollado por Italia que no penaliza los alimentos de la dieta mediterránea.
El sistema italiano se basa en un símbolo de batería que indica al consumidor la contribución de cada alimento teniendo en cuenta las necesidades diarias y las cantidades recomendadas por la Unión Europea. Un sistema que, sin dudas, se adapta mejor a la dieta mediterránea que el NutriScore. Es por ello que llama la atención la determinación con la que Consumo continúa defendiendo el sistema francés, cuando ni siquiera le ha dado la oportunidad a otros etiquetados y cuando ya han quedado en evidencia los problemas del sistema elegido. Empezando por cómo demoniza productos como el aceite de oliva.
“El NutriScore está destrozando la imagen del aceite español”, denunciaron desde la sectorial nacional del aceite de oliva virgen. Esto, luego de que se diera a conocer la clasificación que obtendría el aceite de oliva bajo el sistema Nutri-Score. Una ‘D’, al igual que otros aceites de semillas como el de colza. Lo que demuestra que el sistema no distingue entre tipos de aceite, ni valora la calidad nutricional de cada uno de ellos.
En alusión a este problema, desde las Cooperativas Agro-alimentarias de España han denunciado que el “NutriScore no se basa en una evaluación completa de los alimentos, ya que no tiene en cuenta aspectos como el contenido en proteínas de importante valor biológico, las características diferenciales de las grasas, la presencia de vitaminas, minerales y otros oligoelementos”. Lo que en palabras del secretario ejecutivo de la sectorial nacional de las Denominaciones de Origen Oleícolas, José Manuel Bajo, representa “un fraude a los consumidores”. Según Bajo, “España no puede admitir un sistema de clasificación nutricional que engaña al consumidor, es un absoluto escándalo”.
El aceite de oliva no es el único producto español que corre en desventaja frente a la implantación del NutriScore. El modelo también penaliza otros productos típicos españoles como el jamón ibérico, el queso manchego y las conservas. Por esta razón, la patronal Anfaco-Cecopesca ha solicitado a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) que realice un análisis de la aplicación del NutriScore a las conservas y semiconservas de pescado y marisco. Esto, al considerar que el sistema “no califica correctamente su calidad nutricional, con el consiguiente perjuicio de su imagen”.
La ironía del asunto es que mientras el Nutri-Score califica negativamente productos típicos de la dieta mediterránea, reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, otros productos como la Coca Cola Zero o los cereales azucarados obtienen una mejor puntuación. Hecho por el cual, el propio creador del NutriScore, el francés Serge Hercberg, ha debido reconocer que el sistema cuenta con ciertas lagunas. Entre ellas, que los cereales de desayuno azucarados, obtienen una calificación ‘B’ en Nutriscore.
Lamentablemente, el de los cereales azucarados no es un caso aislado. Según Beatríz Robles, tecnóloga de los alimentos, el NutriScore “no califica el procesamiento de los alimentos, por lo que hay muchos ultraprocesados con calificaciones de A y B”. Es decir que hay productos insanos que gracias al NutriScore, salen mejor parados. A esta misma conclusión ha llegado el nutricionista Juan Revenga, quien asegura que “más del 40% de los productos ultraprocesados reciben una nota A o B en Nutri-Score”. Esto, en base al resultado de un estudio llevado a cabo por el British Medical Journal.
Los evidentes fallos del NutriScore expuestos por científicos y expertos, dejan al descubierto que el sistema no es tan efectivo como insiste Garzón. No quedan dudas de que España necesita sumarse a la iniciativa de la Comisión Europea para así lograr cambios en los patrones de consumo y revertir las preocupantes tasas de obesidad. Sin embargo, queda claro que el NutriScore no es el adecuado. Principalmente porque ya ha quedado demostrado que el sistema presenta alimentos insanos como sanos. Lo que va contra el objetivo de ayudar a los consumidores a elegir elementos saludables. Es decir que, como lo asegura Brígida Jiménez, doctora en nutrición del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), el sistema “no está funcionando para lo que se pretende”.
Si bien por el momento parece que Consumo hace oídos sordos a las críticas cada vez más numerosas contra el Nutri-Score, aún hay esperanza de que España dé marcha atrás y adopte una alternativa. Las declaraciones de Planas en defensa de la dieta mediterránea muestran que no todo está perdido. En ese sentido, alinearse con países que comparten intereses culinarios es la solución a la que debe aspirar España. Tal como lo ha hecho Italia, al hacer valer los beneficios de la dieta mediterránea.