La Comisión Europea propone un plan de recuperación que alcanzaría los 750.000 millones en dos años y que será canalizado a los gobiernos principalmente a través de transferencias directas (500.000 millones), pero que también incluiría una parte de préstamos (250.000 millones).
El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha avanzado la cifra total del fondo en la red social Twitter, donde ha destacado que se trata de un «punto de inflexión europeo para enfrentarse a una crisis sin precedentes».
Son las características básicas del fondo de reconstrucción que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentará en el Parlamento Europeo, junto con su borrador de presupuesto comunitario para el periodo 2021-2027, que tendría una dotación total para siete años de 1,1 billones de euros.
De esta forma, Bruselas recoge el planteamiento de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, al incluir 500.000 millones en transferencias directas, pero añade también una parte en forma de créditos, algo que reclaman países del norte como Países Bajos o Austria.
Para financiar este fondo, el Ejecutivo comunitario quiere acudir a los mercados de deuda para captar los 750.000 millones con emisiones de bonos con un vencimiento máximo de 30 años que se devolvería a partir de 2028 y hasta 2058. No será la primera vez que lo haga, puesto que este mecanismo ya fue utilizado durante la crisis de deuda para ayudar a Irlanda y Portugal, pero entonces se captó una cifra muy inferior.
NUEVOS IMPUESTOS PARA FINANCIAR EL FONDO
Esta emisión estaría respaldada por el propio presupuesto comunitario (MFF, por sus siglas en inglés) y para devolver en principal Bruselas plantea la creación de nuevas fuentes de ingresos: un gravamen al plástico, una parte de los beneficios del sistema de comercio de emisiones, un impuesto a las multinacionales digitales y una tasa a la entrada de carbono al bloque.
La mayor parte del plan, 560.000 millones será transferido a los Estados miembros a través de un instrumento denominado Facilidad para la Resiliencia y la Recuperación (RFF), compuesto tanto por subvenciones como por préstamos. Los gobiernos podrán solicitar estos fondos con carácter voluntario.
Esta herramienta sigue el diseño del presupuesto de la eurozona negociado el pasado año, que desaparece oficialmente para dejar espacio a una dotación destinada al conjunto de la UE. Estará anclada en el Semestre Europeo, lo que supone que los Estados miembros tendrán que utilizar estos fondos para adoptar reformas e inversiones pactadas previamente con las instituciones europeas.
A este fondo se añade una nueva iniciativa llamada ‘ReactEU’, que complementará con 55.000 millones el presupuesto de la Política de Cohesión, pero que será distribuido entre los países con una clave de reparto distinta a la tradicional y basada en el impacto de la pandemia de Covid-19.
INVERSIONES EN EMPRESAS MÁS AFECTADAS
Por otro lado, el borrador de la Comisión Europea prevé un presupuesto de 31.000 millones de euros para movilizar inversiones en empresas especialmente golpeadas por la pandemia de hasta 300.000 millones. Este ‘Instrumento de Solvencia’ busca reducir la diferente capacidad de los Estados para ayudar a su tejido industrial y que ha quedado patente en las respuestas nacionales anunciadas hasta ahora.
Dentro de este segundo pilar centrado en el sector privado, Bruselas también propone doblar la capacidad de financiación del ‘plan Juncker’, ahora llamado ‘InvestEU’, y crear la ‘Facilidad de Inversiones Estratégicas’, que con un presupuesto de 15.000 millones aspira a movilizar 150.000 millones en inversiones en sectores y tecnologías ‘clave’.
El tercer y último pilar del plan de recuperación incluye la creación de un nuevo programa sanitario europeo (EU4Health) con una dotación de 9.400 millones de euros, un refuerzo de 2.000 millones del Mecanismo Europeo de Protección Civil, y un presupuesto del 94.400 millones de euros para el programa Horizonte Europa, reforzado para financiar proyectos de investigación sanitaria, entre otros.
También reserva 16.500 millones de euros adicionales para fortalecer el apoyo de la UE al resto del mundo, por ejemplo, a través de ayuda humanitaria.