Los bancos europeos han entrado en la crisis de la Covid-19 con niveles de capitalización y liquidez superiores a los contabilizados en anteriores crisis, según la Autoridad Bancaria Europea (EBA), que advierte de que la pandemia afectará adversamente a la calidad de los activos y podría elevar el volumen de préstamos no productivos (NPL) a niveles semejantes a los registrados durante la crisis de la deuda soberana con un significativo impacto sobre la rentabilidad de sector.
En su análisis basado en los test de estrés a la banca de 2018, la EBA estima que las pérdidas por riesgo de crédito podrían llegar a suponer el 3,8% de los activos ponderados de riesgo (RWA) del sector, por lo que considera que los bancos cuentan en promedio «con suficiente capital para cubrir las pérdidas potenciales», incluso bajo el shock de riesgo de crédito más severo, manteniendo un colchón equivalente a 1,1 puntos porcentuales de RWA por encima de los requisitos de capital.
En el primer trimestre de 2020, los bancos europeos destinaron casi 20.000 millones de euros a provisionar el mayor riesgo de crédito estimado como consecuencia de la pandemia de Covid-19, incluyendo 3.026 millones de dólares (2.797 millones de euros) del HSBC, los 820 millones de Société Générale o 506 millones por parte del Deutsche Bank.
En este sentido, la EBA subraya que las entidades del Viejo Continente se encontraban al comienzo de la crisis más capitalizados y con mejores niveles de liquidez que en cualquier otra crisis anterior, con una ratio media CET1 de casi el 15% al finalizar 2019, frente al 9% en 2009, mientras que las ratios de cobertura de liquidez rondaban de media el 150%, significativamente por encima de los umbrales regulatorios mínimos.
Asimismo, la institución considera que los avales públicos introducidos por diversos países podrían ayudar a mitigar este impacto, así como las directrices de la EBA sobre moratoria de préstamos que evitan la clasificación automática como moroso de un préstamo impagado.
No obstante, advierte de que los bancos deben asegurarse de seguir realizando una evaluación de riesgos adecuada, apuntando que es previsible que el impacto de la crisis «difiera ampliamente», dependiendo de cómo evolucione esta, así como del nivel de capital inicial de cada banco y la magnitud de su exposición a los sectores más afectados, por lo que recomienda a las autoridades competentes abordar rápidamente cualquier debilidad idiosincrásica que pueda verse exacerbada por la crisis actual.
IMPACTO SOBRE LA RENTABILIDAD.
«Las elevadas ratios de cobertura de liquidez y el apoyo del banco central han permitido a los bancos capear los primeros meses de la crisis de Covid-19 sin mayores problemas de liquidez», destaca la EBA, para la que, sin embargo, una vez los bancos reinicien el proceso para construir su colchón anticrisis (MREL) podrían enfrentar costes más altos que en los días anteriores a la Covid-19, «lo que aumentará aún más la presión sobre la rentabilidad de los bancos».
En este sentido, el regulador advierte de que los bancos europeos entraron en la crisis con unos niveles muy bajos de rentabilidad como consecuencia de los bajos márgenes y de las presiones de costes operativos, que mantenían el RoE en el 5,9% en el cuarto trimestre de 2019, frente al 9,5% de sus competidores de EEUU.
La recesión económica podría afectar aún más las ganancias de los bancos», señala la EBA, advirtiendo de que la magnitud del impacto dependerá no solo de la gravedad de la contracción de la economía, sino también del alcance y profundidad de las medidas adoptadas en cada país.
El regulador europeo anticipa un significativo impacto sobre los ingresos por intereses netos debido a la parálisis temporal observada en la concesión de nuevos préstamos hipotecarios, mientras que, en contraste, aumentan los préstamos a empresas, aunque el potencial efecto positivo podría verse limitado por las medidas de moratoria aplicadas en algunos países, que implican la suspensión de la acumulación de intereses.
Además, en las circunstancias actuales, los bancos podrían verse obligados a posponer sus planes para trasladar a sus clientes el cobro de tasas de interés negativas para evitar problemas de reputación.
Por otro lado, más allá del impacto sobre los ingresos de la banca, la EBA advierte del significativo impacto de la pandemia en el aumento del número de ‘defaults’, lo que dificulta las estrategias de disposición de carteras de NPL de algunos bancos, a pesar de las medidas de moratoria introducidas en algunos países pueden ayudar a que los bancos gestionen estas exposiciones una vez que la economía se encuentre en mejor situación.
Asimismo, dado el masivo impacto de la crisis sobre los mercados laborales, los bancos podrían aplazar sus planes de ahorro de costes ante el impacto reputacional negativo que podría conllevar el cierre de sucursales.
«Aunque la consolidación del sector podría ayudar a abordar los problemas de rentabilidad, las estrategias de búsqueda de sinergias y economías de escala mediante fusiones y adquisiciones podrían conllevar elevados riesgos operacionales (…) Por tanto, cualquier intento de reducir los costes operativos puede ser particularmente complicado en el corto plazo», añade.
De otra parte, el confinamiento y las medidas de distanciamiento social han presionado a los clientes para hacer un mayor uso de canales de banca digital, por lo que, una vez que la pandemia haya terminado, los clientes podrían decidir que no necesitan visitar su sucursal bancaria, o hacerlo con menos frecuencia, por lo que aquellas entidades más remisas a reducir su presencia física y fomentar la banca en línea «ahora podrían verse fuertemente presionadas para embarcarse en un plan de transformación digital integral».