Comer es mucho más que un acto de necesidad básica para la supervivencia: es también un placer. Estamos programados para ello, de esta forma, el organismo se asegura de que va a recibir el combustible necesario. Así que cuando comemos, el cerebro comienza a liberar endorfinas y serotonina, las hormonas encargadas de hacer que nos sintamos felices y de buen humor. Te todo esto surge el arte y la ciencia de la gastronomía que investiga el mundo de alimentos y sus múltiples combinaciones. Hay quien prefiere el sabor de un buen plato tradicional, otros buscan degustar nuevos sabores y luego tenemos a los que están dispuestos a pagar precios insultantes por menús preparados con ingredientes poco comunes. ¿Pagarías 2.000 euros por una hamburguesa? Estos son algunos platos que solo son aptos para gente millonaria.