Las claves para conducir con lluvia (y no tener un accidente)

Si vas a conducir con lluvia, debes saber que cuando comienzan las precipitaciones, la carretera se puede convertir en un escenario que causa varios problemas. Todo el mundo decide coger el coche y esto no siempre es la mejor idea. En ocasiones, no saber cómo solventarlos puede llegar a producir un accidente.

Conducir mientras llueve puede llegar a ser bastante molesto, hasta el punto de volverse muy incómodo. No solo para ti, sino también para el resto de los conductores que hayan pensado lo mismo que tú. No te confíes ni siquiera si se trata una tormenta de verano. En esta época, normalmente seca, es cuando pillan a la gente más desprevenida.

Seguro que tienes muy claros los conceptos básicos de cómo hacerlo y que el suelo mojado no sea un problema demasiado grande. Sin embargo, nunca está de más repasar y/o conocer algunas claves que pueden salvarte en esos incómodos días de lluvia sobre el asfalto.

Vigila los neumáticos si hay lluvia

neumáticos conducir lluvia

Los neumáticos son una de las partes más importantes de nuestro vehículo. No solo debemos tomarlos en consideración cuando vamos a conducir con lluvia, sino siempre.

Además, conociendo un poco las partes de nuestro coche y las recomendaciones del fabricante, es bastante sencillo saber si el dibujo de las ruedas está como debe estar. Esto también se consigue estando pendiente de las revisiones que deban hacerse a nuestro coche, llevándolas siempre todas al día. Sobre todo las más importantes.

Mucho más es vigilarlos en caso de lluvia. El agarre cuando el asfalto está mojado disminuye bastante. Por ello, es primordial que los neumáticos sean capaces de desalojar la mayor cantidad de agua que sean capaces para no llevarnos ningún susto y tener un accidente.

Revisa los limpiaparabrisas

limpiaparabrisas

Uno de los elementos de nuestro vehículo que más pasamos por alto es el de los limpiaparabrisas. Sobre todo en zonas en las que no suele llover.

Sin embargo, es bueno hacerles algún repaso de vez en cuando para que, en caso de lluvia, no nos veamos en mitad de la carretera sin poder hacer nada. Debes estar pendiente de que las escobillas no chirríen y no ensucien en vez de limpiar. Si cuelga alguno de los extremos o sucede algo de lo anterior, debes cambiarlas cuanto antes.

Para tener la tranquilidad de que siempre van a responder, hasta en las situaciones más complicadas, es bueno cambiarlas una vez al año. Hazlo cuando vaya a comenzar el otoño o la temporada de lluvia más fuerte en tu zona para ahorrarte disgustos innecesarios.

Cuidado con la distancia de seguridad

distancia de seguridad

La distancia de seguridad es un concepto que debemos respetar como cuando salimos de la autoescuela y que no siempre hacemos.

Aunque siempre debemos llevar una distancia adecuada con el vehículo que se encuentra por delante de nosotros, en caso de lluvia debemos aumentarla. Esto es así porque al llover la capacidad de frenada disminuye cuantiosamente. El vehículo necesitará más metros hasta llegar a detenerse por completo.

Por tanto, si no deseas impactar al vehículo que llevas delante por la parte de atrás, es necesario circular respetando una mayor distancia. En caso de frenada, debes dejar tiempo suficiente al coche para que pueda detenerse con seguridad.

No hagas movimientos bruscos

conducir con suavidad

En el momento en que comience a llover, debemos conducir con una mayor suavidad.

No es para nada recomendable realizar movimientos bruscos, ni para acelerar ni para frenar. Acelerando, perderás tracción. En una frenada brusca, aunque cuentes con ABS, puedes llegar a bloquear las ruedas.

Además, no debes girar el volante con brusquedad. En caso de que lo hagas y pierdas tracción con los neumáticos, puedes llegar a hacer un trompo o quedarte tirado en mitad de la carretera.

Lleva siempre encendidas las luces

luces encendidas

En el momento en el que empiece a nublarse, mucho más si comienza a llover, enciende las luces.

Desde que caiga la primera gota, cuando lleguen las demás, ten en cuenta que vas a tener litros y litros impactando contra tu parabrisas. Por ello, es seguro que vas a ver mucho peor que si no estuviera lloviendo.

Las luces las debes usar para ver bien, pero también para que los demás conductores te vean con menos dificultad. Presta, además, el doble de atención a todo lo que suceda en la carretera si se trata de un día de lluvia.

La clave es no confiarse demasiado

no te confíes con lluvia

No te confíes demasiado, a pesar de que llueva poco. Muchas veces, que llueva más es mejor, aunque sin pasarse.

Aunque suene contradictorio, es cierto. En el momento en que empiezan a caer las primeras gotas, se mezclarán con el polvo y grasa que pueda haber en la carretera, lo que reduce la adherencia de los neumáticos al asfalto.

Si comienza a llover fuerte, la carretera se limpiará y el neumático volverá a agarrar mejor. Pero tampoco te confíes. Como es lógico, no tendrá la misma seguridad que si se encontrara seco.

En la medida de lo posible, evita charcos

evita los charcos

Evita los charcos porque no sabes de qué profundidad puede ser cada uno de ellos. En el caso de que sea poca, tan solo levantarás un poco de agua. Si es mucha, pueden suceder problemas mayores: pinchar, desllantar o atrancarte.

Otros de los elementos a evitar cuando conduces con lluvia son las alcantarillas y la pintura. Ambas por la misma razón: resbalan.

Con estas cosas tampoco es bueno confiarse, no importa que lleves un coche y te sientas más seguro al conducir, cualquier accidente puede suceder. Si vas en moto, lo ideal es evitarlas por completo pues puedes perder el control de forma total.

Atento al «aquaplanning»

aquaplanning

El «aquaplanning» se puede convertir en uno de los mayores riesgos que pueden aparecer al conducir en un día lluvioso.

Se conoce como el incidente que sucede al acumularse demasiada agua en la carretera. Tanta, que el coche al pasar por ella perderá por completo la adherencia al asfalto e irá recto.

Para que no se convierta en un accidente en toda regla, debes evitar hacer lo primero que se te venga a la mente. No frenes ni aceleres. Tampoco gires. Lo ideal es levantar el pie del acelerador y mantener la dirección firme. Cuando notes que el vehículo se para por sí mismo, comienza de nuevo a traccionar.