El presidente de Repsol, Antonio Brufau, tiene las ideas muy claras. Hace unos días aseguraba que si fuese banquero, entre sus niveles de riesgo más alto estarían los proyectos de renovables. Esta misma semana la petrolera reconvertida también en comercializadora de electricidad ha anunciado la inversión millonaria para desarrollar diversos proyectos renovables. Pero ahí no acaba todo. Para ajustar su plan estratégico todavía tendría que invertir, o arriesgarse -como dice el directivo-, entre 400 y 500 millones de euros si quiere aumentar más su capacidad verde (si fuera eólica o fotovoltaica).
Así se desprende de su último movimiento y lo que falta por alcanzar con respecto a los objetivos comunicados. En concreto, Repsol desarrollará tres nuevos proyectos renovables en España, dos eólicos y uno solar, que suman una capacidad de unos 800 megavatios (MW). Fuentes del sector señalan que el desarrollo de estos tres proyectos de renovables asciende a una inversión de unos 700 millones de euros.
Esta inversión bastaría para matizar las palabras de Brufau. Incluso, valdría para cuestionarse si la inversión de Repsol y la financiación que haya asociada a estos proyectos se encuentran dentro de esos niveles de riesgo. Y no solo eso, también se deberían dar explicaciones sobre las dudas vertidas sobre el ritmo de transición ecológica. Y es que el directivo cuestionó en esa misma intervención pública de hace unos días que no se busquen otras muchas soluciones para lucha contra el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero que “no están en el papel, pero que pueden ser ‘verdes’”, como destinar el 20% de los más de 12.000 millones de euros que se recaudan a través de los impuestos de hidrocarburos a reforestar el país.
“Con estos 3.000 o 4.000 millones conseguiríamos reforestar miles de hectáreas y en 2050 sería neutra la emisión de la movilidad con una reforestación del 15% del territorio español”, expresó, aunque manifestó con ironía que “esto no está de moda”.
Pero el gran problema que ve el presidente de Repsol, y aquí sí tiene bastante razón, se centra en las solicitudes para proyectos por más de 150.000 MW, que triplican los objetivos de energía verde recogido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima a 2030.
REPSOL SIN ALTERNATIVAS
En todo caso, a Repsol no le queda más alternativa que mantener sus planes pese a la lucha ideológica que tiene en estos momentos su presidente con la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
La situación actual es que la petrolera tiene una capacidad total instalada de 2.952 MW. Así, con estos tres proyectos, la planta fotovoltaica de Valdesolar y el parque eólico flotante en Portugal de WindFloat -donde es socio de EDP Renovavéis- le permiten sumar otros 1.083 MW.
Con las cifras en la mano, la compañía presidida por Brufau alcanzará el 90% (4.035 MW) de su meta de capacidad de generación baja en emisiones, cifrada en alrededor de 4.500 MW en el año 2025. Por lo que debería, como mínimo reforzar su parque renovable con 500 MW.
Según fuentes consultadas por MERCA2, a precios actuales de inversión -y el coste del MW de capacidad-, desarrollar parques renovables similares a los actuales llevaría un gasto mínimo de unos 400-500 millones de euros. Y todo ello mientras que Repsol tiene comprometidos en su estrategia a 2020 inversiones en el negocio de bajas emisiones de 2.500 millones de euros, con el objetivo de alcanzar 2,5 millones de clientes minoristas de electricidad y gas en España a el horizonte de 2025, con una cuota de mercado superior al 5%.
NEGOCIOS POCO ARRIESGADOS
Al margen de las dudas que ha diseminado el presidente de Repsol, la realidad del mercado parece distinta. Según analistas IG, el negocio renovables lejos de generar riesgo está generando el interés de todos y respaldo. Ponen el caso de Iberdrola y Endesa, que también tienen inversiones en energías renovables, y estas dos compañías siguen teniendo una fuerte tendencia alcista en Bolsa. Otro caso es el de Siemens Gamesa que también se encuentra dentro de un canal alcista.
Así, los casos de empresas que están invirtiendo en renovables y reportando en positivo para sus accionistas se encuentra Greenergy, que se mueve en un rango lateral; Audax, que trata de consolidar por encima de su media móvil, aunque está dentro de un canal bajista de corto plazo; y Solaria, que mejoraría si supera los 5,3 euros y podría tener un impulso alcista.
Asimismo, la unidad de análisis de Self Bank estima que «el apetito que están despertando estas inversiones está justificado, lo que no quita para que alguna compañía/proyecto en concreto pueda estar sobrevalorado».
Ante esta situación, señalan que «vamos a un mundo en el que las energías renovables irán ganando cuota dentro el mercado energético. Esta tendencia comenzó como un movimiento ecologista en el siglo pasado, y ha pasado a ser algo universal, en el que todos estamos implicados, desde los gobiernos que firman pactos como el Climático de París hasta los inversores, que cada vez prestan mayor atención a los criterios de sostenibilidad, entre los cuales está el medioambiental».
LUCHA DE PODER
Pero más allá de la certeza sobre que las renovables no son inversión de riesgo, en el pulso que están manteniendo Antonio Brufau y la ministra, ambos tienes parte de razón. El problema es que los actos hablan más que las palabras.
“Juntos contribuimos al cuidado del medio ambiente”. En estos términos se expresa Repsol en el sitio web creado por la petrolera para regalar 100 premios de un año de luz gratis entre sus futuros clientes. Asegura que su objetivo es ofrecer electricidad sostenible y de bajas emisiones. Un gran reclamo junto a la rebaja en los carburantes. Todo ello mientras su presidente critica al actual Gobierno por unos objetivos verdes demasiado ambiciosos.
Ante este escenario, el presidente de Repsol entra en una cierta contradicción debido a su llegada al mercado eléctrico. O quizá por eso no le queda más remedio que pedir prudencia a la hora de pisar el acelerador en la transición energética. Así, pese a que la compañía está completamente alineada con los patrones de lucha contra el cambio climático, no deja de ser algo contradictorio publicitar energía lo más sostenible posible y criticar en público a quien promueve ir en ese sentido. Y cuanto más rápido, mejor.