miércoles, 11 diciembre 2024

Seniors sobradamente preparados: los mayores perdedores con el desempleo

El mercado de trabajo ha sufrido una enorme transformación durante la última década. Así, por ejemplo, el grupo de personas de más de 55 años ha crecido un 20%. Todo lo contrario que la población de jóvenes de entre 16 y 29 años. En su caso, ha sufrido una caída del 19,1%. “El alargamiento de la esperanza de vida y el descenso de la tasa de natalidad que se inició a finales de los años 70 explican esta realidad”, señalan desde PeopleMatters. Dicho de otra manera, la población envejece. Un ‘daño colateral’ de este envejecimiento es que el desempleo se ceba con los denominados seniors.

Si comparamos los últimos trimestres de 2008 y 2018, el paro entre los mayores de 55 años ha crecido un 125,8%. Ese porcentaje llega hasta el 206% si se usan los datos del segundo trimestre. Según la consultora especializada en la gestión de personas, “la tendencia seguirá siendo la misma para la próxima década, lo que requiere una revisión urgente de las políticas gubernamentales y empresariales para gestionar el talento, la salud y la jubilación de los mayores”.

Los demandantes de empleo seniors se incrementarán en un 49%, porcentaje que llegará al 81,5% en el caso de las mujeres

Atendiendo a sus estimaciones, el grupo de mayores de 55 años crecerá otro 20,5% para 2028, mientras que el número de jóvenes descenderá un 15,3% en idéntico periodo de tiempo. Y eso afectará al perfil demográfico de las empresas. Porque la fuerza trabajadora será distinta: más mayor, más femenina, más productiva pero también más delicada. Los demandantes de empleo seniors se incrementarán en un 49%, porcentaje que llegará al 81,5% en el caso de las mujeres. “En 2029, habrá un 16% menos de jóvenes y un 20,9% más de mayores de 55 años entre la población activa”, pronostican en PeopleMatters.

¿Qué retos plantean estos datos? La consultora los resume en cuatro: trabajaremos más hasta edades más avanzadas; el actual sistema de pensiones será difícilmente sostenible; muchos ciudadanos retrasarán su jubilación de manera forzosa; y las empresas tendrás que gestionar equipos cada vez más seniors.

“Los partidos políticos tienden a analizar el envejecimiento de la población desde un punto de vista puramente económico y, aunque es un análisis necesario, tenemos que ir mucho más allá y admitir que esta nueva realidad requiere soluciones también nuevas con modelos que, tanto desde la Administración como desde la propia empresa, apoyen la gestión de los mayores de 55 años como talento y una parte esencial de nuestro tejido productivo”, señala Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters.

EL COSTE SOCIAL DEL DESEMPLEO DE LOS SENIORS

Otra variable que tiene este escenario descrito respecto a los seniors es el coste social del desempleo. Este término ha sido acuñado por Lucía Gorjón, Sara de la Rica y Antonio Villar para Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada).

Según sus autores, el coste social del desempleo acoge en su definición, más allá de la incidencia del mismo, otros factores que acaban teniendo una gran influencia e impacto en el desempleo. ¿Cuáles? Por ejemplo, la duración del mismo, la pérdida de ingresos que se abre entre estar trabajando o no, y la probabilidad de permanecer desempleado.

“Para una sociedad con una tasa de paro (incidencia) dada, la problemática social del desempleo es menor cuanta mayor sea la proporción de personas que reciben prestaciones por desempleo, mayor sea la cuantía de las mismas y menor sea la duración del desempleo para las personas desempleadas”, explican los autores.

Resultado de su trabajo, los autores llegan a la conclusión de que “quienes sufren más las consecuencias del desempleo son los desempleados de larga duración, de 45 años o más, sin prestaciones de desempleo, con peores resultados en general para las mujeres y los trabajadores con bajo nivel educativo”.

¿Por qué es importante identificar estos grupos? Porque gracias a ello se pueden diseñar políticas de empleo. Conviene no olvidar que, al igual que con la pobreza, los trabajadores que sufren el paro denominado de larga duración tienden a perder influencia social y a volverse ‘invisibles’.

Como conclusión, los expertos de Fedea indican que los rasgos que definen a los más perjudicados por el desempleo son “la cronificación de la situación de paro, una edad superior a los 45 años, y la ausencia o agotamiento de las prestaciones que mitigan sustancialmente los costes sociales del fenómeno”.  Y matizan que los resultados son peores para las mujeres que para los hombres. Por último, concluyen que “los costes por persona aumentan con el nivel educativo porque también lo hace la pérdida de ingresos debida al desempleo, pero los costes totales son mayores en los niveles educativos más bajos porque hay más personas afectadas”.


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