Los museos de la Fundación Juan March suspenden en transparencia

Sólo uno de cada cuatro museos de bellas artes y arte moderno de España cumple con los estándares de transparencia y buen gobierno por los que se rigen sus homónimos internacionales. Esta es la principal conclusión de un informe elaborado por la Fundación Compromiso y Transparencia. ¿Quiénes están en lo alto de la clasificación? El Artium y el Thyssen Bornemisza. ¿Y quiénes ocupan la parte trasera de la tabla? Junto al Museo de Burgos y al Museo Gregorio Prieto, los dos que están bajo la batuta de la Fundación Juan March: el de Arte Abstracto Español de Cuenca y el Juan March de Palma de Mallorca. Sólo obtienen un punto de 25 posibles.

“Entre los museos más opacos, aquellos cuya puntuación es inferior a 5, nos encontramos con dos grandes grupos. Un primer grupo de museos de titularidad privada cuya forma jurídica suele ser una fundación que, o bien se ha constituido expresamente para la gestión del museo (este es el caso de la Fundación Beulas, Fundación Gregorio Prieto y de la Fundación Eugenio Granell), o bien la gestión del museo es una más de sus muchas actividades”, señalan los autores del informe. En este último caso se hallarían los dos museos administrados por la Fundación Juan March.

SOLO UN APROBADO PARA LA FUNDACIÓN JUAN MARCH

La pregunta es: ¿Qué se entiende por transparencia? “El esfuerzo por difundir y publicar la información relevante de la organización, haciéndola accesible a todos los grupos de interés de manera visible, íntegra y actualizada”. Según la fundación que ha elaborado el estudio, la información publicada online debe cumplir cuatro principios: visibilidad, accesibilidad, actualidad e integralidad.

Situado en las Casas Colgadas de Cuenca, el Museo de Arte Abstracto Español abrió sus puertas el 1 de julio de 1966, mientras que el Museo Juan March hizo lo propio en 1994. ¿Cuál es la única ‘asignatura’ en la que cumplen? La relativa a información de actividades, algo que hacen el 83% de las instituciones analizadas.

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En el resto suspenden: misión, plan estratégico, gestión de los fondos, estructura directiva, políticas e informes, órganos de gobierno, información económica, e información sobre resultados.

“Sin un patronato comprometido es difícil impulsar la transparencia. Tan solo un museo privado, el Museo Guggenheim Bilbao, obtiene el calificativo de transparente”, subrayan los autores del informe. De hecho, sólo el 6% de los museos privados alcanzan la calificación de transparente, frente al 18% de los públicos.

“La práctica totalidad de los museos privados han adoptado la forma jurídica de una fundación. En estos casos, por tanto, no puede hablarse de falta de autonomía en la gestión para explicar su falta de compromiso con las prácticas de transparencia y buen gobierno”, añaden. Dicho de otra manera, los museos privados cuentan con un órgano de gobierno autónomo, el patronato, que no está cumpliendo con sus deberes de supervisión y gobierno.

No se trata de algo nuevo, sino que viene sucediendo desde la última década, momento en que comenzaron a hacerse este tipo de informes por la Fundación Compromiso y Transparencia.

“En la mayoría de los casos se trata de órganos puramente representativos que no ejercen funciones de vigilancia y supervisión. Así como los museos públicos dependientes de consejerías necesitarían mayores grados de autonomía jurídica para mejorar su compromiso con la transparencia y el buen gobierno, los museos privados lo que requieren es un patronato que asuma efectivamente los deberes de supervisión y control que la ley les confiere”, concluyen. La Fundación Juan March debería tomar nota para salir del furgón de cola.