El Gobierno de Pedro Sánchez ha encontrado un nuevo charco en el que entrar y salir de forma recurrente: los impuestos con los que quiere cargar a los hidrocarburos, en concreto al diésel. De esta manera, entre el presidente y su ministra de Industria, Reyes Maroto, no aclaran que sucederá con las tasas, ni cuándo se aplicarán; en qué porcentaje o cuándo se llevará a cabo.
Todo empezó el pasado mes de agosto, y el último capítulo se ha vivido este lunes cuando la ministra ha dejado en el aire -aunque solo por unas horas- lo que unos minutos antes había asegurado Sánchez. En concreto, el presidente afirmaba a primera hora que «todo lo que tenga que ver con transición energética y sostenibilidad del país como la movilidad privada, que es altamente contaminante, tendrá su traducción en una subida de impuesto al diésel«.
Hasta ahí, nada nuevo. Pedro Sánchez refrendaba que habrá nuevos impuestos a los carburantes. En este sentido, todo estaba en sintonía con lo dicho en pleno verano. Reyes Maroto, en una entrevista a Europa Press, establecía dicha subida de impuestos ligada a la aprobación de los próximos Presupuestos Generales. El problema es que en estos momentos no hay nada sobre el marco temporal en el que se aprobarán dichos presupuestos y, más allá, ni si habrá apoyos suficientes para aprobarlos.
Ante esta situación, la ministra de Industria, en el marco del ’32 Encuentro de Economía Digital’ organizado por Ametic, dejó todo en el aire durante unas horas al asegurar que la tramitación de dicho impuesto al diésel se ha convertido en un globo sonda. Sin aclarar si ha sido algo provocado por el propio Gobierno, si los medios de comunicación no han aclarado bien la situación; o ha sido mezcla de todo.
No obstante, un puñado de horas después de su comparecencia ante la prensa, la ministra reculó entrando en directo en un programa de La Sexta y explicó que todo fue una confusión. Que ella va en la línea del presidente, y, en resumidas cuentas: que el jefe es el que tiene razón. Por lo tanto, todo se debe a que un periodista utilizó la palabra. Sin embargo, la realidad es que la ministra no supo explicarse bien.
En cualquier caso, la única certeza en estos momentos es, precisamente, que no se sabe qué pasará. Con el presidente diciendo una cosa, la ministra del ramometiéndose en un jardín con extrañas explicaciones, el conflicto lo tienen que digerir los fabricantes y, sobre todo, los usuarios, que en estos momentos no tienen claro si ahora mismo compensa o no comprar vehículos que usen del diésel como combustible.
Se trata, a todas luces, de una gestión cuestionable. Ahora mismos los principales fabricantes de coches dudan sobre la estrategia de venta que mantener. Fuentes del sector automovilístico aseguran a MERCA2 que la indefinición que se trasmite a la opinión pública es la misma que se ha traslado a la industria del motor.
TODOS LOS LÍOS CON EL DIESEL
Al margen de esta absoluta indefinición, ahora mismo el diésel está en plena vorágine de actualidad. En concreto los vehículos de motor diésel matriculados a partir del 1 de septiembre tendrán que haber superado el nuevo sistema de medición de consumo de carburante, el denominado WLPT, más exigente y fiel a la realidad que el actual (NEDC). Por este motivo, sobre el papel este tipo de vehículos contaminarán más; aunque lo mismo sobre el asfalto.
Las autoridades europeas aprobaron el Worldwide Harmonised Light Vehicle Test Procedure (WLPT) en 2017 para medir el consumo de combustible y las emisiones de CO2 de los automóviles de pasajeros, así como sus emisiones contaminantes. Hasta el momento, marcas y administraciones estatales han tenido un año para adecuar documentos oficiales, folletos, catálogos, regulaciones fiscales, etc. A partir del 1 de septiembre, todos los vehículos nuevos con motor diésel deben estar certificados de acuerdo con el procedimiento WLPT.
El NEDC data de 1980 y las marcas adaptaron la tecnología de sus modelos diésel para pasar con nota el test. Sin embargo, las mediciones reales daban unos resultados muy diferentes. Pregunten a Volkswagen. Estos escándalos, unidos a la creciente preocupación por el medio ambiente y la lucha contra los motores diésel, dieron como fruto el WLPT.
LOS DIÉSEL SERÁN MÁS CAROS
Una de las primeras consecuencias del WLPT es que muchos modelos diésel con el procedimiento WLPT cambiarán de tramo en la medición del CO2 y tendrán un impuesto de matriculación mayor. Los vehículos con emisiones inferiores a 120 g/km de CO2 están exentos del pago. Desde los 121 g/km hasta los 160 g/km, el importe asciende al 4,75 % del precio de venta.
Si se fijan en la publicidad o los catálogos de venta, muchas marcas anuncian que sus modelos emiten menos de los 120 gr/km que significa pagar o no pagar impuesto de matriculación. La Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto) calcula que en la actualidad pagan el impuesto de matriculación el 20 % de los coches que se venden en España. Con el nuevo protocolo, este porcentaje aumentará hasta el 70 %, según sus estimaciones.
Otra consecuencia. De nuevo, si han estado atentos a los anuncios habrán notado importantes descuentos en agosto de coches diésel. Las marcas están aprovechando estos meses para sacar ofertas y limpiar stock de modelos con este tipo de motorización. Con esta medida ahorran en impuestos de matriculación antes de la entrada en vigor del WLPT.