El PP se prepara para afrontar el cataclismo en Cataluña

A dos días de las elecciones catalanas del 21 de diciembre, en la sede del PP de la calle Génova ha cundido el más absoluto de los pesimismos. Todos los intentos por levantar la campaña, por conseguir el ‘voto útil’ que frene la caída han sido en vano. Las encuestas internas, eso que se llaman trakings y que los partidos siguen haciendo hasta e último día aunque no los hagan públicos, son demoledores y no auguran nada bueno para los ‘populares’.

Según fuentes internas del PP, el partido no solo no consigue remontar de esos seis escaños que les dan las últimas encuestas, sino que a medida que se acerca el final de la campaña y el día de la votación, la poca gente que pensaba votar PP se está replanteando el voto a favor de Ciudadanos. Es lo que se llama efecto arrastre, y puede llevar al partido que lidera Xabier García Albiol a no tener grupo parlamentario propio y formar parte del Grupo Mixto.

Es decir, su desaparición efectiva en Cataluña. Nadie quiere poner nombre a uno o varios culpables, pero ya hace semanas el propio Albiol reconocía en privado que la marca PP le estaba pasando una factura tremenda. Seguramente, si se cumplen estos pronósticos, Albiol dimitirá esa noche o en las horas siguientes pero, ¿es verdaderamente el candidato ‘popular’ el único culpable? En el propio partido reconocen que no, que hay que mirar más arriba.

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Y más arriba significa que el cataclismo al que se enfrenta el PP debería afectar al propio Mariano Rajoy que, obviamente, es el principal responsable de la situación de desafección que está viviendo su partido. “No vale trasladar la responsabilidad al candidato cuando las cosas salen mal, y apropiarse del resultado cuando salen bien”, dicen fuentes del partido que recuerdan como ya Núñez Feijoo hizo una campaña personalizada sin siglas PP precisamente para evitar eso.

Rajoy se ha volcado en la campaña catalana del PP, pero no solo no ha conseguido darle oxígeno a su partido, sino que ha contribuido a aumentar la huida de votos del PP a Ciudadanos. Y es que el cúmulo de errores cometidos en el asunto catalán tiene, necesariamente, que pasarle una factura al PP que ya empezó a fraguarse con el referéndum del 9 de noviembre de 2014 y que ha seguido con el del pasado 1 de octubre y todo lo ocurrido a continuación.