Dos hechos luctuosos han puesto de actualidad las fuerzas armadas españolas. Tras el desfile en conmemoración al Día de la Hispanidad, se estrelló un avión Eurofighter cuando regresaba a su base en la provincia de Albacete. Pocos días después, en Torrejón de Ardoz, en las maniobras de despegue, también se estrellaba un F-18. Borja Aybar y Fernando Pérez perdieron la vida.
Que en menos de una semana se estrellen dos aviones no es nada habitual. Aunque también es cierto que las similitudes entre ambos aviones son nulas. Pero eso no aparta las miradas sobre lo sucedido en España. Sobre todo porque no se trata de simples aviones, sino de máquinas engranadas bajo carísimos programas industriales. Por ejemplo, el Eurofighter supone una inversión de 10.649 millones de euros y genera más de 3.000 empleos directos entre los países que conforman el consorcio. España forma parte con un 13%, junto a Reino Unido, Alemania e Italia.
En este contexto, fuentes cercanas al ejército español señalan que nuestro país está en un momento en el que debe decidir qué se hace con la actual flota. Se deben renovar los cazas más viejos, y algunos de manera urgente. Así, estos días se ha celebrado en Toledo el encuentro bianual entre los ministros socios del programa, que gestiona la agencia Netma en nombre de los socios, para saber qué hacer en el futuro.
Para afrontar estas compras el Ministerio de Defensa hay algunos favoritos, otros que son muy caros, y, sobre todo, la preocupación de que habrá que dejar más de 6.000 millones de euros de cualquier manera.
Los problemas de la elección
Los F-18 “caducan” en 2025. Parece pronto, pero estos programas llevan décadas. Por otro lado, los Harrier de la Armada, que tienen como gran aliciente su despegue vertical, caducan entre el año que viene y 2020. Por lo tanto, no hay muchas opciones: se deben comprar nuevos aviones.
Para ello hay dos alternativas: apostar por los propios aviones del consorcio de Eurofighter, cuyo coste está en los 60 millones por unidad, más su posterior mantenimiento; o salir al mercado. Pero las discrepancias entre los distintos cuerpos de Defensa también será un factor importante a tener en cuenta para tomar la decisión.
Por ejemplo, los militares del Aire no quieren el Eurofighter, y a la Armada no le vale, porque necesita despegue vertical para el buque Juan Carlos I, entre otras cosas, porque este navío no puede bajar de categoría a portahelicópteros; al que sería un drama, aseguran fuentes conocedoras de la situación.
Otra de las cuestiones por las que no gusta el Eurofighter como única opción de compra es que puede dejarlos a todos en tierra si hay cualquier defecto estructural que obliga a parar la flota. Esto ya ha pasado con el Eurofighter y con otro aparato de de Airbus, el helicóptero de ataque Tigre.
Mirando a Estados Unidos
Con las reticencias sobre la mesa, sobre todo las que apuntan a la excesiva dependencia de Airbus, la alternativa está al otro lado del charco. Se trata del F-35 Lightning II (Relámpago) de Lockheed-Martin. Su principal ventaja es que es perfecto para la Armada porque es el único existente que despegue verticalmente.
En cuanto al ejército del Aire, también es santo de su devoción porque es de quinta generación; es decir, furtivo. Fuentes conocedoras explican que los pilotos disponen de un casco revolucionario que les da cientos de funciones y visión 360º, entre cientos de avances tecnológicos. Pero todo esto tiene un problema: el precio.
Entre 90 y 130 millones de euros por unidad. Eso quiere decir que, para las necesidades españolas, hay que invertir más de 6.000 millones de euros. Hacen falta entre 40 y 50 para el ejército del Aire; y unos 12-15 para la Armada, para un total de 60. Estos sustituirían a los F-18 y los Harrier.
El encarecimiento, entre otras cosas, se debe a no haber entrado en la fase inicial del programa industrial de estos aviones. Desde EEUU se invitó a España a participar, pero en esos momentos estábamos en pleno desarrollo del Eurofighter y, además, de las promesas no cumplidas sobre el caza de Airbus, no había dinero para hacer dos aviones a la vez, aseguran las fuentes consultadas.
Para paliar el precio, una solución que se baraja es hacer los mantenimientos en España, que supone casi más inversión que comprarlos. Aunque todo ello choca con las manías personales de cada ejército. La Armada no es partidaria de los Airbus, mientras que Tierra tiene sus propias manías. Y todo eso conduce a que la decisión no sea sencilla de tomar, encima de que no será barata.